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El hombre equivocado, en el contexto perfecto.

En lugar de empezar hablando del legado de una película como “El Gran Lebowski”, creo que una breve descripción de los tantos temas que el filme abarca, será suficiente para entender porqué es necesario recurrir a ella más de una vez. Una joya absoluta de los Hermanos Coen que contiene todos los elementos que los hacen gozar del prestigio que aún hoy día les corresponde.

El argumento que sirve como excusa para disfrutar la película cuenta que un desempleado que se hace llamar El Dude, pero se llama Jeff Lebowski, es confundido con su homónimo quien, millonario el, tiene una esposa que le debe mucho dinero a un productor de películas pornográficas y quien tiene algunos otros negocios más de dudosa legalidad. En reclamo por su alfombra arruinada en el ataque que desata el conflicto , El Dude se encuentra con Jeff Lebowski y este más tarde lo contratara para rescatar a su esposa que fue secuestrada, presumiblemente, por lo mismos maleantes que atacaron al Dude. Por supuesto que todo termina complicándose porque nuestro protagonista solo tiene un único interés, el Bowling. Además su pasado con el uso y abuso de ácidos producto de su faceta hippie lo lleva a experimentar visiones en momentos de máximo estrés (representadas en tan delirantes como exquisitos video clips musicales). Si a eso sumamos que usa como consejero a Walter, un excombatiente de Vietnam que todo lo lleva a un terreno bélico, paranoico y xenófobo, el combo es completo. Todo sale mal.

Es una comedia en la que estando en peligro de muerte el protagonista dice “No puedo estar preocupado por eso, la vida sigue” y en la que el narrador en off (Cual fábula del lejano oeste sobre un antihéroe) deja en claro desde un comienzo que “Los Ángeles es una ciudad que no tiene mucho sentido”.

También un thriller con la estructura de una novela de Chandler, con guiños evidentes como el de un millonario frente al hogar de su mansión, pidiendo ayuda al protagonista como si de un investigador privado se tratase.

No deja de lado la crítica socio política, la historia transcurre durante la guerra del golfo, hay personajes excombatientes en Vietnam, y el Jeffrey Lebowski Millonario perdió las piernas “a manos de un Chino” en la guerra de Corea.

La banda sonora es memorable incluyendo desde Elvis Costello a Bob Dylan, pasando por Creedence Clearwater Revival y los Eagles (Odiados por El Dude).

La fotografía impecable a cargo del multipremiado Roger Deakins.

Y como si fuera poco, un elenco que incluye actores de la talla de Philip Seymour Hoffman, John Turturro, Julianne Moore, Sam Elliott (Como el Narrador con su inconfundible voz) y por supuesto a Jeff Bridges como El Dude, John Goodman como el particular Walter Sobchak y Steve Buscemi como el entrañable Donny.

¿Puede una película transformarse en un lugar feliz como lo es escuchar el sonido de los bolos haciendo una chuza para el “Dude”?

No lo sé, pero si vale la pena cada tanto volver a verla porque siempre se encuentra algo nuevo y nos dejará con una sonrisa al terminar. De esas que duran todo el día y dan ganas de ir a compartirla con alguien.

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