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EL CONJURO 2: LA SECUELA QUE TE HACE REZAR DESPUÉS DE VERLA

James Wan tras el éxito de la primera entrega de El Conjuro de 2013, se dispuso a generar más pavor que nunca con la segunda parte del mundo de los Warren; demonólogos e investigadores paranormales de la década de los 50 y 60. Ha tener en cuenta que al igual que toda la saga, la ficción del film supera a la realidad, pero esto no desprestigia para nada el valor de esta cinta que logro hacer gritar a más de uno.

La historia hace hincapié en los eventos sucedidos en el año 1977; en la casa de la familia Hodgson tras llamar la atención del público por posibles sucesos paranormales en la vivienda, siendo dominado el caso como “La maldición de Enfield”. De por sí simpatizamos desde un principio con los miembros que constituyen la familia de esta entrega; en especial con Janet Hodgson (Madison Wolfe), niña que soporta el abuso físico y psicológico de un ente maligno.

Su segunda parte nos brinda más de la pareja conformada por Ed (Patrick Wilson) y Lorraine (Vera Farmiga) Warren. Nos muestran más de su vida privada, y de su amor incondicional a pesar de las penurias que frecuentan. Ya de por sí los vemos en su zona de confort, y como llevan una sana convivencia familiar; pero la maldad no descansa y se ven obligados a intervenir nuevamente.

Es notable que la historia a pesar de ser extremadamente exagerada en el tercer acto, pueda ser tan consistente. De por sí el misterio e incertidumbre se encuentra presente desde el inicio de la película; sembrando el suspenso que escala de manera desmedida hacia el horror.

EL ARTE DETRÁS DE LA MALDAD

Todo está muy bien analizado como lo es el caso de la colorimetría del largometraje, que cuenta con colores opacos y fríos. Esto nos ubica a un espacio frió y siniestro, donde se remarca que una presencia ronda por aquella casa. De por sí el film cuanta con colores vividos por momentos; pero conforme el mal se va haciendo presente…la vida se apaga.

La secuencias que nos presentan es muy innovadora, obviamente los scremers y sustos baratos también se hacen presentes, pero hay que destacar que supieron llevar lo macabro a una escala mayor. Se permitieron jugar con sombras, ángulos de cámara, planos, silencios; y figuras, que trasforma la perspectiva de lo que se visualiza para darle un giro a lo que observábamos. Ya se podría decir que es de las más impredecibles de la saga del Conjuro.

La instrumental compuesta por Joshep Bishara nos transmite una sensación de inseguridad con cada nota, es parte del fuerte del Conjuro 2. A diferencia de su antecesora, esté recurso no está del todo recurrente en los momentos de los sustos, sino que cumple esa función de acompañamiento que termina brindando el toque final a sus escenas.

EL HORROR DESPUÉS DE HORROR

Algo que destaco del Conjuro 2, son sus créditos los cuales cuentan con cintas de audios e imágenes de los sucesos reales. Se advierte que puede llevar a ser demasiado fuerte, debido a su contexto. En la primera adaptación se utiliza el mismo recurso tras finalizar la película; pero se debe tener en cuenta que dicha segunda parte es más escalofriante que la anterior.

Lo más perturbador de sus créditos, son los archivos de audio, mismos que se recrean en la película. Pero es más escalofriante saber que lo que se está oyendo como una voz rasposa de un hombre mayor; proviene de una niña.

No pienso dar más detalles de la película, ni pienso nombrar a sus fuerzas antagónicas; sino que quiero invitarlos a que tomen coraje para adentrase a la mejor película de un caso de los Warren.

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