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Viajar y volver a viajar con Chihiro

Si hay algo que el estudio Ghibli, y especialmente su director, sabe hacer, es crear películas emotivas que podemos ver una y otra y otra vez sin perder el interés por ellas. Desde películas que celebran la imaginación de los niños como Mi vecino Totoro hasta películas biográficas como Se levanta el viento, queda claro que no hay tema que no hay historia que Hayao Miyazaki no pueda contar sin atraparnos. Pero sin lugar a dudas, la que merece que volvamos a visitar es El viaje de Chihiro (Sen to Chihiro no Kamikakushi).

Sección visual de El viaje de Chihiro - FilmAffinity

La película arranca con Chihiro, una joven de 10 años, y su familia viajando en el medio de la mudanza hacia su nueva casa. En medio del viaje, el padre decide tomar un atajo para ahorrar tiempo, pero este los termina llevando al medio del bosque, donde se encuentran con un extraño túnel que, pese a la negación de Chihiro, los padres deciden bajar del auto para investigar. Del otro lado, descubren un parque de diversiones abandonado, lleno de deliciosos platos de comida que los padres no dudan en devorar. Frente a los cuestionamientos de su hija, le comentan que pagarán cuándo vuelvan los dueños, pero Chihiro decide seguir investigando mientras sus padres comen.

Sin embargo, al toparse con un niño, le advierte que deben irse antes de que se hiciera de noche. Chihiro vuelve en busca de su familia, pero no los encuentra y, al caer la noche, espíritus comienzan a aparecer por todos lados. Al ya no poder escapar, Haku ayuda a Chihiro a conseguir trabajo en las aguas termales del parque a toda costa. Es en ese momento, hablando con Yubaba, la dueña del local, que Chihiro aprende que sus padres fueron convertidos en cerdos y que la única manera de salvarlos es trabajando hasta pagar su deuda.

Generación GHIBLI on X:

Hasta acá, suena como una película como cualquier otra…¿entonces qué tiene que la hace tan especial? Sin lugar a dudas, lo primero que tengo que mencionar es todo el subtexto que presenta la historia. Al igual que tantas otras películas de Ghibli, El viaje de Chihiro nos lleva en una increíble aventura de como una niña de 10 años atraviesa varios desafíos para cumplir su meta. En este caso, Yubaba no le hace fácil rescatar a su familia: la pone a trabajar tanto o más duro que a otros empleados, le da las tareas más difíciles y, tal vez uno de los puntos claves de la trama, le hace olvidar quién es.

Ahora, visto con una mirada de adulto, existen unos tantos otros temas que se pueden ver y analizar. El principal y más importante, el filme presenta una dura crítica hacia el capitalismo, tema frecuente en las películas de Miyazaki. Desde el comienzo, con los padres comiendo todo lo que se encuentra a su paso hasta convertirse en cerdos hasta algo un poco más profundo, como el trabajar hasta olvidarnos de quiénes somos y para qué estamos gastando tanta energía y tiempo.

A lo largo de los años, he revisitado esta película en distintos momentos de mi vida y siempre encuentro algo nuevo. Recuerdo haberla visto en el cine de muy chica allá por el lejano 2003 y salir maravillada con la historia de una niña valiente que salva a sus padres. Mi mamá, que fue quien me llevó a la función, salió pálida sin poder creer que había dejado que su hija tan chica viera una película con una trama de temas tan complejos. Hablándolo con ella a medida que yo crecía, pude empezar a ver por qué salió tan preocupada, pero esa es la magia de esta película: yo vi una trama completamente diferente a la que vio ella, y de adolescente vi un tercer enfoque, uno en el que el cuidado de los animales y del medioambiente era el eje central.

Si no vieron Chihiro desde que eran jóvenes, no puedo dejar de recomendar que la vuelvan a buscar. La experiencia, la lectura, el enfoque…todo cambia cuando uno crece. Es la sorpresa que nunca acaba.

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