POR JERÓNIMO CASCO
30 de MAYO del 2024, 14.42 PM | UTC-GMT -3
Es de público conocimiento el hecho de que muchos de los grandes títulos del cine argentino son aquellos “basados en hechos reales”. Y es que si, nuestro país está repleto de historias mediáticas, desopilantes, misteriosas y espectacularmente absurdas que resultan imposibles no llevarlas a la pantalla grande. ¿Quien querría hacer una película de ciencia ficción sobre una IA que quiere exterminar a todo un planeta cuando tenemos diariamente en las noticias un hecho más alocado que el otro?
Así fue como Amazon, en conjunto con la inexperta productora Zeppelin Studio, decidieron que esa pantalla grande se transforme en pantalla chica para ridiculizar el crimen del joven Federico Pastorizzo en manos de la infame (¿podemos dejar de ser ingenuos y describirla así?) Nahir Galarza, la mujer más joven en la historia argentina en ser condenada a la pena de prisión perpetua. El hecho, cometido el 29 de diciembre de 2017, sigue dando algunos giros a día de hoy con declaraciones por parte de Galarza que parece estar decidida a agigantar su figura mediática más y más con el tiempo.
Un dato no menor, y que pocos medios divulgan, es el hecho de que el INCAA autorizó el año pasado el voluminoso aporte de 86 millones de pesos para la serie basada en el caso que -en teoría- se estrenará este año en la plataforma Prime Video llamada Nahir Galarza: Ángel o Demonio. Muchas fuentes han confirmado que Galarza habría recibido la suma de 50 mil dólares por haber cedido los derechos para la película. ¿Que nos dice esto? Se apuesta por este tipo de obras (o contenidos) sólo por el hecho del morbo que genera verlas.
Seamos sinceros, Nahir es una película mala. Y no lo digo por boca de jarro. REALMENTE QUIERE SER MALA. No existe el shock, la narrativa fluida, un genuino interés por indagar en la personalidad de Galarza, nada de eso. Lo único que busca es sumarle polémica a una causa que, a pesar de la condena perpetua, parece tener más de un revés en el asunto y no estar del todo esclarecida. Si algo se puede rescatar son las actuaciones de Valentina Zenere, la actriz/influencer nacida del semillero de Casi Ángeles que le da vida con muchísima frialdad y una dualidad algo errónea a Galarza, y Cesar Bordón, un actor argentino reconocido por hacer de villano en papeles secundarios.
Desde los primeros segundos de la película se busca, con una pésima puesta en escena, tratar de indagar en cuantas Nahir existen. Una conocida reportera, que pudo concretar una entrevista en el 2019, hace énfasis en este apartado con la escena inicial, en donde se busca justificar el asesinato. Lo detallo a continuación:
- ¿Pensás en él?
- Sí.
- ¿Y que pensás?
- Y… no sé. Me siento culpable… porque… más allá de todo… él era una persona…que ya no está… y eso me hace sentir demasiado culpable.
- Decís que cambiaste mucho en todo este tiempo. ¿Cuántas Nahir dirías que hay? ¿Y cuál es la más verdadera, la que vos sentís más propia?
- La de ahora. Porque acá me siento libre.
Estas primeras líneas de la cinta, algo distorsionadas de la entrevista real, pero con el propósito de meternos en la cabeza del personaje, pretenden hacernos sentir empatía por una persona totalmente desconectada de la realidad, todo esto junto a una banda sonora algo ¿melancólica? en un primer plano secuencia donde la cámara se mueve por los pasillos de la cárcel hasta salir a la puerta del establecimiento.
Una persona repleta de negación, desasociada de lo ocurrido. ¿Una psicópata, sociópata? Esta dualidad es presentada con tan poco tacto en la cinta que resulta poco creíble el nivel de investigación por averiguar quién es esta joven. Como muchos saben, el caso de Nahir Galarza es uno de los que más alimentó a los medios, sedientos de morbo mediático. Es muy difícil hablar de feminismo ya que las sensibilidades pueden dispararse, pero en esta ocasión resulta importante el término al referirnos de una joven que, según ella, sufrió abuso por parte de su tío desde los 8 a 12 años de edad. Una joven que enaltece la figura de su padre al punto de afirmar que “puede aguantar la prisión perpetua por él”, pero que después trató de acusar a su padre de ser el verdadero asesino.
¿Será toda esta mamushka de contradicciones un medio para nublar el fin? ¿Se puede hablar de “Nahir Galarza asesina”? ¿Está mal decirlo sólo porque es una mujer? ¿Qué pasaría si esto fuera al revés, y el condenado habría sido un varón? La película no sabe adónde dirigirse porque hoy en día, con tanta agua que pasó bajo el puente, ni siquiera se logra entender quién es esta persona. Sus declaraciones, confusas y errantes, resultan ser dignas de análisis y debate pero no lo más acertado para ser adaptado. ¿El chiste más grande de todos? En la vida real Galarza decidió cambiarse de carrera, pasando de estudiar Abogacía (una profesión que según sus declaraciones la “decepcionó”) a estudiar Psicología. ¿Se querrá estudiar a ella misma?
Quizás todo esto se pueda resumir en la primer entrevista que tuvo después de haber sido condenada, pero no creo que ni ella entienda que fue lo que pasó. ¿Víctima o victimaria?
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