La trilogía que todos hemos visto más de una vez

Existen decenas de películas que vería una y otra vez.

Matrix, Bastardos sin gloria, La vida es bella, etc.

Solamente existen tres que se diferencian del resto por la sencilla razón de que nunca las tomo en cuenta para rever a la hora de hacer mis búsquedas por las infinitas plataformas pero cada vez que me las cruzo por azar haciendo zapping es imposible no quedarme allí mirando y disfrutando como un adolescente.

Ese efecto es solo el 50% de la

magia que tienen Volver al futuro 1, 2 y 3.

Anoche, tras unos cuantos minutos de pasar canales como en piloto automático, me encontré con la tercera entrega recién empezada y ya todos sabemos que la volví a ver.

Al ver al villano Biff Tannen caer por tercera vez en el estiércol (una vez por película), me pregunté: por qué gusta tanto si en términos generales ocurren los mismos sucesos en las tres entregas?

Fue la respuesta a esa pregunta lo que me hizo comprender cuál es el otro 50% de la magia de esta trilogía de culto.

La primera entrega fue estrenada en el mismo año en el que está ambientada así que, temporalmente, la empatía de ver en pantalla grande exactamente la misma vida que disfrutamos por aquel entonces fue el gancho que el filme nos tiró para tenernos ahí. En el viaje al pasado nos encontramos con una situación, con la posibilidad de despejar algunas dudas que en algún momento todos tuvimos: papá y mamá se enamoraron a primera vista? Mamá era una santa? Papá era un líder? Ambos fueron alumnos ejemplares?

Todos en algún momento nos hicimos esos cuestionamientos, el escritor lo sabía y lo usó magistralmente al mismo tiempo que jugó con nuestra psiquis de una forma muy sana y divertida. Nos llevo más allá de la empatía y nos hizo sentir que nosotros éramos Marty.

La segunda entrega repitió la receta y nos sacó del futuro distopico que tenían la mayoría de películas de la época para entregarnos un futuro más alegre y real. si estás leyendo este artículo estoy seguro que te preguntaste: real?
si así es, real. de todas las invenciones presentadas en la segunda entrega la única que se nos debe es la de las autopistas con autos voladores. el resto está.

Casi pareciera que Robert Zemeckis viajó al futuro de verdad y tomó apuntes para volver al pasado y hacer su trabajo casi con la precisión de un documental.
Incluso en millonario Biff nos genero empatía al haber creado un imperio basado en las apuestas de una revista deportiva del futuro. Quién de nosotros no lo hubiera hecho?

La tercera entrega es el broche de oro y cuidado que esto lo escribe alguien que odia las películas del lejano oeste. Ver el nacimiento de Hill Valley o conocer al primer Mc Fly nacido en América son los guiños que le dan el cierre perfecto a la trilogía. Trilogía que lo tiene todo: comedia, ciencia ficción, romance, muchisimas referencias sobre su propio universo, un DeLorean que en el 85 parecía futurista y en el 2024 lo sigue pareciendo.

En resumen la magia de la franquicia radica en cuidar de sobremanera cada detalle, esconderlos para que el espectador los vaya descubriendo y se sienta así parte de la historia.

Todos los que en el 85 fuimos Marty Mc Fly lo seguiremos siendo aunque sea un poco hasta que nuestra vida diga the end y no se precisen carreteras en nuestro último viaje.