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DARK SIDE Y LOS HATERS: PORQUE NOS NEGAMOS A LA EVOLUCIÓN DE LA NARRATIVA Y EL EJEMPLO DE THE ACOLYTE.

Si te gusta Star Wars, tienes que ver The Acolyte.

Si no te gusta Star Wars, tienes que ver The Acolyte.

Si no tienes idea de Star Wars, tienes que ver The Acolyte.

Si quieres ver algo que valga la pena, tienes que ver The Acolyte.

¿Por qué?

Hay muchas razones y todas son buenas. Incluso para activar tu lado hater. Al fin y al cabo, todos tenemos un Dark Side.

Me explico: en el mundo de los fanáticos, es justamente donde la crítica es más incisiva. Son los más difíciles de convencer.

La naturaleza humana y el miedo a los cambios

The Acolyte es una serie que promete mucho.

También es cierto que es un producto de Disney, destinado a un público joven y responde a ciertos parámetros de narrativa correspondientes a esta era.

Pero eso ya lo sabíamos antes de encender la pantalla ¿O no?

El punto es que dentro de los cánones que usa Disney y Lucasfilm hoy día para elaborar sus productos audiovisuales, ¿qué es lo que puedo pedir? Porque si esperamos que una franquicia mainstream, del corazón de Hollywood y de la casa del ratón, sea gore, raro, alternativo o que sorprenda por alguna cuestión estética o narrativa muy fuera de la línea, por lo general no va a ocurrir.

The Acolyte nos muestra una variante, un estado narrativo, dentro del universo de la franquicia. Un camino hacia el sinuoso mundo de las ramificaciones, spin-off, historias alternativas y personajes nuevos.

Pero seamos claros ¿Por qué un producto audiovisual, destinado al entretenimiento, suscita tantos odios como amores? ¿Qué es lo que hace que las personas enloquezcan hasta el punto de insultar, enojarse y renegar de las compañías que llevan adelante estos proyectos?

No es difícil inferir que detrás de este fuerte rechazo de los fans más tradicionales, haya una fuerte tendencia a anclarse en el pasado.

Lo dijo el mismo George Lucas recientemente en Cannes cuando aseguro que los niños que vieron Star Wars en los setenta y ochenta, crecieron y ahora ya no quieren un “producto para niños”.

CRONOS EL INDOMABLE

Eso es parte del indomable tiempo y su capacidad de envejecernos. Y no nos gusta. Entonces pretendemos que los productos se amolden a nosotros, que nos acompañen como si se tratara de hijos, mascotas.

Y eso no ocurre. Los tiempos cambian, los productos se adaptan a los nuevos mercados, gustos, tendencias…

Y muchos se van quedando atrás. No pueden, no quieren y no saben seguir el ritmo de la vida y se vuelven nostálgicos de épocas mejores, divagantes de supuestas lealtades y códigos de “otras eras”, de tiempos superiores.

Pero eso pasa en todas las áreas bajo el lema de “todo tiempo pasado fue mejor”.

Cuando Piazzolla empezó a ser conocido, allá por los años 50 o 60, los “verdaderos tangueros” decían que era una paparruchada, una vergüenza para el tango, un invento momentáneo y pasajero. En fin, que no era el verdadero y original, y auténtico tango argentino.

EL FÚTBOL COMO METÁFORA

Como saben quiénes me conocen, soy cero (0) fútbol. No se nada. No juego. Nunca me elegían para un puesto de chico. No soy de ningún equipo (a no ser de la selección de mi país, una vez cada cuatro años), y no tengo idea de por qué la gente enloquece con 22 personas y una pelota.

Dicho esto, sí me parece que la fenomenología social alrededor de este deporte es sublime. Se parece a una saga vikinga, griega o persa.

Se habla de guerreros, dioses, del Olimpo de los grandes, de las grandes ligas, de heroísmos, de historias, de triunfos y derrotas. De llanto y alegrías. Y todo esto acompañado de fanatismo, poder, miseria, negocios, juegos, ídolos y hombres caídos en desgracia, Familias destruidas. De resurrecciones y milagros. El fútbol es una mitología viviente y en permanente desarrollo. Si para los griegos, los dioses eran parte de su realidad vital, para nosotros, habitantes de un planeta globalizado, el fútbol constituye parte de las alegrías y las penas de los pueblos y las banderas ondean como si se tratara de batallas entre el bien y el mal, entre dioses y demonios.

Recuerdo que cuando era chico y un jovencísimo Diego Armando Maradona estaba comenzando a ser famoso, allá por los años ochenta, los fanáticos de más edad decían despectivamente “Nada que ver con Di Stéfano…” “Vos porque no lo viste jugar Di Stéfano…” y miraban a la nueva promesa como una estrella fugaz que pronto se desvanecería en el éter de la fama para ser absorbido por otra nueva figura. Y sin embargo, Maradona se convirtió en algo impensado para cualquiera. En un momento de la historia se decía que era el ser humano más fotografiado del mundo, por encima de reyes, papas, presidentes y estrellas del espectáculo.

Pero el tiempo pasa y nos retira a todos. Y cuando apareció un pequeño niño habilidoso comprado por el Barcelona, llamado Lionel Messi, ya había una legión de fanáticos del “Diego” que no creían en que hubiera alguno que pudiera superarlo. Eran tan reaccionarios con los nuevos hinchas del joven Messi como lo habían sido previamente con su actual Dios del fútbol.

Y esa generación decía: “nada que ver con Maradona…”, “Messi es un pecho frío” “Nunca va a ganar un Mundial”. Sin embargo, aquí estamos, con Messi como mega estrella y también campeón del mundo. Y ahora los fans (Messistas de la primera y última hora) ya se están adelantando y dicen que no habrá nunca un sucesor… hasta que aparezca otro “dios del fútbol”.

Y así la historia se repite y lo seguirá haciendo. Y lo mismo ocurre con las bandas de rock (no habrá nadie como Los Beatles, ni como Led Zeppelin, ni como Michael Jackson o U2, ni como Nirvana, ni Taylor Swift… y la lista es interminable).

Y aquí vamos al punto: lo mismo ocurre con Star Wars.

Cuando salió la tercera película (El Regreso del Jedi) ya se comentaba que ese universo se había saturado.

Los más “darkys” odiaron a los Ewoks (aquellos ositos peludos) y los más alternativos, decían que la saga ya se había convertido en un invento comercial tomado por la perversa industria…

¿Hace falta recordar lo que sucedió con Episodio I? Más allá del éxito que tuvo y la incondicionalidad de los fans (alegres por volver a ver algo nuevo de la amada saga), fue criticada hasta lo imposible: que el niño no estaba a la altura, que los Jedis peleaban dos contra uno (contra Darth Maul), que se había vuelto infantil o que Jar Jar Binks era un desastre que no encajaba con el universo. ¿Y eso se lo decían a quien? Al creador de Star Wars… Luego Episodio II y que el actor Hayden Christensen que interpretó a Anakin tampoco estaba a la altura y así sucesivamente para terminar (por lo general) en la frase más escuchada de todas “Las primeras eran las mejores”.

Este comportamiento es endémico, es nuestra naturaleza humana, profundamente conservadora y poco abierta a los cambios. Y si mientras de jóvenes queremos ser disruptivos, diferentes y rebeldes, cuando el tiempo pasa, nos volvemos todo aquello que juramos destruir.

Los más viejos no perdonamos lo nuevo. En realidad, no lo toleramos, no lo digerimos, porque nuestro estómago se ha vuelto algo delicado y solo quiere conocer lo que ya conoce.

COMPARACIONES

Claro que se podría pensar que la comparación lógica de una serie actual debería ser con otra de la misma característica.

Es decir, en este caso, con productos como Mandalorian, Ahsoka Tano u Obi Wan Kenobi. Pero también habría que considerar que si bien es cierto que el canon de la historia es uno y tiene una progresión natural, el universo creado da lugar para múltiples sub historias (sub productos) para diversos públicos.

The Acolyte busca (al menos en estos tres primeros capítulos) a un público muy joven y con un fuerte acento en la diversidad. Quienes busquen la experiencia de los personajes conocidos, se podrían sentir decepcionados.

LA FAMILIA STAR WARS

Esto es como una gran familia. Están los fundadores del linaje y luego un sinfín de ramificaciones con primos terceros de los que nunca hemos oído siquiera hablar. Bien, estos son primos. Lejanos, pero parientes al fin. Y como tales, tienen similitudes como el mismo ADN (hay jedis, siths, jedis grises, Consejos de Sabios) y todo lo mismo.

En The Acolyte, pareciera que nos encontramos con personajes que para los puristas (fanáticos del canon, seguidores de La Fuerza de la primera hora) son tan desconocidos como incluso molestos. Pero de eso se trata: de presentar nuevos personajes en un mismo universo creado.

En un mundo de redes sociales hiper activas, ya se han visto comentarios de todo tipo, desde algunos que creen haber encontrado el Santo Grial de nuevas historias y personajes hasta haters que sencillamente odian todo lo que no sea un casco con asma…

Así que vamos a darle una chance a las nuevas producciones. Sea The Acolyte, Loki o cualquier otra nueva serie, esperemos poder disfrutarla como cuando éramos niños.

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