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En busca del tiempo perdido: El abrazo a la nostalgia de 'T2 Trainspotting'

Fuente: Graeme Hunter / CTMG

POR JERÓNIMO CASCO

3 de JUNIO del 2024, 18.29 PM | UTC-GMT -3

¿Adónde va el tiempo perdido? ¿Qué es lo que podemos hacer con nuestros recuerdos, nuestra memoria? ¿De que nos sirve tanto rencor si no podemos cambiar el pasado? Lo hecho, hecho está, y así lo entiende Mark Renton, el protagonista de la estupenda Trainspotting (1996), obra maestra que es parte de la revolución cinematográfica británica de los 90s, en donde un grupo de jóvenes amigos vivía bajo sus propias reglas en una descontrolada Edimburgo. Una verdadera película de culto que toca temas como las adicciones, las relaciones familiares, la lealtad, pero sobre todo, la amistad.

Tras huir con 16 mil libras en el final de aquella película, abandonando a sus tres amigos pero también abandonando una vida sin mucho rumbo, Renton se mudó a Amsterdam, se graduó en Contabilidad y ahora trabaja para una pequeña empresa en el manejo de inventario para el sector de menudeo. Tiene dos hijos, Laura y James (algo que es mentira pero se le dice a Simon -ex Sick Boy- sólo para aparentar pertenecer a un sistema), y la vida parece sonreírle. Pero a Spud, Simon y Frank no les va tan bien: Spud es un adicto que jamás pudo recuperarse, Sick Boy heredó el solitario bar de su tía al costado de una vía y Frank pasó los últimos veinte años en prisión acumulando un odio desproporcionado hacia Mark.

Pocas veces la nostalgia se vio tan bien representada en una película como lo es en la secuela tardía de aquel clásico noventero, T2 Trainspotting. Con la vuelta del elenco original y algunas caras nuevas, Danny Boyle se embarcó en la difícil tarea de mantener viva la esencia de aquel primer capítulo, sumándole compromiso y un talento innato a la interpretación y reinterpretación que la audiencia puede tener sobre aquel inicio del viaje delirante que tuvieron este cuarteto de adictos. ¿Nosotros cambiamos con el tiempo, los tiempos serán los únicos que cambian o es un conjunto de ambas cosas? Esta pregunta es cuestionada en cada una de las decisiones que toman los personajes en este "reinicio de los conflictos".

Es interesante ver, como cada uno de ellos, tiene su propia versión de la historia. Spud, que era el más tímido e ingenuo de todos, fue el único que recibió su parte en aquellos tiempos, pero que lo calló por temor a la violencia que podía ejercer sobre él el infame Frank. En un intento de suicidio luego de no ver ninguna luz en el camino tras un largo camino de adicción a la heroína, Spud recibe la visita de Mark como si se tratase de un ángel salvador, que le saca la bolsa con la que se estaba ahogando de su cabeza. Si, Mark volvió a Edimburgo en busca de perdón, redención y amistad. Debe lidiar con las consecuencias de no poder perdonarse el haber cometido semejante traición.

Simon, que ahora se encuentra en una extraña relación junto a una joven búlgara llamada Veronika, juega al pool mientras el único cliente que tiene en ese momento bebe una cerveza. Pero de incógnito Simon tiene un segundo trabajo: extorsiona a pervertidos (pueden ser las caras más reconocidas de la comunidad, desde un profesor, un bancario o ese tío del que nunca habías desconfiado) que en sus ratos libres contratan trabajadoras sexuales y, tras conseguir los videos de esos momentos, les pide una suma de dinero para que él no divulgue el material en Internet o a los medios. No se puede decir que es algo necesariamente malo lo que hace, es más, hasta puede que le haga un favor a la sociedad. Su plan de venganza comienza instantáneamente en el momento en el que ve a Mark después de veinte años, aunque Mark no lo sepa.

Pero el más peligroso de todos, Frank, que se encuentra en la prisión de Edimburgo. Su abogado le da la noticia de que probablemente tenga que seguir cinco años más tras una fallida apelación, y casualidad del destino, forma un plan para escaparse en el mismo momento en el que Mark regresa a su Edimburgo natal. “Disculpa, ¿de donde eres?” le pregunta el personaje de Ewan McGregor a una joven eslovena que promociona la llegada a la ciudad, preocupado de que muchas de las cosas que él creía vigentes se hayan perdido con el tiempo. Un tiempo que sin dudas, ya no es el mismo: las personas están desconectadas de la realidad con la virtualidad y escogemos la vida que creemos que es la mejor para nosotros porque así lo dice el sistema.

Fuente: Jaap Buitendijk / CTMG

Boyle congela el tiempo por un segundo antes de que un plano se funda con el otro. Las decisiones estéticas quizás no pesan tanto como las narrativas en esta secuela, pero si se puede percibir en los detalles ese adiós. No hay manera de regresar en el tiempo a menos que lo congeles en una foto, y es interesante cómo una película juega ese papel de archivo o testimonio en paralelo con lo que se nos está narrando. Siempre tendremos acceso a poder ver una película que nos hable sobre la melancolía y la nostalgia que sentimos al pensar en los momentos más hermosos e inolvidables que tuvimos en nuestro pasado, pero son casi nulas las veces que podemos sentir lo mismo que sentimos en ese momento.

¿Quienes aparentamos ser? En la escena inicial Mark Renton pertenece al sistema. Corre en una caminadora sin destino de un gimnasio junto a otras personas para estar en forma. ¿Porque no podemos correr junto al verde de nuestro barrio? Este dictamen social se quiebra dentro suyo cuando recuerda los años en donde era joven y corría por Edimburgo escapando de la policía, jugando con los paralelismos, pero específicamente se apoya en esa sonrisa repleta de picardía y rebeldía en el momento que cruzaba el puente para formar otra vida. ¿Cuánto pensamos las decisiones que tomamos?

ESCOGE LA VIDA. Escoge las redes sociales, en donde le echamos bronca a gente desconocida sólo para canalizar nuestra ira y nuestros remordimientos, escoge gente que aparenta pertenecer así no eres la oveja negra del rebaño, escoge lo más caro porque te da estatus social, escoge perder el tiempo scrolleando en Instagram, escoge seguir no aprendiendo de tus errores teniendo una vida circular, transformándote en una bola de arrepentimientos, escoge el éxtasis inexistente de un domingo en familia. Pero sobre todo, escoge las buenas secuelas que nos da el cine, como lo es Trainspotting 2.


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