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El Oso, una cocina a todo fuego

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El Oso es una serie de televisión estadounidense creada por Christopher Storer​ y está protagonizada por Jeremy Allen White, Ebon Moss-Bachrach, Ayo Edebiri, Lionel Boyce, Liza Colón-Zayas, Abby Elliott y Matty Matheson.

La serie está filmada en el interior de un restaurante de calidad media en el que los clientes son mayormente trabajadores y el menú sandwiches de distintos sabores.

La tienda real de Chicago es Mr. Beef en Orleans, en River North. El creador era cliente habitual y amigo del hijo del dueño.

La primera temporada obtuvo 13 nominaciones a los Emmy

Carmy, un joven chef de alta cocina que vuelve a su casa en Chicago para dirigir la casa de bocadillos Italian beef de su familia después del suicidio de su hermano. Mientras lucha por transformar la tienda y a sí mismo, trabaja junto a un grupo de empleados que tratan de adaptarse a la ausencia de Mike y la llegada de Carmy.

Si el espectador espera ver una serie sobre cocina o tiene expectativas por conocer nuevas recetas y sus formas de cocinarlas, se equivoca. El oso es un recorte visual del pulmón de una cocina. Es el registro de un viaje por las venas de un restaurante que apuesta a ser eficiente. Carmy llega allí debido al suicidio de su hermano Mike. Entre ambos había algo que los juntaba y separaba con alternancias, y esa era la cocina de ese pequeño lugar.

El repatriado hermano ha triunfado en el mundo como un chef consagrado, pero se involucra a tiempo completo al nuevo desafío. Heredar el lugar es un legado al que no quiere escapar. Para ello cambia toda su perspectiva de vida y se reencuentra con un pasado que lo formó. Su hermana no lo apoya y su tío le recuerda que Mike le debía mucho dinero, pero Carmy muestra lo que es la decisión y la voluntad, soporta los inconvenientes como si fuera un jugador de ajedrez que sabe cada movimiento a realizar.

Este contexto lo tensa, pero nadie tira de la cuerda más de lo que esta da,todos son de alguna manera producto de sus respectivas resistencias.Aparecen deudas y hay que acomodar las funciones para generar más ingresos. Todo se hará más eficiente y motivador.Durante la primera temporada, Carmy casi nunca se ríe, su rostro en varios primeros planos es concentración y desborde.

Se reencuentra con un primo conflictivo y destructivo, pero toma a una nueva empleada que busca algo más que un trabajo y será un tubo de oxígeno para que ese pulmón no deje de respirar. Cada personaje lucha por su realización personal. Hay un misterio que rodea el siucidio y los va involucrando.La dinámica allí dentro es tensa, las órdenes giran como un carrusel para todos lados. Esa es una de las marcas de la serie, como un ojo omnipresente vemos como es una cocina en movimiento: concentración y estrés, quizás como en muchos otros lugares de trabajo, pero aquí esa fuerza debe despachar platos a velocidad y con el sabor necesario para garantizar el placer de los comensales.

Cada personaje comienza a crecer en una mecánica solidaria a su propio estilo. A veces son peleas o reclamos, otras con enojos y ofensas, pero las tareas se redirigen y acomodan. El pastelero, estimulado por el historial de Carmy, comenzará a leer libros de cocina, la cocinera más antigua, deja su terquedad y se sube a las nuevas formas. El primo pone una piedra tras otra, pero jamás dará la espalda al proyecto, es un eje que mantiene algo invisible que cada vez se solidifica más.

La serie visualmente retrata esa dinámica de trabajo con ritmo y artesania.La atmosfera esta expuesta en los rostros y los diálogos. Carmy es el símbolo de la responsabilidad autoimpuesta.Todos son actores de un barrio o ciudad que no se rinde.La historias secundaria se relatan de a poco y enriquecen la trama.Es una obra artística audiovisual que cumple con todos los ingredientes y como en una buena comida, están administrados en las dosis necesarias para hacer de El Oso un plato visual a degustar con placer.

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