undefined_peliplat

El Hombre de los Sueños: “El camino a la fama…”

Acto 1

Y de repente en los sueños de todos los seres humanos aparece un hombre común, esto lo convierte en alguien famoso y a partir de esta premisa se desdobla una película que es muchísimo más de lo que aparenta, una de las grandes sorpresas de la temporada.

El protagonista del relato es Paul Matthews (Nicolas Cage) un biólogo con menos reconocimiento del que merecería, un tipo de esos que pasan desapercibidos. Una de esas personas destinadas a decorar los fondos, muy lejano de ser un héroe. Paul es un observador y en esto se asemeja a la gran mayoría.

El texto del noruego Kristoffer Borgli (quien debutó con Enferma de Mí en 2022), es exquisito. Más allá de su inteligencia, narrativamente consigue que el espectador recorra, con naturalidad, diversos géneros. Desde la escena inicial plantea hacia dónde dirige su mirada, así como los escenarios que le interesan. Con su punto de partida comunica el tipo de personaje que es Paul y lo necesario que es construirlo a detalle para comprender el impacto de lo que está por ocurrirle.

El guion provoca que el espectador sienta lo mismo que el protagonista. Su ascenso a la fama está acompañado de una carga cómica ligera, donde se construye la crítica, pero sin hacerla tan evidente; incluso, en esos momentos la película fluye, tanto personaje como audiencia disfrutan esa popularidad brotada de la nada, obtenida sin ningún esfuerzo.

Por el contrario, cuando los hechos colocan al protagonista en caída libre, Borgli no solo abandona la superficialidad y hace evidente su faceta más corrosiva, sino que genera en el espectador una sensación de incomodidad, de injusticia, de cómo aquello que se gozaba ahora se ha convertido en horror. Es claro el vínculo de lo que ocurre a Paul con la realidad cotidiana; a partir de aquí la película proyecta su viaje hacia la profundidad, revela sus cartas, evidencia la maestría de su realizador.

Acto 2

En cuanto al estilo, Borgli establece de manera clara la dinámica que separa el mundo narrativo construido para la realidad y aquellos sueños en donde se hace presente Paul. Las transiciones entre ambos universos son sutiles, con puestas en escena que van mutando poco a poco. Conforme Paul es orillado contra la pared, la línea que separa de lo onírico se torna tenue, lo cual subraya la idea que es más sencillo creer en nuestros sueños cuando son más desagradables, cuando se aproximan a la tragedia.

A través de la decisión de acceder al sueño de distintos personajes, se enfatiza la idea de cómo la imagen de Paul es construida mediante los demás, las expectativas que se colocan sobre él. Desde ser esa persona famosa, el hombre del momento, la virilidad encarnada, a ese villano, un monstruo que es prudente evitar a toda cosa. La cancelación que pulula en la sociedad contemporánea.

Por otra parte, el lado más disparatado de la obra se consigue gracias a un Nicolas Cage que encuentra en Paul un personaje que le permite demostrar la amplitud de su rango, las cualidades que aparecen cuando se propone demostrarlas, cuando recuerda el inmenso actor que es. En la realidad, Paul es ese hombre tímido, casi incapaz de reclamar, cuidadoso de sus palabras, aburrido, excesivamente complaciente. A la par, el Paul de los sueños le permite al intérprete el descontrol que tanto disfruta y en donde a pocos se les nota tan cómodos.

El hecho de que Cage participe también como productor, como alguien interesado en contar esta historia, enlaza aún más a Paul con el propio actor, con su trayectoria aplaudida en varias etapas, pero de igual manera criticada hasta el cansancio, crítica despiadada que también suele inmiscuirse en la vida personal. Este filme le permite a Cage ser parte de una reflexión sobre la tendencia a exagerar los elogios e insultos.

Acto 3

En cuanto a la diversidad de sus temas, la película claramente es un cuestionamiento a la fama, a su arribo fácil, a la construcción de ídolos sin ningún mérito, a la estupidez del concepto “viral”, así como a esta sociedad tan similar a la medieval en donde las redes son la hoguera en donde se quema a quien se atreve a ser distinto. Se condena sin procesos, se establecen culpables en función del pensamiento mayoritario. Se crean ídolos con la misma facilidad con la que se los destruye, como si hubiera un placer en ver el desplome.

Lo realmente impactante de la película de Borgli es que todo esto que podría resultar absurdo, ya se asume natural, verosímil, porque es parte del día a día. Las sociedades construyen en las redes la percepción de cada uno de los humanos, como si cada ser hubiera perdido ya el control sobre su propia imagen.

A la par, Borgli también reflexiona sobre la mercantilización de cada aspecto de esta vida. Las consideradas grandes mentes de nuestros tiempos exprimiendo lo popular; aprovechándose del triunfo efímero, además de obtener igual o más rendimiento ante la difamación. Borgli se burla sin piedad del marketing contemporáneo, de sus creativos y esas lluvias de ideas que rozan lo ridículo.

Su filme es revolucionario, fresco, aboga por la necesidad de privacidad, de conservar por lo menos los sueños como ese espacio donde nadie se entrometa. El último búnker en donde aún es posible la imaginación por sí misma, sin manchas del capitalismo, donde no se es un simple consumidor, un número para alimentar algoritmos.

Paul, como biólogo, conoce de adaptación, de supervivencia y allí aparecen las cebras que enseñan a sobrevivir en la sociedad contemporánea. Sus diseños destacan, no se pierden con los colores de la sabana y eso podría parecer una falla evolutiva. Sin embargo, al viajar en manada, al transportarse en grupo, la misión de sus rayas no es otra que el depredador no ubique a una presa en particular. Entonces, el objetivo es perderse en el conjunto. El peligro es destacar, recibir esa atención tan perseguida en nuestros días.

Es una constante la necesidad de ser querido, de recibir la mirada del otro. Estar en la mente ajena, ser pensado, convertirse allí en el hombre de los sueños, en lo que el otro desearía. La capacidad de dominar lo onírico al punto de ser una presencia recurrente en los pensamientos de los demás. ¿De ser posible visitaríamos sueños ajenos? ¿De ser posible, allí seríamos la fantasía perfecta del otro?

Borgli, con apenas dos largometrajes, se confirma como una de las voces más interesantes de este tiempo, no solo por su estilo desenfadado, por sus dosis de humor crítico, así como por la originalidad de sus guiones, sino porque es un realizador que entiende que la búsqueda de la fama, el ansía de reconocimiento, de ser visto, es quizá la verdadera pandemia, el virus de esta época que parece avanzar sin ningún sentido. Era de amor medido en likes, caricias en forma de visualizaciones.

La obra de Borgli, podría enlazarse con la frase que Adrián Dárgelos, vocalista de Babasónicos, empleó en “Putita” (canción perteneciente a Infame, ese disco que reflexiona sobre el hecho de alcanzar la masividad): “El camino a la fama no significa nada si no hay una misión”, solo es necesario saber “¿Cuál es?, ¿Cuál es?".

Ficha Técnica:

El Hombre de los Sueños (2023)

Título original: Dream Scenario

Dirección y Guion: Kristoffer Borgli

País: Estados Unidos y Canadá

Calificación: 10/10

Más populares
Más recientes

No hay comentarios,

¡sé la primera persona en comentar!

4
0
0