undefined_peliplat

El origen de la leyenda del vengador imperfecto

“Sos un carbón testarudo, ¿verdad?”

“Encontralo. Antes de que tu don nadie, se convierta en alguien”

“Aprendí que es necesario destruir para crear. Para crear espacio para una nueva vida”

“Toda la vida peleaste por dolor. Es hora de que peleas por un propósito.

Pelea por todos nosotros”

Distintas personas acerca de Bobby.

¿Y si yo les dijera que hay un actor que pareciera habernos engañado a todos? ¿Estaría yo mintiendo?

Un hombre y una mujer hindú que nacen en Nairobi (Kenia) se mudan en su adolescencia a Gran Bretaña. Ambos son hindúes gujaratíes, cuya lengua es indoeuropea. Se conocen en Londres, se enamoran (eso estimamos), forman una familia, y tienen un hijo que nace en Harrow, Londres. Ese niño, críado en la fe hindú, desde su infancia comienza a actuar.

A los 17, luego de años y años de formación, le llega el golpe de popularidad y exhibición que probablemente catapultaría el resto de su carrera hasta el día de hoy. Primero con Skins, una serie adolescente de reconocimiento mundial. Luego con Slumdog Millonaire, ganadora al Oscar a mejor película en el año 2008, en la que es el protagonista. Y desde entonces, tuvo la oportunidad de actuar en una o dos películas por año hasta el día de hoy. En el año 2016 fue nominado a “mejor actor de reparto” por la película Lion, sobre un joven que busca a su familia biológica luego de haberse perdido en Calcuta a los 5 años esperando un tren.

Si bien hasta el día de hoy casi todos los proyectos a los que fue convocado eran melodramas, Dev Patel es un actor que siempre se destacó en los proyectos en los que estuvo. Supo siempre ser funcional a dichos géneros, siempre querible, sensible, con la emoción a flor de piel sin caer en la grosería que algunos caen de empujar el llanto a un lugar aburrido e inaccesible, siempre humano, liviano y simpático.

Sinceramente, acerca de mi primera pregunta, la respuesta es afirmativa. Sí. Les estaba mintiendo. La verdad es que él no nos engañó. La vida y el camino que Dev Patel supo conducir, lo ha llevado a escribir, dirigir, protagonizar y producir una película en la que ese humano sensible y querible que generalmente interpreta, se vuelve un vengador insaciable sediento de sangre. Un peleador imbatible. Imaginen lo siguiente. Recuerden a aquel niño, adolescente y luego adulto que tantas veces nos ha hecho emocionar, y que tantas veces hemos querido abrazar para decirle al oído que todo iba a estar bien. Ahora imagínenlo golpeando una y otra vez un rostro hasta destrozarlo. Imagínenlo sobreviviendo a una pelea contra 8 peleadores profesionales armados con cuchillos. Imaginen a Dev Patel ganándoles a todos. ¿Les estaría mintiendo? ¿Será posible y verosímil ese cuadro? ¿Podría esa película ser realizada y que nosotros la aceptemos sin burlarnos, sin reírnos?

El 12 de marzo de 2021, esa película fue terminada de filmar y Netflix compra sus derechos mundiales. Pero casi como si fuera el héroe del relato, Jordan Peele (director una obra maestra como Get Out, de Us y de Nope, además de enorme comediante y productor de tantísimas películas y series) ve la película, la rescata de una probable ruina marketinera, y la produce garantizándole un merecido estreno en cines con el acuerdo de Universal Pictures. El 5 de abril del año 2024, se estrena Monkey Man y surgirá una respuesta posible a la pregunta que antes les deslicé. ¿Qué voy a sentir al ver en Monkey Man a Dev Patel como vengador?

El cuadro

En Yatana, una ciudad que es a Bombay como Gotham es a New York en el universo de DC, un joven sobrevive como peleador en el submundo del boxeo clandestino. Con una máscara de mono, su arreglo con el organizador es perder en determinado round para favorecer los arreglos en las apuestas. El relato comienza cuando el joven que se hace llamar Bobby, consigue trabajo en la cocina de un muy particular bar en el que, además de ofrecer comida, se ofrece un servicio de prostitución a la carta. La búsqueda de ese trabajo no es casual: es un paso clave en el camino de su venganza. ¿Qué es lo que sucedió en la infancia del joven para que se aventure en este maldito y peligroso camino?

La pintura

Yatana no es plenamente gobernada por el primer ministro de turno. La ciudad como representación del país, es conducido por Baba Shakti, un gurú espiritual al que todo el pueblo idolatra. Sugiere candidatos, maneja a la policía, y decide todo detrás de su institución religiosa. Él representante de los pobres, es su verdadero destructor.

Monkey Man es una denuncia sobre aquello que el autor, realizador y actor, Dev Patel, observa acerca del mundo y de la India. Es una responsable demanda que profundiza sobre las creencias del país, sobre sus mitos, sus leyendas, religiones, y monopolización del saber. En pleno desconocimiento personal sobre la historia del país, me acepto ignorante y simplemente valoro el trabajo de su creador por usar una ficción para dar un grito de guerra. Usar la industria para hablar de algo que tantos sospechamos o sabemos, y que ha sido ya desnudado por la cultura especialmente acerca del cristianismo. Patel, lejos de justificar el género y el argumento con una chata estructura de buenos y malos, la engrosa y la repiensa. El hinduismo, la religión, no es aquello que está podrido y que lastima al pueblo. El peligro es su uso, la invención de líderes, y la manipulación de una perpetua pobreza para sostenerse los poderosos de siempre en el poder. En ese prostíbulo vip hay gente de distintos lados del mundo que no son solamente políticos. Son financistas, oportunistas, egocéntricos poderosos que tuercen la ley a su favor, que violan, que esclavizan. Y todos pueden vivir y colonizar a Yatana, porque existe un Baba Shakti.

Monkey Man es un gran retrato comprensible del mundo (a través de un submundo), y la prueba de que la mejor manera de denunciar cómo contexto la desigualdad social, es a través de la sutileza y no de excesivas reflexiones autorales o monólogos snobs. Una buena trama habla por sí sola de sí misma, de su tema subyacente y de la opinión de su autor sobre la misma.

Esta película es en muchos sentidos un homenaje. Por empezar, si bien es algo arriba mencionado, es un homenaje a las fábulas, a las leyendas, a la fundación de las creencias de la India, y probablemente de todo la humanidad. A través de reiterados flashbacks que van completándose como un rompecabezas precioso e inteligente, comprendemos que Bobby, de niño, fue criado en una aldea. Allí, a través de su madre, las creencias forjaron quien es, su imaginario y cómo ve el mundo. Entre todas esas leyendas, está la que sostiene la trama central y vuelve poderoso al camino del héroe de la película: los cuentos de Hánuman, un dios mono. Además de aquellas menciones a la narración oral y a la manipulación de las mismas (con el paso del tiempo) a favor del status quo, de los líderes convenientes para el poder de turno, y la manipulación del pueblo trabajador y de los pobres, se dice una enorme y casi obvia verdad: las historias siempre se repiten. Tarde o temprano alguien se alzará y enfrentará al rey.

El admirable respeto de Dev Patel y su equipo por los detalles culturales que sostienen una sencilla historia de venganza está más cerca del infinito que de lo regular. La ciudad, su cultura y las creencias populares, son usadas a favor desde los diálogos, hasta el arte de los espacios donde suceden las escenas, y la constante prolija fotografía y montaje. Por citar un ejemplo, en un momento clave del relato, la sombra de Bobby avanza por un pasillo, y de fondo se ve un enorme cuadro que condensa todo lo que habremos visto para ese entonces. Una guerra, los ejércitos, y la expresión profunda del dios Hánuman.

El pintor

La admirable admiración de Patel por el género y el subgénero particular de la venganza, es intachable. No existe posibilidad alguna de que esta película no sea consecuencia de un fanático y estudioso de la narrativa. Desde los antiguos westerns, hasta del último reconocido vengador de las ficciones John Wick (al que explícitamente se menciona en la película). Está perfectamente llevado a cabo todo, cumpliendo con las reglas de juego, potenciándolas con el ya mencionado grosor del trasfondo y de sus tramas, con una belleza estética sin adjetivos suficientes, con un tridimensional grupo antagonista justo para el relato (lo suficientemente justo como para que le deseemos lo peor y queramos que la venganza suceda con fuerza), y con un protagonista querible que necesitamos que triunfe y queremos que no sufra más. La estructura del relato es perfecta, pero hay algo que la vuelve realmente única a la película.

La creación de un héroe que no existía , un batman sin antecedentes. El golpe de más q él le da a alguien sobre un rostro ya destrozado, lo da en el momento en que como espectadores no lo sentimos como un capricho autoral para que los pochoclos vuelen por el aire, sino que sucede cuando ese golpe se ha vuelto un acto de justicia en un mundo podrido. En lo que dura la película, esta India ficcional se construye con los elementos justos para que se comprenda, se viva, se plantee al héroe, sus miserias, los antagonistas opresores, el pueblo oprimido, y por sobre todas las cosas, para que los actos de venganza sean disfrutados. Aún cuando nos sacuda la lógica moralidad.

El protagonista es ideal para un género que suele tener sus detractores porque no toleran el verosímil. Es decir, ¿cuántas balas puede esquivar un héroe redentor en este género? ¿Es posible que siempre salgan airosos? Es comprensible que no todos se vean embelesados por las historias de acción, sangre y venganza. Por mi parte y para volverlo aún más personal, a mí me han gustado siempre estos relatos pero no los disfruto si no veo al héroe en peligro. Si el antagonista no es lo suficientemente peligroso. Pero Bobby, el Monkey Man, combina todo lo necesario para que si no te gusta el género, al menos no puedas decirle que es inverosímil. Este joven sabe pelear y se cuenta a través de su profesión, pero es sumamente mortal. Sangra, sufre, teme. Tiene que correr para no morir. Y esa adrenalina de verlo poderoso pero frágil, expuesto pero fuerte por esa terquedad, la sentiremos nosotros. Pero su poder, aquello que lo vuelve único y le da fuerza, coraje y testarudez, es la venganza.

El entrenamiento, los años de pelea y la cantidad de golpes recibidos, ponen este vengador está a la altura de todo, y es su intérprete (y realizador) quien lo vuelve humano, frágil. Cuánto más cerca está de su cometido, cuánto más cerca está de cumplir con aquella venganza que tantos años esperó, además de su determinación, en sus ojos hay miedo. En sus ojos hay duda. ¿Por qué estoy haciendo ésto? ¿Cómo llegue hasta acá? ¿Qué será de mi vida después de conseguirlo? Es su imperfección, su humanidad, lo que vuelve a Monkey Man el vengador perfecto.

Chesi

Más recientes
Más populares

No hay comentarios,

¡sé la primera persona en comentar!

0
0
0