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Benicio Del Toro, Frances McDormand, Timothée Chalamet y Bill Murray juntos en The French Dispacht (2021) - Wes Anderson

Introducción

La prolífica carrera de Wes Anderson comienza en 1996, con el estreno de su primer largometraje, Bottle Rocket, y desde entonces ha dirigido y coescrito todas sus películas. Independientemente de la temática y del relato, el estilo milimétricamente cuidado, y de grandiosa generosidad visual es inconfundible, haciendo que la primera línea de cada película sea fácilmente asociable con su creador.

Sin embargo, destaca de The French Dispatch (2021), que antes de mencionar cualquier rasgo del trabajo estético, la mayoría de las críticas y reseñas que se recogen sobre la película hagan referencia al brillante elenco que la componen. Aunque diremos: no es de extrañar. Todo aquel que ha podido ver la película subraya el magnífico reparto presente en ella: Benicio Del Toro, Frances McDormand, Adrien Brody, Jeffrey Wright, Timothée Chalamet o Léa Seydoux, son varios de sus integrantes. También lo son, por supuesto, Tilda Swinton, Mathieu Amalric, Lyna Khoudri, Stephen Park, Owen Wilson y, cómo no, Bill Murray. Y no diremos más.

De nombre completo The French Dispatch of the Liberty Kansas Evening Sun (2021), la película fue presentada en el Festival de Cannes, y formó parte del Festival Internacional de Cine de San Sebastián en el año mil veintiuno dentro de la sección Perlak (al haber sido estrenada en otro festival).

Como ya es tradición, la dirección corre a cargo del propio Wes Anderson, y coescribe el guión junto a Jason Schwartzman, Hugo Guinness y Roman Coppola.

Argumento

La mayoría de las buenas historias se presentan al mundo con un relato principal y un relato cifrado, aquel en el que el autor introduce su verdadero objetivo, que a menudo tiene relación con su herida. Por encima de este, el relato es principal se entiende como la historieta, el cuentito a través del cual el espectador entiende el contenido de la herida, se identifica con sus personajes, portadores del conflicto, y trata de seguir el hilo conductor hasta llegar a entender cuál es el verdadero secreto de la obra. Hay relatos en los que la herida está más oculta, cuesta más llegar a verla. Y otros, que por el contrario, carecen incluso de historieta principal. Hablamos hace una semana de la memoria infinita, una historia sobre Augusto Góngora y Paulina Urrutia, en la que el relato cifrado estaba por encima del principal, llegando casi a ser uno, abocado a desaparecer en el tiempo.

The French Dispach (2021) nos presenta en su relato principal una antología, una colección de varias historias que pertenecieron al último número de una revista estadounidense, con sede en la ficticia ciudad francesa de Ennui-sur-Blasé en pleno siglo XX.

Por tanto, la redacción y la sede de la revista se convierten en el escenario principal por donde transcurren todos los hechos. Desde este espacio se introducen todas y cada una de las pequeñas historias que componen la película, y es que tal y como avanza un intertítulo nada más comenzar la película, Wes Anderson compone este gran relato a través de «un obituario, una breve guía de viajes y tres reportajes». Como analizaremos más adelante dentro de la estructura de la obra, lo más importante (por el tiempo que acogen en pantalla y por su profundidad dramática) son estos últimos tres reportajes que se mencionan.

Aparentemente inspirado en The New Yorker, la reconocida revista estadounidense, Anderson también se basa en quien fuese su director, Harold Ross, para la creación del personaje que interpreta Bill Murray, Arthur Howitzer Jr. Pero se aleja de todo estilo sobrio y formal tan propio del periodismo para construir, con todos los recursos habidos y por haber, una película-relato.

¿Cuáles son las historias que se esconden detrás del relato principal? A grandes rasgos, la constante necesidad de fuga y reconocimiento de un pintor en prisión; la organización de una lucha social impulsada por el movimiento joven; y, un extraño secuestro, con su (casi) irreal posterior rescate de un niño.

«Simplemente intenta que suene como si lo hubieras escrito a propósito»

Primer relato

Tal y como profundizaremos a la hora de analizar la estructura, todas las historias se componen a través de pequeñas elipsis y flashback que desorganizan y fragmentan el relato, con el objetivo quizás de incrementar el ritmo y volver algo loco al espectador. Así, este primer relato cuenta la historia del pintor Moses Rosenthale (Benicio del Toro), quien condenado a cadena perpetua por un doble homicidio, dedica sus días a retratar a su guardia Simone (Léa Seydoux). A través de un estilo vanguardista, lleno de color y abstracción, su compañero de prisión Julian Cadazio (Adrien Brody) se enamora de su trabajo y comienza a pagar muy caro por la posesión de los derechos del arte de este.

Mientras realiza intentos fallidos para tratar de que rebajen la pena de su compañero, Julián Cadazio convierte a la figura de Moses Rosenthale en toda una eminencia de la pintura moderna, convocando subastas y mecenazgos para que el artista pueda seguir creando desde dentro de prisión. Quien narra la historia de estos curiosos amigos, más bien compañeros, es la crítica de arte JKL Berentsen (Tilda Swinton), y lo hace desde un tiempo futuro, en un auditorio frente a cientos de personas que parecen escuchar atentamente una historia perteneciente al pasado. Este primer relato, y su composición temporal, adelantan la configuración que van a llevar el resto de historias. A pesar de que aquí, en estas líneas, han sido relatados de forma cronológica, Wes Anderson organiza los acontecimientos de forma fragmentada y en alternancia de tiempos.

Segundo relato

El segundo de los relatos se sitúa en los años sesenta, y cuenta la historia del movimiento social juvenil desarrolladas dentro del café Le Sans Blague.Aparentemente inspirado en las revueltas de Mayo del 68, Zeffirelli (Timothée Chalamet) y Lyna Khoudri (Juliette) son los cabecillas de las protestas estudiantiles llevadas a cabo en la época. Sin embargo, como todo en Wes Anderson, el realismo mágico toma un peso extraordinario en pantalla, y en este caso lo hace dentro del propio relato: la lucha del grupo juvenil planea la revolución de, nada más y nada menos, el ajedrez.

En esta ocasión, la estructura presenta la misma forma que en el primero de los relatos: hay alguien que cuenta esta historia. Lucina Krementz (Frances McDormand), reconocida reportera de la propia revista (The French Dispatch), acompaña a sus protagonistas en la vivencia de los acontecimientos. A diferencia de lo que sucedía con JKL Berentsen (Tilda Swinton), esta reportera cuenta los hechos en el mismo plano temporal en el que están sucediendo, de forma que las elipsis y los pequeños flashbacks se dan dentro de un margen mucho más reducido, no hay tantos salto entre el presente y el pasado.

Tercer relato

Como en los dos anteriores, el tercero de los artículos corresponde también a quién en su día lo relató en la revista. En este caso, al periodista Roebuck Wright (Jeffrey Wright), quien es invitado a una cena con el chef del momento, Mr. Nescaffier (Steve Park). El encuentro se desarrolla en casa del Comisario (Matthieu Amalric), y mientras los platos son introducidos, el Comisario va, sin descanso, presentando a todo aquel que forma parte del espacio, incluído a su célebre hijo.

De un momento a otro, de forma inesperada, el niño desaparece; es secuestrado por un grupo de criminales. Es así como Wright comienza a desarrollar un relato gastronómico lleno de crónica negra. Los sucesos de esta tercera parte se fragmentan, haciendo que el tiempo no sea lineal ni los hechos se desarrollen de forma cronológica. El secuestrador, un tipo llamado The Chauffeur, encierra al niño en una diminuta habitación de lo que se asemeja a un burdel y demandan un rescate. Para ello la trama está servida y cómo no, el Comisario y sus ayudantes organizan una trampa junto al gran chef.

Los saltos dividen los espacios en los que se cuenta y se vive la historia: el plató de televisión donde Wright cuenta lo sucedido en un tiempo futuro y la propia vivencia del secuestro en tiempo presente.

¿Pero cuál es la historia cifrada? ¿Cuál era el objetivo de Anderson a la hora de realizar esta película?

Claro está que, a menos que él lo dijese lo confesase en alguna de sus entrevistas, siempre es complejo descubrir el verdadero objetivo por el que un/a director/a hace frente a un nuevo proyecto. En este caso, hay algo de la historia cifrada, del relato subterráneo, que queda al descubierto. The French Dispach (2021) es a grandes rasgos una carta de despedida y de amor que, llena de melancolía, trata de que el oficio tradicional y ya pasado del periodismo no caiga en el olvido.

Obituario

El punto álgido de la melancolía de Anderson llega con el obituario, la última parte de la película. El comentario de la persona que ha fallecido recientemente es, en este caso, ni más ni menos sobre el propio director de la revista. Haciendo que la historia cobre el sentido que en un inicio se marca, hacer una celebración al viejo periodismo. Y se cierra de la única manera posible de acabar con todo de verdad, con el fallecimiento y el consiguiente cierre total de la revista.

Estilo visual y plástico

Basta ver unos segundos del largometraje para identificar a su director. De un estilo propio, único e inconfundible, al mismo nivel de lo que podríamos decir con Tim Burton, Wes Anderson ha conseguido que, película tras película, su universo sea absolutamente reconocible.

Hay elementos en común entre todas sus historias; las grandes agrupaciones de personas (familias, trabajadores de un hotel, redacciones de periódicos, etc); el gusto por el pasado; las escenografías milimétricamente detalladas hasta parecer decorados teatrales, etc. Y todas ellas, cómo no, están presentes también en The French Dispatch (2021). Quizás, de todas las que acaban de ser mencionadas, es la idea melancólica, el deseo por no olvidar el viejo periodismo, la que más condiciona el estilo visual y narrativo que compone la película. La melancolía impregna la imagen y todo sabe a pasado.

La idea de relato, de que haya alguien que te cuente la historia, se realiza a través del recurso más común, el de la voz en off. Debido al gusto por los detalles, la forma de estructurar los acontecimientos y la presencia de este recurso recién mencionado, hay algo de The French Dispatch (2021) que recuerda mucho a la ya reseñada Amélie (2001).

A nivel espacial, cada plano se descubre como un decorado teatral de lo más cuidado y perfeccionado. El director de escenografía, Andrew Weisblum, genera un universo único para cada relato, haciendo que todas y cada una de las localizaciones cuenten una parte del relato por sí mismos. A nivel visual, los planos están cargados de simetría, debido a que los escenarios están, en su mayoría, construidos a partir de formas geométricas. Partiendo de una estética espectatorial, la imagen no busca ser realista, como tampoco lo es la construcción de los curiosos personajes. Una mezcla entre lo disfuncional que habita en el universo de Burton y esa fina línea de realismo mágico que está tan presente en Amélie o Chocolat, está también presente en The French Dispatch (2023).

Asimismo, Wes Anderson trabaja parte de los relatos a través del dibujo en 2D tan característico de la viñeta, sobre todo para narrar una gran parte de la persecución del tercer relato (ya había trabajado con la animación stop motion en Fantastico Sr. Fox (2009) e Isla de perros (2018). A lo largo de toda la película, la imagen también se acompaña de frases escritas que subrayan lo que los personajes dicen. A pesar de que el color es en su mayoría en tonos pastel, algo que ya se observaba en filmes como El Gran Hotel Budapest (2014), el director hace uso de la ausencia de color, del blanco y negro, en ocasiones muy concretas, y siemrpe que se realiza un viaje a un tiempo anterior.

Estructura formal

Uno de los puntos fuertes de la película es precisamente su estructura formal. Hay algo mecánico, repetido, anafórico, que le da un sentido a la colocación de todas las pequeñas historias. El director podría haber optado por narrar de forma individual y ajena a la otra, la historia que se esconde detrás de cada relato. Sin embargo, escoge la misma forma, muy precisa y determinada, a través de la cual narra cada una de ellas. Son el hilo conceptual y la estructura formal el nexo de unión de todas estas pequeñas secciones que conforman la película. Por ello, se puede decir que The French Dispatch (2021) tiene una clara estructura episódica, compuesta de «un obituario, una breve guía de viajes y tres reportajes».

Dentro de estos «tres reportajes», hay algo en común que ver con la estructura argumental y formal de su composición. Los tres relatos implican a quienes retransmiten la información, a sus reporteros o testigos. Con la premisa de que estas pequeñas historias pertenecieron al último número de la revista estadounidense, la inclusión de la figura que retransmite la vivencia, permite al director recuperar constantemente el lenguaje periodístico. De la misma manera que en una película sobre la industria del cine, la inclusión de la figura del director, por ejemplo, ayudaría a subrayar el recurso del metacine de forma natural.

Así, en la primera de ellas, JKL Berentsen (Swinton) acompaña al pintor atormentado (Benicio Del Toro); Lucinda Krementz (McDormand) corrige y aconseja al estudiante (Timothée Chalamet); y finalmente, Roebuck Wright (Jeffrey Wright), el periodista gastronómico que finalmente realiza una crónica policial sobre un secuestro. Los tres sucesos comparten la figura de quien cuenta el relato, y el protagonismo de un personaje extraordinariamente entrañable.

Partiendo de un lenguaje escrito, ya existente y diferente en comparación con el del cine, «Anderson utiliza las herramientas del cine para aproximarse a la experiencia de la lectura». De aquí, probablemente, el uso de los propios elementos periodísticos, que lo ayudan a generar la sensación de crónica de una manera más directa y real.

Espacio, tiempo y ritmo

Todas las historias se desarrollan en un espacio caótico, extraño, inhabitual, en el que cualquier cosa inesperada podría suceder. Compuestas a través de pequeñas elipsis y flashbacks, este recurso trata de desorganizar y fragmentar los acontecimientos, haciendo que todas las historias sean una rememoración de unos hechos.

Esto logra indudablemente incrementar el ritmo, haciendo que todo suceda tan rápido que el espectador casi no pueda darse cuenta de lo que está pasando ante sus ojos. Los hechos se presentan y antes de llegar a describirlos entre su totalidad, el relato cambia de tiempo y se sitúa en otro espacio y otra vivencia. Esto podría funcionar si el contenido de todas estas pequeñas historias fuera lo suficientemente interesante y atractivo como para mantener la atención en tantos focos al mismo tiempo. Pero lo que sucede es que la película es más bien un precioso ejercicio visual que una interesante antología de sucesos vividos. Hay algo majestuoso y brillante en la estructuración formal y en el ejercicio estético de The French Dispatch (2021), pero a ratos carece de un contenido argumental de peso como para seguir con el mismo nivel de interés todo lo que sucede en la película.

La distribución de la película corrió a cargo de The Walt Disney Company, y por tanto está disponible para su visionado en la plataforma Disney. Merece absolutamente la pena perderse en cada plano y cada detalle que conforman esta colección de pequeños relatos. Es muy probable que no esté a la altura de otros trabajos del director, entre los que cabe destacar El Gran Hotel Budapest (2014). pero sin duda, Es una buena película para comenzar a introducirte en el curioso y único universo de Wes Anderson.

Nahia Sillero.

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