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GOT: LA LARGA NOCHE, un elixir para fanticos de Game of Thrones

Y me atrapo una vez más.

HBO se parece en cierta forma a un demonio.

De esos que tientan a los humanos con toda clase de cosas que hacen a pesar suyo, solo porque no podemos resistirnos. Somos débiles y ellos los saben. Es una caída, una succión en la que por mucho tiempo quedamos atrapados en las garras de la pantalla. Cada cual tiene su punto débil y es por el que se rompe la cadena. Algunos sufren de ansiedad por oscuras pasiones, otros no pueden dejar tal o cual sustancia y hay quienes no logran deshacerse de esos vínculos tóxicos que los envuelven en mareas de sufrimiento.

Para mí, igual que seguramente para muchos de ustedes, son las buenas historias.

Pueden ser de ciencia ficción o de fantasía, de superhéroes o del universo Star Wars.

Y uno de estos mundos dentro de mundos que me abducen al sillón para tomar de mí hasta la última gota de atención, es, sin dudas, Game of Thrones

La multipremiada serie que revolucionó el mundo de la pantalla chica por su mezcla de batallas medievales, fantasía esotérica, mundos imposibles y por supuesto, dragones.

Game of Thrones o Juego de Tronos como se la conoce en los países de habla hispana, es la quintaescencia de la aventura de fantasía como un relato para adultos. Cargada de violencia, sexo, traiciones, deseos de salvación y de posesión, brujas poderosas que mandan a matar niñas, Maestres que practican la necromancia, muertos vivos, reyes muertos, la noche infinita y las heroínas y héroes más inolvidables, nos traccionan hacia una realidad aparte.

En este universo hay casas gobernantes, abanderados, escudos y castillos. Hay reyes ricos y pobres, banqueros, magos, curanderos, Maestros de susurros, niños asesinos, sacerdotes de dioses oscuros y mercenarios por doquier. Hay reinos de la montaña y del agua, del norte y del sur, del desierto y del hielo. Tenemos islas perdidas en donde se practican antiguos rituales de asesinos sagrados y tierras del sol en donde se comercia con la muerte.

Hay compañías guerreras que se venden al mejor postor como los Segundos Hijos o la Compañía Dorada y hay civilizaciones antiquísimas y prósperas que viven de la esclavitud. Y donde hay comercio, soldados y reyes también hay gastos y por eso aquí existe hasta el Banco de Hierro, prestamistas tan poderosos que pueden derrocar gobiernos (reinos por supuesto) y cualquier coincidencia con la realidad es solo eso…

En Game of Thrones tenemos cuanta pasión y sucesos hay en la vida humana.

Ha sido y es la saga de fantasía más completa y compleja construida ya no para una lectura infantil sino para ser disfrutada casi como un objeto pecaminoso. Porque es imposible que quien mira no se refleje en uno o en muchos de los personajes que pueblan los Siete Reinos y sus adyacencias.

Y justamente debido al éxito impresionante de sus ocho temporadas ha salido a la luz hace poco una precuela llamada La Casa del Dragón, que cuenta básicamente, el pasado (más de 300 años antes) de la poderosa familia Targaryen.

Y como la casa de Home Box Office (HBO) nos quiere ir poniendo a tono para volver a cautivar nuestra atención (y destruir nuestra agenda), están pasando todos los capítulos, una verdadera maratón, no solo de House of the Dragon sino todas las temporadas de Game of Thrones.

Y aquí estamos, atravesados por el deseo y el entusiasmo. Excitados y efervescentes a la espera de otro capítulo, de otra temporada, de una nueva vuelta de tuerca a la historia. Peor aún, volvemos a ver todos los capítulos una y otra vez. Y sufrimos, reímos, lloramos o nos emocionamos con lo que ya sabemos que va a pasar. Nos tomamos de las manos en los momentos difíciles, saltamos de la silla ante las sorpresas y vivimos la vida de cada uno de nuestros personajes preferidos.

Sean los de las casas reales de los siempre taciturnos Stark, los determinados Baratheon, los orgullosos Arryn, los extraños Tully así como los poderosos Tyrrel, los apasionados Martell y los siempre prominentes y poderosos Lannister.

Y por supuesto, la familia emblemática de la serie, los Targaryen, las casa de los dragones.

Además de estos hay cientos de casas menores que tienen cada cual su propia historia, linaje y tradición.

George R. R. Martin ha creado un universo que es casi un multiverso, tan complejo y vasto que es fácil perderse. Hay quienes dicen que el mismo autor se ha perdido en el mismo y es por eso que nunca nos entregó (al menos hasta ahora) los libros seis y siete prometidos hace años.

Nota del autor: He leído los 5 libros existentes y la falta del próximo es una herida que aún no puedo sanar. Sin embargo, espero, contra toda esperanza, que Mr. Martin se ponga a escribir y nos entregue el sexto libro al menos. ¡He dicho!

Pero lo perdonamos… al menos parcialmente. Después de todo ha creado personajes icónicos como Tyrion, Daenerys, Jon Snow, Arya Stark, El Perro, Cersei, la Bruja Roja y el Rey de la Noche entre millares más. Y nombrarlos a todos sería material para una docena de artículos.

Y cuando digo que esta cosa, esta serie, este universo nos atrapa, ustedes, saben de qué hablo. Pero por si no se lo imaginan, les cuento que estaba sentado en mi sillón, revisando unas notas y tenía pendiente escribir mi último artículo del mes para Peliplat.

Tenía previsto varios temas muy interesantes: La Ciencia Ficción argentina, una nota sobre Fallout la serie, un homenaje a George Lucas… y de pronto me encontré mirando una vez (y van ya … no sé cuántas veces) el que para mí es el más emblemático de todos los capítulos de la serie. Y eso que hay muchos que nos dejan pasmados y nos marcan para siempre.

Me refiero al capítulo 3 de la temporada 8, que se constituye en cierta forma en el final de una de las partes más importantes de la historia. Aquí se juntan todos para vencer al Rey de la Noche.

Allí lejos en el frío invierno de Winterfell, entre la nieve incesante y el viento, un grupo de mujeres y hombres buscan resistir el poder del frío eterno que se avecina.

Y están casi todos. Digo casi porque como ya sabrán, algunos siempre fallan y traicionan la causa a último momento, o mejor dicho, como parte de un intrincado y funesto plan.

Sin embargo y contra todo pronóstico (especialmente teniendo en cuenta la historia pasada) esas personas, esos apellidos con sus reinos y pleitos (incluso odios centenarios) logran unificarse bajo un mismo mando para lograr una epopeya casi imposible.

Sabemos a esta altura que el Rey de la Noche tiene un poder casi absoluto: gobierna a los muertos y de hecho los hace revivir, si es que arrastrarse como zombis se puede llamar vida, y posee a esta altura un dragón muerto o mejor dicho un dragón zombi que escupe fuego azul de su podrida y nauseabunda boca.

Tiene el poder de arrojar unas lanzas de hielo maligno y parece no tener emociones ni sentimiento alguno. Solo un propósito. Traer la noche infinita sobre este mundo.

Y tiene seguidores que parecen casi más temibles que él mismo. Esos muertos blanquecinos con largas cabelleras, armados como caballeros del hielo y con los ojos azules como gemas de oscuras aguamarinas encendidas.

Y los muertos. Por miles o cientos de miles. Todos responden a su llamado.

El Rey de la Noche no negocia, no concede, no se detiene.

A esta altura de la historia ya ha destruido el muro de hielo que ha separado a los reinos de las tierras salvajes por milenios. Practica rituales oscuros, tenebrosos y deja sus marcas como obras de arte abyectas de una portentosa oscuridad, como ese niño clavado contra la pared en medio de una espiral de brazos amputados, que cuando llega un grupo para ver aquella orgía de sangre, el niño muerto empieza a gritar y sus ojos se vuelven azules y nosotros sentimos mucho miedo.

No vamos aquí a narrar un argumento, aunque imagino que quien esté leyendo esto conoce ya la historia y busca (como hacemos los fanáticos) alguna vuelta más a la calesita existencial del sentimiento de que esto no se ha acabado, que sigue, que sobrevive al fin de ciclo, que los personajes aún pueden cobrar vida y que en algún lugar (quizás un universo paralelo) ellos están aún allí, peleando, bromeando, debatiendo, traicionándose, amigándose y amándose.

Pero no podemos dejar de recordar que en este capítulo en particular suceden tantas cosas hermosas como terribles.

Los momentos previos son memorables. Se han reunido todos y luego de la difícil tarea de ponerse de acuerdo (recordemos que aún se disputa el trono de hierro), se asignan tareas, se imparten indultos, se reparten armas y se planifican estrategias.

Por parte de los Stark tenemos al Cuervo de Tres Ojos, es decir Bran, que desde su silla de ruedas sobrevuela con su mirada puesta en el pasado el presente y los posibles futuros, la idea central sobre como destruir al enemigo de los vivos.

En este clan también está la Dama de Winterfell, Lady Sansa, que tanto está a favor de la unión como el recelo por el poder que esto le otorga a Daenerys.

Arya, una niña sin nombre, ha llegado hace poco al castillo que fue su hogar de nacimiento y nadie sabe muy bien qué hacer con ella, salvo Gendry, el bastardo herrero del fallecido (muerto por un jabalí) rey Robert, que además de forjarle su arma, encuentra que puede intimar con ella. Los demás le temen, y hacen bien.

Y claro está Jon Snow (recordemos que los apellidos de elementos de la naturaleza se refieren este mundo a los bastardos, es decir a quienes han nacido fuera del matrimonio), con lo cual Snow (nieve en inglés) es su apellido, pero en realidad, aquí él se entera de que ni siquiera eso es cierto… pues, como ya sabemos todos a esta altura, es en verdad un Targaryen, y encima el auténtico heredero al trono de hierro, aunque aquello no le interese.

Por parte de los Lannister se encuentra Tyrion que es “La Mano” de la reina y su hermano Jaime “el Matarreyes” que ha venido a unirse a pesar de la traición de su hermana. Brienne de Tarth, la dama caballero, con su escudero Podrick.

El “caballero de cebolla” Sir Davos Seaworth, que ha llegado mucho más lejos de lo que él mismo creía, dada su escasa habilidad con la espada.

Guerreros como Beric Dondarrion (el varias veces resucitado) con su espada flameante, Sir Clegane (El Perro) con su mala disposición de siempre y el infaltable, fiel, enamorado, caballero en el exilio, Jorah Mormont.

Pero también se han unido los hombres de la Guardia Nocturna, Edd junto a su antes enemigo el poderoso y grandote Tormund que se jacta de ser así por haber tomado durante tres meses leche de la teta de una gigante. Y está Sam Tarly, el mejor amigo de Jon Snow y único sobreviviente de la casa Tarly …

Sumado a estos están los Inmaculados con Thorgo (Gusano Gris) a la cabeza con la siempre presente Missandei, la políglota traductora y persona de confianza de la reina.

Además, están los salvajes Dothraki y todos los soldados unidos de los siete reinos (menos el ejército Lannister que, como sabemos, no ha llegado). Y dos dragones.

LA NOCHE ES OSCURA Y ESTÁ LLENA DE TERRORES

Y así arrancan las escenas más hermosas e impactantes.

Antes de la batalla. Todos se alistan. El ejército de los muertos se acerca. Las tropas están dispuestas. Mujeres, niños junto a Tyrion y a Varys se han ido a salvaguardar a las criptas. La tensión es palpable, el miedo se siente en cada uno de los personajes.

Nadie habla. Algunos rezan a sus dioses.

De algún lugar llega Melisandre la Bruja Roja y Los “Arakhs” (las armas curvas de los dothrakis) se encienden con fuego luego de sus invocaciones.

Comienza la batalla. Los dragones sobrevuelan con Daenerys y Jon montados en ellos.

Ese momento es uno de los mejores de la historia de la caballería y las narraciones épicas. Solo comparable al ataque de la caballería de Rohan en Gondor o las escenas de Corazón Valiente.

Solo que aquí se pelea contra la muerte en sentido literal, se combate contra muertos vivos, y la fuerza desplegada, aunque masiva y poderosa, de pronto se vuelve impotente. Las luces se apagan y sobreviene el silencio.

Los muertos se acercan. Los caballos huyen despavoridos y solo unos pocos hombres logran sobrevivir.

El resto ha sido devorado por la oscuridad.

Mientras tanto Daenerys y Jon arrasan con fuego las primeras líneas enemigas y hasta ahí pareciera haber una ventaja.

Pero los muertos no cesan de caminar.

Están muertos y nada sienten. Avanzan guiados por una fuerza sobrenatural que los posee. ¿Qué pueden perder? Muertos ya están.

Caminan hacia adelante sin gracia ni formación pero llevados por esa fuerza superior que los anima. Línea tras línea avanzan y atacan, feroces, inclementes, están muertos pero parecen tener un solo propósito, destruir, devorar, bajo el mando del Rey de la Noche que sobrevuela sobre su dragón de ojos azules.

Hay actos heroicos, se lucha como se puede, la resistencia es fuerte y tenaz.

Pero los muertos avanzan.

Cuando el fuego de las barricadas los detiene, se lanzan a una segunda muerte y quedan como las hormigas, de puente para que crucen los otros, nada los detiene, solo avanzan.

La retirada es dura, muchos mueren, pero Los Inmaculados no se desorganizan y mantienen sus posiciones ayudando al resto a ingresar al castillo. Y una vez adentro nada mejora. Un gigante muerto vivo (si hay algo más complicado que un zombi es un gigante zombi) ingresa, revienta todo lo que tiene por delante y hasta toma a una pequeña niña, Lyanna Mormont, valiente como ninguna y feroz como solo ella puede serlo y aunque muere aplastada por la mano del coloso, le clava una daga de vidrio de dragón en el ojo azul del muerto vivo y este cae al piso despedazado.

Siempre la tendremos en la memoria.

Arya mata por docena, pero no alcanza y se encuentra de pronto sola en la biblioteca huyendo de decenas de muertos que la olfatean, la buscan, la esperan …

Corridas, peleas y mucha sangre para que finalmente logre huir ayudada por Beric y El Perro que luchan con sus últimas fuerzas. Y en esa huida se encuentra Arya con la Bruja Roja Melisandre, que le recuerda su profecía, cuando le dijo tiempo atrás que mataría a algunos de ojos marrones, otros verdes y otros… azules. Arya se ilumina. Entiende todo. Las piezas han calzado. Y se lanza a su propia gesta.

Pero todo parece perdido. Los dragones han caído al piso dejando a Daenerys y a Jon a la deriva y separados, el Rey de la Noche ve a Snow y frente a él reanima a los recién muertos creando otro ejército de la noche frente a sus ojos. Mientras tanto los muertos han entrado al castillo y hasta los enterrados en las criptas salen de sus tumbas.

El dragón pútrido se abalanza sobre el castillo y poco queda ya en pie. Jorah defiende a su amada reina hasta su postrero aliento.

El Rey de la Noche finalmente se acerca paso a paso a Bran (o mejor dicho: al Cuervo de Tres Ojos) Theon Greyjoy se redime peleando hasta el último instante luego de escuchar de Bran que es un buen hombre. Los pasos lentos pero certeros del Rey de la Noche ante Bran, cautivo en su silla de ruedas y ya sin nadie que lo defienda. Jon se planta frente a las fauces abierta del dragón para que lo queme si es lo último que va a vivir.

Sansa y Tyrion se toman de la mano como el matrimonio que deberían haber sido.

Y cuando todo está a punto de terminar de la peor manera aparece la inesperada.

Porque Valar Morghulis y porque la noche es larga y está llena de terrores y entonces el vidrio de dragón llega a donde debe de la mano de la única que puede porque para eso se ha formado, incluso aunque no lo supiera.

El momento más climático del mundo. La daga forjada por Gendry, empuñada por Arya hiere de muerte a la noche para que su mundo se destruya.

No puedo más, reviví todo en mi mente y mi corazón y ahora estoy vacío. Pero a la vez lleno. Gracias George R.R. Martin por tanto. Gracias a ustedes por leerme. Gracias a la vida por haberme hecho coincidir en tiempo y espacio con esta historia. Chau. Hasta la próxima. Tenemos que descansar de tanta matanza y angustia. Porque aunque no lo creamos, esto no ha terminado.

Posdata: G.R.R Martin: ¡Póngase a escribir!

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