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El cine experimental y queer de Marc Ferrer, a partir de El corazón rojo (2020)

Hay algo en el color, en la construcción rítmica y estética que abre el corto que Marc Ferrer presentó en el D'A Film Festival Barcelona que recuerda (probablemente sin buscarlo) al universo almodovariano. Sin embargo, estamos hablando de más de cuarenta años de diferencia entre una obra y otra y los referentes parecen cuanto menos distantes.

Es complejo definir en pocas palabras el universo del director. Una base pop define -sin tratar de ser limitante- la construcción argumental y estructural de este cortometraje. Aunque no solo se ciñe a esta obra, hay patrones que se repiten en el resto de sus trabajos de forma continuada: la inclusión de lo “queer”, los elementos postmodernistas de una actualidad que comienza a ser decadente, el barrio y la ciudad como ubicación del drama moderno, el metacine, el carácter autoficticio, etc.

Marc Ferrer, director y guionista

Graduado en Comunicación Audiovisual, el primer trabajo del director tuvo lugar en la que ya puede considerarse su casa: el D'A Film Festival Barcelona. Allí presentó su primer largometraje, Nos parecía importante (2016). Y cabe decir que todas sus próximas películas largas han sido presentadas allí: La maldita primavera (2017) y también Puta y amada (2018). Su largo recorrido en el festival le ha llevado a grabar y colaborar con el certamen en más de una ocasión: en la edición de 2020 le encargaron realizar el corto oficial del festival, de dónde salió El corazon rojo (2020).

En las siguientes líneas, analizamos este y otros trabajos del director, disponibles en la plataforma Filmin.

El corazón rojo (2020)

En no más de media hora, decenas de personajes entran y salen de cuadro. Es difícil definir el argumento de este cortometraje y, lo más probable, es que la primera idea diste de un espectador a otro. Aunque lo cierto es que, de todos estos rostros, hay varios que repiten frecuentemente; un total de tres, para ser exactos: Júlia Betrian, Anna Brufau y el propio Marc Ferrer.

Zaida Carmona, Marc Ferrer, Jordi Beltrán, Karim Planas, Marc Luelmo, Aina Rosell, Lu Vargas, Maestro Juan, Esther Castejón, Marta Fortuna, Paco Serrano, Violeta Rodríguez, Aleix Lorente, Sonia Montoya, Carlos Ballesteros, Genís Segarra, Yonay Boix, Ariadna Onofri, Miguel Rojas y Marta Bassols, completan el elenco.

Argumento

A la hora de tratar de definir una línea argumental y temática clara, algo que pudiese definir en no más de dos líneas lo que sucede en esta media hora de metraje, podríamos decir que es, en principio a fin, un intento de comedia amistosa. Dudo que exista un género capaz de definirse de esta manera, la verdad, pero El corazón rojo (2020) parte de una clara premisa hacia esa dirección. Júlia, Anna y Marc Ferrer son tres amigos que comparten edad y etapa vital. Los tres viven en la ciudad de Barcelona y buscan desesperadamente alguien con quien compartir momentos, noches, cuerpo y sobre todo, algo de corazón.

El inicio del corto instaura una estética que difiere con lo que luego el espectador se encuentra a medida que se va desarrollando. Un plano fijo de Marc en la ducha, intercalado con los intertítulos del equipo que ha participado en el rodaje, marca un ritmo y una estética que recuerda en gran parte a los inicios de las películas que Almodovar hacía en su época de los 80 y 90. Sin embargo, este cortometraje responde a la naturaleza experimental de su director y comienza rápido a romper con todo cuanto establece.

«Es un cine de pobres, realmente, en contra de ese cine de grandes presupuestos, comercial, que es el que tiene el apoyo de las instituciones. Estoy a favor ahora mismo de un cine que esté hecho al margen de la industria. Aparte de lo que yo haga, creo que es el más interesante y divertido»

Por eso mismo, podría decirse que no hay una clara línea argumental, algo con un inicio, un nudo y desenlace en el que los objetivos de los protagonistas se vayan intentando resolver a medida que avanza la trama. Los personajes son vagamente presentados y no existe aparentemente un antecedente claro de las vivencias que el corto captura. El único punto que se sostiene en base a la construcción de un relato más clásico es el objetivo de los personajes, el mismo que se ha analizado unas líneas atrás: la necesidad de buscar a otro con quien compartir amor, de donde surge el título del corto.

De las tres historias, se puede decir que el nombre del corto hace directamente referencia a la historia del propio Marc, y a sus interacciones a través de likes de Instagram con hombres con los que quiere ligar. Este deseo se instaura desde el inicio, de forma que en una de las primeras secuencias se ve a Marc dando like a un perfil, y el corto acaba con un final circular, de la misma manera, dando like a otro perfil.

En el caso de la historia de Anna, las relaciones de esta joven completan el plano más cómico de la pieza. Desesperada también por buscar a alguien con quien compartir encuentro, acude a una tienda de tarot a por un velón con el que realizar un ritual para atraer a los hombres. Y parece que funciona, ya que a medida que avanza la trama va teniendo diversos (y extrañísimos) encuentros con un hombre. Un hombre, también hay que decirlo, que más adelante se encuentra con su mujer embarazada, haciendo que Anna deje de entender lo sucedido y vuelva a ansiar otro encuentro.

Finalmente, podríamos decir que la parte de Julia es quizás la que más difiere del momento vital de las anteriores, puesto que es madre. Y la presencia de su hijo la coloca en una búsqueda de las relaciones a modo de huida de su realidad. Para poder acudir a la gala del DA y a la posterior fiesta en la que desea encontrarse con el director, Julia deja a su hijo con un amigo y persigue el deseo común que los tres personajes principales comparten.

«¿Tienes ganas de querer?»

Meta-recursos

Sin embargo, más allá de los nombres que se han mencionado como parte del elenco, varios rostros conocidos aparecen en pantalla sin esperarlo, en una especie de cameo de personalidades de la industria que surge teniendo como background el propio D'A Film Festival Barcelona. Entre otros, destacan indudablemente las apariciones de Hidrogenesse y de Masoniería.

Es así como, sin más preámbulo, se introduce el elemento meta en la obra de Marc Ferrer. Hay varios recursos en los que se puede reconocer. Por una parte, por el mero hecho de que existe un rodaje dentro del propio cortometraje. En la fiesta que se celebra en el bar, por ejemplo, el pequeño concierto de Masoniería existe la intención de capturar el momento. Hay una dirección y una claqueta en la que incluso aparece el nombre del propio Marc Ferrer, como director de esa grabación intrínseca en la trama.

Hay momentos en los que se genera una ruptura radical de la escena o de la banda sonora que acompaña la secuencia, revelando el artificio y siendo un recurso más del universo meta. Otro de los ejemplos de esta revelación del artificio se da en la descoordinación de tiempos, cuando el llavero es lanzado por la ventana y el montaje de las escenas altera los tiempos naturales de la acción.

Asimismo, más al final del corto que al inicio, el diálogo comienza a introducirse en ese universo mucho más meta. Los personajes hablan sobre el deseo de rodar una película. Existen personajes que se revelan como actores interesados en esos mismos rodajes. Por tanto, excede la parte patente y la presencia del cine también se cuela en el futuro cercano de los personajes. Por otra parte, hay algo quizás mucho más relevante en este sentido y es la gran presencia del D'A Film Festival Barcelona. Júlia acude a la gala del año 2019 en la que conoce a un director y se queda prendada. Aunque no es de extrañar, ya que como hemos comentado, el corto fue un encargo del propio festival para su edición de 2020.

Una de las secuencias más cómicas del corto es precisamente parte de este recurso. En una aparición especial de Hidrogenesse, el dúo se apoya en la barra del bar mientras observan el rodaje del concierto y la fiesta mencionada. Y comentan sobre lo que sus ojos al frente ven, sin que en ningún momento la cámara lo enfoque. De forma que el diálogo se convierte en el centro de la cuestión, la comicidad del lenguaje implícito, y no tanto la realidad de lo que esté sucediendo. Hidrogenesse crítica las producciones modernas del cine vanguardista y actual, en una era de la postmodernidad en la que parece que cuanta más ruptura exista todo es mejor.

«Ese es el director, que cada año ponen en el DA una de esas películas cortitas que hace. (...) Se la deben encargar»

«Esas películas que hablan y no se les entienden nada»

«Nada, tienen super mal sonido. (...) A veces parece que sea divertido pero es que es duro de oír. Igual es que el que hace el sonido es sordo»

«Quizás sí»

A través de este diálogo se pone en evidencia el festival, la dirección de Marc Ferrer, el hecho de que exista un encargo (inclusión que funciona quizás a modo de agradecimiento e inevitablemente en su visionado dentro del festival debió suponer un punto álgido de comicidad), y hasta la evidencia de la calidad del sonido de la propia producción.

Sobre la construcción de los diálogos y el rodaje con actores no profesionales y caras conocidas, el director persigue una naturalidad y una forma de trabajo no mecánica ni encorsetada: «Siempre ruedo partiendo de un guión y de diálogos escritos. Pero a la hora de plantear las escenas a los actores, como son actores no profesionales, me gusta que todo surja de la manera más espontánea posible. No les paso el guión ni los diálogos para que se los memoricen porque pienso que si trabajase con ellos como si fueran actores profesionales no tendría sentido. Ellos no están preparados para eso».

Recursos técnicos

A nivel técnico, la estructuración de las escenas no responde a un orden clásico de plano-contraplano. De manera que, tal y como sucede en el caso de la conversación entre Hidrogenesse, un único plano solventa la problemática y ofrece un único punto de vista al espectador. Esto limita la riqueza argumental y técnica en algunos momentos, haciendo que la película no abarque todo lo que podría. Aunque se revela como una decisión consciente por parte del director al repetirse constantemente.

Los cortes abruptos se reconocen en ocasiones como aciertos, como es el caso de la escena en la que Anna concatena los hechos del tarot y la taberna. No se necesitan más palabras y por ello no las hay, lo que sucede se entiende a través de los cortes realizados en postproducción.

Otros largos y cortos de Marc Ferrer

La Maldita Primavera (2017)

Su segunda película, que se define mejor como «una fiesta que no deja resaca». Al igual que en El corazón rojo (2020), cuenta con la aparición de rostros conocidos como Papa Topo. De género musical y con una duración de 1h 4min

Puta y amada (2018)

Por la sinopsis, podría ser prima-hermana de la reseñada en el artículo: una historia sobre el amor, y el inevitable desamor, que sitúa en la ciudad de Barcelona. Solo un año más tarde, Ferrer vuelve a sacar una nueva película, pasando ligeramente la hora de metraje.

Mi odio en tu corazón (2019)

Un cortometraje de 7 minutos sobre un chico que hace un pacto con el diablo. Como temáticas recurrentes del universo de Marc Ferrer, el deseo se vuelve el centro de este diálogo entre la tierra y el inframundo. El chico le cede al diablo su alma a cambio de que este le dote con atributos sexuales, convirtiéndole en una presencia irresistible ante los demás. En el desenlace el chico decide sacarle provecho prostituyendo su cuerpo.

¡Corten! (2021)

Quizás, la película más reconocida del director, donde los recursos de su universo se revelan ya como característicos de su estilo. El metacine como centro del argumento: un director rueda una película de terror y la ficción traspasó la grabación. Las actrices protagonistas son asesinadas. Ferrer cuenta con rostros como La Prohibida y Samantha Hudson para esta película, que fue nominada a Mejor Película Arrebato a los Premios Feroz.

Los últimos románticos (2022)

El último trabajo del director es este corto que sitúa a nivel temporal en el año 2027. Como casi siempre, Barcelona se vuelve el centro espacial del drama, convirtiéndose en un estado controlado por un sistema totalitario. Al estilo de lo que Orwell hizo con 1984, un Gran Hermano controla a la población y los centros temáticos y argumentales del cine de Marc Ferrer se encuentran prohibidos: el sexo y las emocionles.

Nahia Sillero.

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