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La nostalgia de ser una chica que creció en los 2000

“No puedo creer que la infancia se acabó” “Se iba a terminar de alguna manera u otra”. Es la conversación que tienen las hermanas Jo y Meg March en Little Women (2019) cuando la segunda se está por casar. Y mientras más pasan los días y las responsabilidades de la vida adulta se vuelven tan insoportables e inevitables, no puedo evitar pensar en este diálogo y lo que daría por volver a tener 8 años y jugar en las hamacas rotas de la plaza a la vuelta de mi casa con mis hermanos. De hacer una guerra de bombitas de agua y de pasar horas jugando a las muñecas con mi hermana.

Cada vez que tengo esta necesidad de escapar de mis responsabilidades adultas, vuelvo a ver las películas de mi infancia. Principalmente las de Barbie, porque claramente la muñeca que lo puede hacer todo es actriz y sus primeras películas animadas en computadora donde triunfa la música clásica y el ballet cambiaron mi vida para siempre. Literalmente, empecé danzas clásicas solo por ver Barbie en las 12 Princesas Bailarinas, y estoy segura que no soy la única. Terminé dejando, pero ese no es el punto.

Los personajes de las hermanas, tan distintas entre sí representando varios intereses sin que ninguna sea avergonzada por eso y que se apoyen y se celebren entre ellas era simplemente, la mejor película del mundo (en nuestros corazones de niñas de 8 años). Podía verme a mi hermana y a mi representadas en la pantalla y era el hecho de sentirse comprendida que daban estas películas: no estás sola. Y creo que es una de las mejores sensaciones que algún arte, cualquiera, en especial el cine te puede dar. Y ninguna película lograba hacerme sentir acompañada como Barbie Mariposa, sobre una hada con alas de mariposa amante de los libros que descubre que no necesita ser cómo los demás para encajar con el resto de su aldea, sólo tiene que ser ella misma. Y para una niña de 9 años que se sentía como la rarita del curso, era simplemente hermoso ver que esa sensación, como todas, se iba a ir en algún momento y sólo sería un recuerdo.

A pesar de que no son las grandes películas que cambiaron para siempre la historia del cine, son las grandes películas que cambiaron mi forma de ver cine: la gente ve el arte con sus emociones, con aquello que le puede hacer sentir algo. Estas películas lograron que me sienta acompañada en la belleza y la tristeza que es la niñez y no puedo evitar mirar atrás y pensar que lindo fue verlas en la casa de mi abuela con una chocolatada y mi hermana al lado y al terminarlas intentan recrear las coreografías o ir al sitio web de Barbie y jugar a los jueguitos en líne que te ofrecían las primeras páginas de los principios del 2000. Y como alguien que se quiere dedicar al cine, espero que algún día alguien pueda sentirse tan acompañada con mis películas como en su momento yo me sentí con las de Barbie.

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