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Cuando acecha la maldad: la maldita cabra

Spoilers

Aprovechando el reciente estreno de la película “Cuando acecha la maldad”, en la plataforma Netflix, me gustaría compartirles una cuestión particular que me llamó la atención desde la primera vez que la vi.

Cuando acecha la maldad es una película argentina dirigida por Demián Rugna (Aterrados, No sabés con quién estás hablando, ¡Malditos sean!) estrenada en el año 2023. La cinta tuvo resonancia por todo el mundo, y se convirtió en un éxito en la mayoría de países, Argentina entre ellos.

Muchas cosas buenas se pueden decir de esta película, pero en esta oportunidad, los invito a revisar una escena concreta. A lo mejor, haciendo foco aquí, descubramos algunas características particulares de la maldad que se nos presenta en esta historia.

El momento en cuestión

Nos encontramos en una zona rural, la inmensidad del campo se extiende por todos lados, podemos observar que son muy pocas las casas que conforman este poblado. Aquí se desarrollarán los acontecimientos de nuestro interés.

En la cinta se nos cuenta que, la leyenda del embichado, tiene ciertas reglas que se deben respetar para no ser alcanzados por la maldad; lamentablemente, a esta altura de la película, esas reglas ya han sido transgredidas.

Uno de los personajes que ha decidido desobedecer a esto es Don Ruiz, arrojando al embichado lejos del pueblo, con el afán de deshacerse de él.

Algo extraño está sucediendo

Armando Ruiz (también nombrado como Don Ruiz) es un terrateniente cuya actividad principal parece ser la cría de animales. Toda esta situación comienza cuando se escucha un grito de alerta, se trata de su esposa que ha descubierto algo terrible en una de las cabras del corral.

Inmediatamente observamos a Don Ruiz salir al encuentro del animal. Entre balidos y con la intención de descubrir de qué se trataba todo eso, se acerca al corral para encontrar a la mujer aterrada. Ella solo puede señalar y decir “¡esa cabra!”, esgrime que algo raro tiene el animal y, entre sollozos ahogados, observa a su marido tomar un arma de fuego.

La maldita cabra

Muy bien. Como espectadores observamos al rebaño de cabras sin distinguir alguna en particular, los personajes están seguros y perciben atónitos algo que a nosotros no se nos es revelado.

Si miramos en detalle a los animales, ninguno presenta una cuestión en particular, algunas tienen cuernos otras no, algunas tienen manchas otras no, muchas miran a los personajes; sin embargo, hay una que a la pareja les causa terror.

Como podemos observar, parece una cabra común y corriente, no tiene nada exterior que llame la atención para el espectador, pero los personajes ven algo. El protagonista dispara al aire y el sonido ahuyenta a la mayoría de los animales, quedando sólo este ejemplar frente a frente con Ruiz. Efectivamente, algo sucede con esa cabra.

El animal se aproxima desafiante, camina y se pone lo más cerca posible de Ruiz, la tensión crece; apoya su frente sobre el cañón del arma, hasta que finalmente una parte de aquella maldad se nos revela.

La perspectiva es todo

Hay una dualidad entre lo que perciben los personajes y lo que se muestra al espectador, algo que se nos esconde por un largo tiempo y que finalmente se nos muestra solo en partes (más precisamente en un sólo plano); se trata de un recurso simple, y seguramente hijo del presupuesto acotado, que funciona como primer remate para una situación terrorífica. Todo esto es el puntapié inicial que desata la tragedia y una de las escenas más fuertes de la película.

El manejo del punto de vista es excelente, se nos cuenta todo sin ningún tipo de diálogo. Esta escena intenta mostrar al animal como depósito de la maldad (algo que la película remarca muchas veces). La cabra, y su relación con lo diabólico, también resulta un asunto interesante para incluir.

Debo confesar que aun sigo con la duda: ¿Qué habrán visto Don Ruiz y su esposa en esa maldita cabra?


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