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AMORES PERROS: El inicio de una Trilogía Inmortal

Hace ya más de dos décadas que se estrenó la Ópera Prima de González Iñárritu que significó el inicio de su “Trilogía de la muerte” y además marcó un hito en la historia del cine latinoamericano. Claramente es una exploración cruda y profunda sobre la vida urbana en la ciudad de México. Está pieza, indudablemente una obra maestra del cine contemporáneo, nos ofrece una severa visión profundamente humana sobre la realidad de la ciudad más poblada de América, explorando temas como la violencia, la traición, el amor y la redención. Su narrativa no lineal, sus personajes creados con una profundidad realista genialmente desarrollada, nos sumergen en la trama de tres historias de individuos muy distintos que terminan cruzando sus caminos en un accidente automovilístico.

Uno de ellos, Octavio, muy bien interpretado por Gael García Bernal en su debut actoral en el cine (González Iñárritu encontró este talento en el casting y no dudó que estaba hecho a medida para interpretar a Octavio y luego de este film, García Bernal hizo una carrera excepcional como actor), lleva una vida precaria en un barrio peligroso de la Ciudad de México, cuando comienza a ganar dinero con su perro “Cofi”. En este bajo mundo del dinero ilegal, el engaño, los códigos de la calle y la violencia, entre los abusos de su hermano Ramiro (Marco Pérez) y el deseo hacia Susana (Vanessa Bauche), la mujer de Ramiro, el amor platónico de Octavio, Gonzáles Iñárritu nos sumerge en esta realidad tan cruda como palpable, cercana y lejana a la vez, que nos hace sentir los deseos de superación de Octavio, tanto como su ambición y sus ganas de salir de ese ambiente hostil y dañino que lo está volviendo loco.

Luego, tenemos a la modelo Valeria Amaya (Gaya Toledo) quien es la amante de Daniel (Álvaro Guerrero), jefe de una revista, hombre casado y con hijos. En esta historia el director nos cuenta un poco sobre la frivolidad de la vida, la superficialidad de los personajes, asuntos de una realidad muy distante a la de Octavio, pero que sin embargo, llegan a tornarse oscuros y fríos, dolorosos y pesumbrosos, pesares tan palpables y reales como los de Octavio. En esta trama, “Richie”, el perro de Valeria, juega un papel fundamental entre ser el refugio emocional de Valeria, tanto como el motivo de su deterioro mental. Daniel mientras tanto representa un personaje repugnante, lujurioso, traicionero, conveniente, antimoral, con el cual es muy difícil crear empatía pero que sirve como eje fundamental para entramar la historia.

Finalmente, la historia de “El Chivo” (Emilio Echevarría), el personaje más profundo, el mejor desarrollado, el personaje con más matices de la historia, el personaje encargado de cerrar el círculo de historias convergentes en la película. “El Chivo” es un ex profesor de Universidad Privada que dejó a su familia tras unirse a la La Liga Comunista cuando su hija, Maru, tenía tan solo 2 años. Tras quedar libre luego de una condena de 20 años, “El Chivo” vive en un barrio de muy bajos recursos en un espacio que comparte con varios perros callejeros. Su familia, familia acomodada por cierto, lo toma por muerto, y él sobrevive como asesino a sueldo. Los contrastes de su vida, el desmoronamiento de la misma, el pasar de la luz a la penumbra casi total, lo irónico y trágico, las decisiones que determinan el camino de un personaje excepcionalmente sufrido, orgulloso y a la vez arrepentido de sus acciones nos llevan a cerrar el ciclo cuando, luego del accidente, se lleva consigo a “Cofi” para salvarle la vida, sin saber que este perro era un agente mortal para otros perros.

La textura y el color del filme son magníficamente usados para retratar este enmarañado de historias y situaciones tan complejas como sus personajes. El uso de la cámara en mano perfectamente decidido para los momentos de inestabilidad, de confusión y toma de decisiones difíciles; las escenas de acción realizadas con tal cuidado que sorprenden para el presupuesto reducido que significa realizar una Ópera Prima en Latinoamérica; el casting maravilloso que conecta la experiencia y el recorrido excepcional de ciertos actores con la frescura e innovación de los actores nuevos y hasta debutantes (como es el caso de García Bernal) que capturan e interpretan la complejidad de la condición humana de una manera exquisita. En conclusión una pieza que no puede pasar desapercibida para un amante del cine.

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