El Conde: una película sobre la avaricia sangrienta

En América Latina abundan los dictadores.

García Márquez alguna vez dijo que "el dictador" es un tema eterno en la literatura latinoamericana. Cuando decidió escribir una novela con un dictador latinoamericano como protagonista, comenzó a estudiar biografías de muchos dictadores de la región. Descubrió que compartían muchas características, como la pérdida de sus padres o madres en sus vidas, además de las peculiaridades propias. Por ejemplo, el General Antonio López de Santa Anna, presidente de México en ocho ocasiones entre 1833 y 1855, tuvo un funeral solemne por la pierna derecha que perdió en la Guerra de los Pasteles (primera guerra franco-mexicana entre 1838 y 1839). El dictador haitiano François Duvalier (quien gobernó de 1957 a 1971) se proclamó inmortal y conocedor de la brujería, creyendo que sus opositores políticos se habían convertido en perros negros y ordenando la muerte de dichos animales en la isla. Maximiliano Hernández Martínez (en el cargo de 1931 a 1944), dictador salvadoreño que adoraba el fascismo, hizo que todas las luces de las calles del país fueran envueltas con papel rojo para prevenir el contagio de sarampión. El dictador venezolano Juan Vicente Gómez (en el poder de 1908 a 1935), también conocido como "el tirano de los Andes", hizo anunciar su propia muerte antes de "resucitar". Basándose en esta información, García Márquez escribió su novela "El otoño del patriarca", donde un dictador envejecido, vive solo en un palacio que apesta a cadáveres y decadencia, donde recuerda su vida usando el poder para compensar su soledad y falta de amor.

Imagen de la película El Conde

En otras palabras, el dictador es una figura aparentemente inmortal y mítica imbuida de superpoderes en la cultura latinoamericana. Por lo tanto, no sorprende que el director chileno Pablo Larraín haya deseado retratar al ex presidente chileno Augusto José Ramón Pinochet Ugarte (gobernó de 1973 a 1990) como un vampiro en la película El Conde (2023). Si "El otoño del patriarca" es un "poema sobre la soledad del poder", entonces El Conde es una obra sobre la avaricia sangrienta.

Pinochet

Echemos un vistazo a un montaje de las experiencias de algunas personas:

En el año 1973, el Comandante en Jefe del Ejército chileno Pinochet lanzó un golpe militar, y el presidente democráticamente electo Salvador Allende (1908-1973) murió en el Palacio de La Moneda. Una de las últimas palabras de Allende al público fueron: "estoy seguro de que mi sacrificio no será en vano", mientras que Pinochet dijo después del golpe que "la democracia debe ser bañada en sangre para seguir siendo democracia". Tres años después, nació en Chile un niño llamado Pablo Larraín. Su padre era presidente de un importante partido político de derecha en Chile, que apoyaba la dictadura, mientras que su madre fue ministra en el gobierno conservador de Chile. Esencialmente, su familia fue partidaria e incluso beneficiaria del golpe.

En el año 1988, el mandato de Pinochet estaba a punto de expirar. Pablo Larraín, de doce años, fue testigo de cómo Pinochet perdió la oportunidad de extender sus 15 años de gobierno sobre Chile en un referéndum.

Pablo Larraín en el set de El Conde

Pinochet murió en el año 2006. Fue en este momento cuando Pablo Larraín, ya convertido en director de cine, comenzó a crear la "Trilogía Pinochet" - Tony Manero (2008), Post Mortem (2010) y No (2012). Las dos primeras cuentan la historia del silencio, la indiferencia e incluso la complicidad del pueblo chileno común, alejado del poder político durante la dictadura, mientras que la tercera muestra cómo el pueblo chileno despertó y usó un referéndum para frustrar los sueños de reelección de Pinochet.

En el año 2022, se produjo una película titulada Argentina, 1985 en dicho país, que cuenta cómo los fiscales argentinos llevaron al presidente Jorge Rafael Videla, quien lanzó un golpe militar, a un tribunal civil. Pablo Larraín pensó que la película era hermosa y también se dio cuenta de que Pinochet nunca había sido retratado en las pantallas chilenas en su propio país, ni siquiera en su "Trilogía Pinochet". Incluso hubo luto por Pinochet cuando murió. Así que Pablo Larraín decidió hacer una película sobre Pinochet. Durante una entrevista, el reportero le preguntó por qué quería retratar a Pinochet en la pantalla, insinuando que no es una víctima del régimen. Pablo Larraín respondió: "soy jodidamente chileno. Es mi mundo". Pero Larraín también dijo: "no vamos a hacer una historia realista, porque la versión realista podría provocar empatía, y eso es muy peligroso. Vamos a hacer una sátira, una farsa".

Así nació El Conde. En la película, Larraín realizó audaces remezclas para la narrativa y el género. Una cáscara de película de vampiros se mezcla con un misterio de casa de campo, y una trama absurda y satírica, junto con imágenes monocromáticas góticas, crean en conjunto una película política con humor corrosivo. La película podría considerarse una combinación de las películas del director danés Carl Theodor Dreyer, Vampyr (1932) y La pasión de Juana de Arco (1928), junto con la novela "Drácula".

En la película, Pinochet es un vampiro moribundo de 250 años escondido en una mansión en la selva de la Patagonia, América del Sur. Sus cinco hijos van a su casa para discutir la división de la herencia de su padre. Al mismo tiempo, la iglesia envía a una piadosa monja para exorcizar al diablo haciéndose pasar por contadora.

El director mencionó que hay varias razones para retratar a Pinochet como un vampiro. 1) Durante el reinado de Pinochet, 1.500 disidentes "desaparecieron", 40.000 personas fueron torturadas y casi 2.000 personas fueron torturadas hasta la muerte. Sin embargo, nunca fue debidamente retratado en la pantalla. 2) Pinochet murió en 2006, pero nunca fue juzgado ni castigado por sus acciones mientras estuvo en el cargo. Permaneció libre y la impunidad lo hizo inmortal. Incluso alrededor de un tercio del pueblo chileno piensa muy bien de él, considerándolo un hábil administrador de las finanzas del país y un poderoso baluarte contra el socialismo, 3) Pinochet era un ladrón y asesino codicioso. Como dijo Larraín, "lo que Pinochet realmente logró fue convertirnos en héroes de la codicia". Y el "vampiro" es la metáfora más apropiada para la codicia y la propagación de la codicia. 4) "Chupar sangre" también es un símbolo de la relación colonial entre Europa y América. En el libro "Las venas abiertas de América Latina" (1971), el autor habla de América Latina como una entidad enferma con sus vasos sanguíneos desgarrados mientras su sangre fluye continuamente hacia Europa y Estados Unidos. Así que en la película vemos a Pinochet deslizándose por el cielo con un largo abrigo negro, buscando a su próxima víctima bajo sus colmillos. También usa una licuadora para mezclar corazones en un batido sangriento en el sótano oscuro, deleitándose con el sabor de la sangre humana de todos los rincones del mundo. Un comentario burlón sigue: "la sangre inglesa es su favorita, por supuesto. Dice que tiene algo del imperio romano. Lamentablemente, sin embargo, el conde también ha probado la sangre de América del Sur, la sangre de los trabajadores. Es acre, con un aroma canino. Un bouquet plebeyo que se aferra durante semanas a sus labios y paladar."

Sin embargo, el tema de la película se pierde en la farsa e incluso se vuelve al revés. Al comienzo de la película, Pinochet busca la muerte, como una especie de penitencia por sus crímenes. Sin embargo, después, casi se convierte en una víctima: sus hijos conspiraron contra él, su esposa y su mayordomo lo traicionaron, y la iglesia envió a una monja para exorcizarlo. Además, la película también lo convierte en alguien con amor, ya que decide comenzar a beber sangre de nuevo porque se enamora de la Hermana Carmen. Sin embargo, el director olvidó una cosa: la gente ama a los vampiros, incluyendo a la esposa de Pinochet y a la Hermana Carmen en la película. El cuerpo del vampiro parece ser una bendición, que simboliza la velocidad, la fuerza y la inmortalidad. Incluso la monja devota se debilita ante los avances de Pinochet y su acto sexual se convierte en una ceremonia para difundir el vampirismo, convirtiendo La pasión de Juana de Arco en La danza de los vampiros. Cuando Carmen se convierte en vampiro, parece haber ganado libertad y una nueva vida. Ella sale de la casa desierta con una túnica blanca ondeante, abre los brazos y vuela alto en el cielo, flotando en el viento. Baila en libertad, acompañada por la banda sonora de "Las cuatro estaciones" de Vivaldi. Un vampiro con la piel de un santo es, sin duda, una gran burla a la religión. Curiosamente, vale la pena mencionar que esta parte fue filmada en locaciones reales. El equipo de filmación usó una grúa de 27 metros (unos 90 pies) de largo de la cual Carmen y el fotógrafo estaban colgados con alambres para obtener una escena de vuelo realista.

Filmación de El Conde

Al comienzo de la película, la audiencia podría preguntarse por qué hay una narradora femenina relatando la historia de Pinochet en inglés mientras los personajes en la película hablan español. No es hasta que aparece Margaret Thatcher y le dice a Pinochet que ella es su madre biológica que el público entenderá por qué. Resulta que el padre de Pinochet era un vampiro y violador durante el reinado de Luis XVI en el siglo XVIII. Thatcher también se convirtió en vampiro y quedó embarazada después de ser violada. Después de dar a luz a su hijo, lo envió a un orfanato en París antes de irse a Inglaterra sola y convertirse en Margaret Thatcher (esta trama refleja el hecho de que Margaret Thatcher llamó al gobierno británico para liberar a Pinochet, quien estaba bajo arresto domiciliario en Londres en 1999).

La vampira Thatcher en El Conde

A través de este elemento, la película vuelve a la sangrienta historia colonial que Europa trajo a las Américas, y también condensa la caótica historia de la humanidad en los últimos 300 años en Pinochet, el dictador "mestizo". Como un dictador que es extremadamente rico, fascista, y un hijo nacido de una violación, reflejaba no solo a los dictadores latinoamericanos, sino también a Luis XVI de Europa (epitomizado por la fascinación de Pinochet con María Antonieta, reina de Francia), Hitler, e incluso al expresidente de EE.UU. Trump (el director lo llamó un vampiro naranja).

Al final, El Conde plantea un enigma trágico: mientras la luz del siglo XXI está amaneciendo, los vampiros aún se elevan en los vientos sobre la moderna metrópolis mientras la tragedia de la maldición sigue soplando en la estepa sudamericana. El 'Arca de Noé' lucha por flotar bajo el peso de toda la riqueza, y el vampiro regresa a Chile como un bebé de nuevo, esta vez en color.

Sin embargo, es innegable que la película es demasiado ambiciosa, sobrecargada de información, demasiado alegórica, y emocionalmente desligada, lo que dificulta que la audiencia se concentre y hace difícil la traducción simbólica. La auciencia solo puede tragarse este batido de sabor extraño hecho de elementos góticos, vampiros, santos, dictadura y otros elementos con una sonrisa amarga.