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Los sobrinos punk de Almodóvar

Acaba de finalizar La mesías, nueva serie de Javier Ambrossi y Javier Calvo. Luego de Paquita Salas y Veneno, esta dupla se supera una vez más con este drama que une el mundo de la fe y la familia al mundo de la violencia y la oscuridad. Y en la construcción de su identidad como autores se pueden ver rastros de una herencia almodovariana. ¿Cómo, dónde?

En el año 2019 durante el Festival Internacional de Cine de Venecia, la directora argentina Lucrecia Martel fue la oradora de un homenaje a Pedro Almodóvar y en su discurso sintetizó en palabras todo lo que este director arrojó hacia sus futuras generaciones de directores y admiradores:

“Tus diálogos nos iluminaron el lenguaje de nuestras propias familias. Nos señaló el exquisito camino que las cantantes populares como Chavela, la Lupe, Mina, abren en la banda sonora.

Coleccionó en su infancia cromos o figuritas de divas del cine impresos en colores chirriantes que, dice, inspiraron su extravagante paleta de colores. Pero es imposible ver la obra de Almodóvar sin reconciliarse con los rincones de nuestras casas donde naufraga la moda. Los fondos horrorosos que pueblan nuestras fotos familiares, nuestras fiestas de quince y sus peinados. Almodóvar inundó nuestra memoria con invenciones que no necesitan de gran presupuesto, sino de honestidad provinciana.

Esos livings de empapelados desquiciados, los enfermeros amantes, esas alfombras de animal print, los peinados con spray, las mujeres asimétricas, los aros de cafetera nos hicieron más libres. Nos liberaron del buen gusto, de la buena educación, de la moral mezquina de los que se llaman a sí mismos normales.”

A partir de estas palabras podemos tomar algunos ejes para pensar en los rastros de Almodóvar hacia sus generaciones posteriores y traerlo hoy para compararlo con “los Javis”: la liberación del buen gusto y de la moral es uno de ellos.

¿Por qué Almodóvar es un autor?

Pero antes podemos detenernos a preguntarnos por qué se dice que Pedro Almodóvar hace “cine de autor”, qué significa ser un autor. Particularmente su figura emerge en el corazón de lo que se llamó “La movida madrileña”. Este fue un movimiento contracultural que surgió en España durante el proceso de transición hacia la democracia luego de la muerte del dictador Francisco Franco en 1975 y que había tomado el poder en 1939. Luego de este largo periodo de una violenta dictadura, esta movida se caracterizó por la liberación en la expresión artística, la noche de Madrid como el escenario del under y las fiestas. Podemos encontrar exponentes tanto en el teatro como en la música y el cine. Almodóvar es transversal a todas estas.

Todo esto se consolida en él con una fuerte identidad visual dentro de su cine. Lo que vemos es una serie de rasgos que se transformaron en parte fundamental de su unidad estética, visual y narrativa. Lo que lo hace un autor es que su huella se hace identificable en sus obras. Es innegable que si estamos viendo una película y vemos a una mujer con los labios rojos, vestido rojo, tacos y tapado de animal print, pensamos en Almodóvar. Y si la película no es dirigida por él, seguramente identificamos ese gesto como un homenaje o cita cinematográfica. Se apropió de esos rasgos plásticos, reivindicó lo kitsch y ahora “le pertenecen” como marca autoral. Esto no quiere decir que exista una fórmula para transformarse en un autor. Los cineastas trabajan su personalidad expresiva pero sólo se consolidan como autores cuando el público o la crítica especializada homologan de alguna manera sus rasgos y los asocia fuertemente a sus nombres.

Un rasgo almodovariano en los Javis

Pero no solo es una cuestión de imagen, cuando hablamos de “lo kitsch” nos referimos a esa estética asociada al “mal gusto”. Y si Almodóvar reivindica esto significa algo más que sólo una réplica de esa moda y volviendo a las expresiones de Martel nos podemos referir a la reconciliación con lo “no hegemónico”.

Los Javis tienen una calidad y una destreza notable para contar historias. No tienen por el momento -y esto no es algo malo- una marca visual que los distinga desde la puesta en escena de forma homogénea, de hecho cambian bastante entre una serie y otra. Pero sí podemos ver que sus búsquedas temáticas sí tienen elementos que se repiten, por ejemplo el protagonismo de las figuras femeninas y los personajes que atraviesan procesos de dolor mixturado con la pasión y un espíritu floreado. Esa mezcla de drama y brillo.

Volvamos a las palabras de Martel en Venecia, ella en un momento agrega: “mucho antes de que las mujeres, los homosexuales, las trans, nos hartáramos en masa del miserable lugar que teníamos en la historia, Pedro ya nos había hecho heroínas”. Y en los Javis podemos ver una réplica de ese esquema para la construcción de personajes. Tanto Paquita Salas como Veneno y ahora La mesías son historias traccionadas por diversidad de identidades y además cuentan con ecosistemas amplios de personajes que abarcan un gran abanico. Diría que incluso es un porcentaje muy minoritario el de personajes varones cisgénero heterosexuales.

Así como Almodóvar ha incluido la niñez y la fe entre sus tópicos, los javis han hecho lo mismo pero hay una diferencia importante que aportan Ambrossi y Calvo a sus historias: el sufrimiento como parte sustanciosa de la identidad. La procesión es parte del camino de sus ficciones.

Veneno y La mesías

Lo agridulce, lo oscuro y lo violento son parte importante de sus últimas dos series. Veneno cuenta la historia de vida de la cantante trans Cristina Ortíz a través de cuatro tiempos: la infancia, su transición, su periodo dorado de fama y sus últimos años, trazando un paralelismo a la influencia de su figura en las generaciones posteriores y más jóvenes.

Para describirla saco un pedacito de la contratapa del libro “Las malas” de Camila Sosa Villada, una historia que parece del mismo universo, “en su ADN convergen las dos facetas trans que más repelen y aterran a la buena sociedad: la furia travesti y la fiesta de ser travesti”. Veneno es eso, dura y emotiva en partes iguales, con una protagonista exuberante, ambigua, víctima, amorosa y resentida, interpretada en su adultez por Jedet, Daniela Santiago e Isabel Torres, y en su niñez por Marcos Sotkovszki y Guille Márquez.

Mientras que La mesías también nos ubica en los tres tiempos alrededor de Montserrat, pero los protagonistas son sus primeros dos hijos: Irene (Macarena García) y Enric (Roger Casamajor) que en el presente buscan liberar a sus hermanas de la secta religiosa creada por su propia madre mientras recuerdan las idas y vueltas de su infancia inmersa en los descarrilamientos de esta mujer que los marcó para siempre con su manipulación y su violencia.

Monserrat es interpretada fantásticamente en sus tres tiempos por Ana Rujas, Lola Dueñas y Carmen Machi. Mientras que el mundo de las hermanas que viven recluidas y conforman un grupo de música cristiana con videos y letras de lo más bizarro se inspira en Flos Mariae. Además de Dueñas se cuela del mundo Almodóvar la participación de la argentina Cecilia Roth.

Y para confirmar todos estos puntos en común, en a 38° edición de los Premios Goya esta dupla fue la encargada del homenaje por los veinticinco años del estreno de “Todo sobre mi madre”. Y en ese discurso dijeron "todos los que nos dedicamos a esto tenemos una película de Almodóvar que nos ha cambiado la vida" y agregaron "fui a ver Volver al cine y aluciné, dije esto qué es. Yo quiero formar parte de esto".

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