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El toque femenino en la posesión demoníaca

Apuntes sobre el cuerpo femenino en The first Omen e Immaculate

Muchos de los estrenos de terror del último año trajeron como marca característica el interés por abordar, desde diferentes ópticas, las formas de lo demoníaco, la posesión y lo sobrenatural. Late Night with de Devil (2023) de los Hermanos Carnes hace uso del formato del metraje encontrado para contar la historia de la última transmisión del show televisivo Night Owls with Jack Delroy que, en la noche de Halloween de 1977, presenta el caso de Lilly D´abo, una joven que es la única sobreviviente del suicidio colectivo de una secta satánica y que aparenta estar poseída.

En mayo se estrenó en Argentina Immaculate (2024) de Michael Mohan protagonizada por Sydney Sweeney y algunos días después The First Omen (2024) de Arkasha Stevenson. Los dos films construyen universos similares marcados por la presencia de personajes femeninos asociados al mundo de la Iglesia Católica que emprenden un viaje de EE UU a Italia que, si bien es literal, representa metafóricamente las luchas internas de las protagonistas por conocerse, comprender su entorno y, sobre todo, por entender un mundo atravesado por la lucha entre el bien y el mal. Desde las primeras imágenes de The first Omen hasta el afiche de Immaculate, la idea de lo femenino se hace carne en el imaginario religioso/demoníaco absorbido por el espectador. Podría plantearse la presencia de un toque femenino en ambos films que, a primera vista, estaría asociado no solo al plano de la historia sino también al modo en que ésta es contada.

Hace algunos años Alison Pierse publicó un artículo sobre Dementer (2019) de Chad Crawford Kinkle donde focaliza en el vínculo entre la posesión y lo femenino. Katie, una mujer que escapó de una secta diabólica y que, luego de esa experiencia, comienza a trabajar en un centro de atención para adultos con necesidades especiales experimentará una serie de cambios determinados por la puesta en contacto con Stephanie, una paciente del lugar con síndrome de down, y por el descubrimiento de una presencia demoníaca que las acecha. El vínculo entre la posesión, lo demoníaco y el universo femenino se convierte en el centro de su investigación. Con el objetivo de explicar teóricamente esta relación recurre al segundo capítulo de Men, Women and Chainsaws: Gender in the horror film de Carol Clover, donde se afirma que el cine de ocultismo es el género del terror más femenino de todos ya que se centra en los cuerpos de niñas y mujeres presas de lo sobrenatural.

Ocultismo y feminidad

Precisar las características del cine de horror religioso o de posesión no resulta simple teniendo en cuenta la cantidad de films que abordan la temática religiosa. Es una categoría vasta y desordenada si es que, al final, puede considerarse una categoría. Carol Clover, decide utilizar el término Películas de ocultismo (Occult films) para referirse a todas aquellas películas que tienen como tema central las respuestas humanas a acciones fantasmales, supernaturales o satánicas. La autora detecta en estos films la presencia de dos sistemas de explicación opuestos, el de la ciencia blanca y el de la magia negra. Define a la ciencia blanca como aquella perteneciente a la tradición racional occidental, especialmente a la medicina y a otras formas de ciencia hegemónica. En los films, este sistema se hace presente en médicos que, generalmente, son hombres blancos. Por otro lado, la magia negra se asocia al satanismo, el espiritismo y las variantes folklóricas del catolicismo romano. Es un mundo de cruces, agua bendita, sesiones de espiritismo, ajo y exorcismos, sus habitantes suelen ser negros, mestizos, pueblos del tercer mundo, niños, ancianos y sacerdotes pero sobre todo, mujeres.

La distinción propuesta por Clover define una constante de todo el cine de ocultismo hasta comienzos del nuevo siglo. El cuerpo femenino es el terreno donde se libra la batalla entre el elemento sobrenatural y la incapacidad de aceptar la existencia de una realidad opuesta al mundo racional. Que las películas de posesión se construyan alrededor del cuerpo femenino no significa que sean películas sobre mujeres. Para Clover, el cuerpo de la mujer no sólo está puesto en juicio sino que es el lugar donde se ponen en evidencia las luchas de los hombres racionales por comprender lo satánico dejando de lado la comprensión racional y científica del comportamiento humano. Detrás de la historia de la mujer poseída siempre está la historia de un hombre en crisis, y de esa crisis trata la película de ocultismo. En este punto es dónde Alison Pierse actualiza el planteo teórico de Clover. Para ella, existen películas contemporáneas donde el cuerpo femenino espectacularizado es el terreno de luchas que son, únicamente, femeninas.

Esto que vive adentro mío no me pertenece

Cercanas en su estreno y en su temática, ambas películas se sienten como parte de un mismo mundo, como si el ciclo que proponen se repitiera una y otra vez, viendo la misma historia con otras protagonistas en momentos distintos del tiempo. Tanto The First Omen (2024) de Arkasha Stevenson como Immaculate (2024) de Michael Mohan cuentan la historia de novicias que dejan su país de origen para tomar los votos en Italia, un lugar que se presenta tan fascinante como aterrador, sobre todo por el desconocimiento del idioma que las ubica en un lugar de indefensión atravesado por la incomprensión. Coinciden en ser mujeres jóvenes, devotas y creyentes, decididas a entregar su vida y su castidad a Dios. Esta cuestión será sumamente relevante a la hora de construir relatos que están, íntegramente, centrados en el universo de lo femenino.

En el caso de Margaret (Nell Tiger Free) protagonista de The First Omen, su pasado será determinante para el entendimiento de los sucesos que la rodean. Su llegada al orfanato y la puesta en contacto con Carlita, la niña problemática del lugar, le permitirá conocer no solo las dinámicas y las luchas de poder, sino rever su propia historia como niña huérfana criada en un orfanato religioso. Marcada por el mal comportamiento, Margaret será “corregida” por el Cardenal Lawrence (Bill Nighy), quién se ocupará de hacerle entender que sus visiones y malos pensamientos no son reales. Se convierte en una novicia esperada con ansías en el orfanato, definida como el ejemplo vivo de la capacidad de la religión de torcer conductas. No es un dato marginal que las niñas del orfanato se refieran a ella como farfalla, la mariposa que completó el ciclo, dejó de ser oruga y logró volar.

Cecilia (Sydney Sweeney) es construida de manera similar. Es jóven y decidida. No duda en abandonar su tierra para entregarse a Dios y ponerse al servicio del cuidado de monjas enfermas que viven sus últimos días en el convento. Cecilia es la jóven del milagro, la que Dios quiso que sobreviviera a un accidente que la llevó a estar muerta más de siete minutos. El sentirse salvada y elegida es la señal que la lleva a querer convertirse en Monja. Rápidamente, la idea de “joven del milagro” se refuerza por el descubrimiento de su embarazo, consumado sin haber tenido nunca relaciones sexuales. Cecilia no sólo fue salvada por Dios sino que también es la elegida para darle vida a su hijo.

En ambas películas, la Iglesia Católica se presenta en su momento de mayor crisis. Si bien en The first Omen la crisis es global, la ciudad de Roma en los setenta se encuentra desbordada por protestas cotidianas por parte de los jóvenes y los trabajadores, el problema fundamental radica en las diferencia de criterios de dos facciones opuestas dentro de la institución: la que se reafirma en el amor a Dios y aquella que está dispuesta a traer el mal a la tierra con el objetivo de que la población sienta miedo y recurra a la religión como forma de salvación. En Immaculate, no hay un enfrentamiento entre diferentes facciones sino la oposición entre los cargos más altos de la Iglesia y el personaje de Cecilia que cree que lo que está ocurriendo “no es obra de Dios”. Estas problemáticas se plantean en las secuencias iniciales de los films, donde se le presenta al espectador un plano de situación marcado por el temor, la tortura y la violación. Estos prólogos brindan una clave de lectura, un posicionamiento desde el cual se desarrollará la historia: la Iglesia no tiene límites y es capaz de ejercer cualquier tipo de violencia sobre el cuerpo de las mujeres. Aquí, el enfrentamiento entre la ciencia blanca y la magia negra propuestos por Clover queda en un segundo plano. La crisis que vive la Iglesia Católica se inscribe en el cuerpo femenino, en la lucha interna de las protagonistas por comprender un cuerpo que, aunque suyo, no les pertenece.

Es sintomático que el sistema de personajes que acompaña a las protagonistas esté poblado por mujeres. Lejos de ser homogéneo, el universo femenino presenta múltiples aristas. Están aquellas mujeres que acompañan a las protagonistas, y que casualmente son jóvenes, marcándoles el camino o haciéndoles ver una parte del problema que habían pasado por alto. Están también aquellas que, a simple vista, se presentan como antagonistas directas y que, lejos de ser capaces de sostenerse en la disputa, deciden acabar con sus vidas ante la imposibilidad de aceptar lo que está ocurriendo puertas adentro. También aquellas que, siendo más adultas y experimentadas, se ponen al servicio del plan sin importarles las consecuencias éticas y morales de su accionar.

Es en la corporalidad femenina donde se inscriben las batallas éticas y morales de las protagonistas de los films. En el caso de Margaret, la importancia de conocer su cuerpo, y experimentarlo, se presenta al conocer a la novicia Luz (Maria Caballero), que le sugiere disfrutar su cuerpo antes de tomar los vos. Esta libertad aparente será el comienzo del conflicto. El caso de Cecilia es diferente. Su cuerpo no logra experimentar ningún tipo de libertad, en todo momento se encuentra limitado por la institución a la que pertenece, controlado y regulado por el entorno.Cómo se viste, cómo se comporta, lo que puede hacer y lo que no, está regulado por la Iglesia. Esto se profundiza aún más al descubrir que está embarazada. Sólo en la noche, podrá encontrar cierta libertad. En camisón o en ropa interior, sin el hábito, Cecilia se pone en contacto con un cuerpo que cambia, que se percibe monstruoso, que no reconoce como propio.

Asociados a la cuestión del cuerpo, aparecen dos temas centrales en ambos films: la violación y el parto. Desde la secuencia inicial de The First Omen observamos el abuso que la Iglesia ejerce sobre el cuerpo femenino. A la violación se la menciona como “concepción no natural”, a la victima de ese abuso se la llama “voluntaria”. Todo el lenguaje y las formas de un abuso sexual son resignificados con el objetivo de ocultar lo que verdaderamente pasa. En Immaculate, la violación es definida como “concepción milagrosa” y la victima de ese abuso es santificada y reverenciada, definida como la “elegida”. Son las visiones que Margaret y Cecilia experimentan las que les permiten recuperar y comprender parte de la historia. Estas imágenes, que se presentan de manera fragmentada o cargadas de simbolismo, son las que ponen en evidencia el trauma. El viaje que las dos protagonistas experimentan es uno marcado por la búsqueda de la verdad y por la necesidad de desenmascarar lo oculto. “A menudo Satán se disfraza como un ángel de luz”.

El verdadero conflicto de estos films no se encuentra en la lucha ético y moral de una Iglesia en crisis dispuesta a todo con tal de recuperar su poder perdido. Por el contrario, el debate se da en el interior y sobre el cuerpo de las protagonistas, uno que resulta ajeno y que está por fuera de su control. La búsqueda de estas mujeres será la de intentar recuperar aquello que les fue arrebatado y que les pertenece, representado en el film por medio de la necesidad de ser capaces de poder decidir sobre su propio cuerpo, de recuperar el control de sus deseos y sus decisiones.

El toque femenino se inscribe en la presencia de una corporalidad femenina puesta en crisis. Si bien el cuerpo de las mujeres en los films de posesión es el terreno donde se desarrollan disputas ajenas, en estas películas funcionan principalmente como vehículos de sus propias crisis identitarias. El cuerpo monstruoso y cambiante aparece para poner en crisis el sistema de valores y de creencias de las protagonistas. Las transformaciones que Margaret y Cecilia experimentan visualizan dudas y cuestionamientos propios del universo femenino: la maternidad, el aborto, el abuso y el trauma. La verdadera batalla a la que se encomiendan es la de limitar el poderío de las instituciones que buscan, sistemáticamente, dominar el cuerpo y el deseo femenino.

El terror religioso u ocultista, de acuerdo a lo planteado por Clover, encuentra en la posesión demoníaca el medio para la dominación del cuerpo femenino. Las dos películas analizadas son marcas de un momento histórico, en el que el cuerpo femenino es el campo de batalla de luchas que exceden lo religioso y que abarcan el orden de lo real. Por fuera de las crisis masculinas, el horror religioso elige focalizar en el territorio femenino que, lejos de ser pasivo y sumiso, se impone y está dispuesto a enfrentar todas las batallas.

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