Moebius: cómo un artista francés influenció a toda la ciencia ficción moderna

Un ser alado surca un desierto repleto de extrañas criaturas; estructuras barrocas se entrecruzan, conformando una ciudad de incontables pisos; una mujer sostiene una caja de la que se asoma un fulgor, su mirada enigmática se pierde en la lejanía. Formaciones de cristales y edificaciones y vestimentas que diluyen la frontera entre lo artificial y lo orgánico, entre lo tecnológico y lo esotérico, entre la ilustración, el cómic y el cine. Tales son algunas de las impresiones que emana el arte de Moebius.

Nacido con el nombre de Jean Giraud en Francia en 1938, fue primero un niño que creció contemplando fascinado arte del siglo diecinueve, luego un joven que se nutrió de sus vivencias en México, de la ciencia ficción de la Edad de Oro y del esoterismo de Carlos Castaneda. Ese fue el caldo de cultivo sobre el cual se desplegó una imaginación sin límites a la hora de crear historietas, ilustraciones y diseño de producción de tanques de Hollywood.

Pero antes fue una revelación en el noveno arte con la serie de historietas western del Teniente Blueberry en 1963. El cómic, escrito por Jean-Michel Charlier y publicado en la revista Pilote, fue el primer gran trabajo de Jean Giraud tras haber ingresado en el mundo de los globos y las viñetas como aprendiz del reconocido Jijé. Sin embargo, en paralelo, fue construyendo otra identidad.

La banda de Möbius. O la cinta de Moebius. Un objeto geométrico descubierto por los matemáticos alemanes August Ferdinand Möbius y Johann Benedict Listing en 1858 que representa una superficie con una sola cara y un solo borde. Un cuento alemán de ciencia ficción —“Un subterráneo llamado Moebius”— en la cual se basó una película de culto argentina años más tarde —Moebius (1996)—. O la identidad que tomó Jean Giraud para realizar sus trabajos más experimentales, de cariz fantástico, surrealista y de ciencia ficción en los setenta.

En 1974 formó el grupo “Les Humanoïdes Associés” (“Humanoides asociados”) junto a Philippe Druillet, Jean-Pierre Dionnet y Bernard Farkas. Los cuatro fundaron una de las revistas más influyentes del género, “Metal Hurlant”, o como fue luego conocido en su versión estadounidense, Heavy Metal.

De sus páginas surgieron historias que fueron leídas por jóvenes cineastas como George Lucas, James Cameron, George Miller, Ridley Scott, Luc Besson o Hayao Miyazaki. Y fue en esa revista y junto a talentosos colegas que se publicaron algunas de sus obras más recordadas, como Arzach o The Long Tomorrow.

Esta última narra las andanzas de un detective privado en una futurista y decadente ciudad. El noir y la ciencia ficción se entrelazan para dar luz a una narrativa fresca. No por nada, más tarde, el escritor William Gibson dijo que esa fue una de las obras fundamentales que fundaron el subgénero luego conocido como “cyberpunk”.

El autor del guion de aquel cómic fue Dan O’Bannon. Junto a él, Moebius había sido convocado por el director chileno Alejandro Jodorowsky para participar en su propia adaptación de la novela de Frank Herbert Dune. La cinta nunca se concluyó —y su historia merece todo un artículo aparte— pero esa fue la entrada de Moebius tanto al mundo del séptimo arte como a su colaboración con Jodorowsky en obras icónicas como El incal, El corazón coronado, Los ojos del gato o La loca del sagrado corazón.

Gran parte del equipo esencial de lo que fue aquella producción fallida continuó en Alien (1969), dirigida por Ridley Scott, con un guion co-escrito por Dan O’Bannon, basada en una idea original de este último. En el reparto de la película se puede observar a Jean Giraud como “artista conceptual”.

Ese mismo rol y otros artísticos ocupó más tarde en Los amos del tiempo, Tron, Masters of the Universe, Willow, Little Nemo, Abbys, Space Jam y El quinto elemento. Para esta última, Moebius fue convocado junto a su colega Jean-Claude Mézières para producir el arte de una película que estaba claramente inspirada en las tiras de Metal Hurlant que leía Luc Besson de chico.

Sin embargo, el nombre de Moebius estuvo presente también en otras películas que, a pesar de no contar con su explicita participación, sí contó con su inspiración. Ridley Scott confesó que el cómic The Long Tomorrow fue la base de su megalópolis para Blade Runner. Y George Lucas —en su delgada línea de “inspiración” u “homenaje”— tomó un diseño robótico que aparecía en el mismo cómic para él el droide sonda de Star Wars: The Empire Strikes Back.

La influencia de Moebius llegaría hasta el otro lado del globo. Y es que desde el 1 de diciembre del 2004 hasta el 13 de marzo del 2005 un cartel del museo Monnaie de París decía: “Miyazaki / Moebius”. Fue una exhibición conjunta en la que ambos artistas expusieron cerca de 300 originales y en la que se confesaron su admiración mutua. “Es una certeza que creé a Nausicaä con influencia de Moebius”, dijo Miyazaki en aquella ocasión. Y en efecto descubrió a Moebius a través del cómic Arzach, una serie de viñetas sin diálogo en donde un hombre montado en una extraña ave circunda paisajes oníricos.

Y se podría decir que como aquel mismo personaje, Moebius fue dejando una huella en su viaje dentro del séptimo arte. La imaginería que desplegaba principalmente en los cómics e ilustraciones era tan magnética que influyó en algunos de los principales directores del siglo XX. Y él mismo pudo traspolar su inventiva al servicio del arte de algunas de las obras más icónicas de la ciencia ficción moderna.

Nota por Alex Dan Leibovich | Periodista | Redactor en Clarín, Indie Hoy, Peliplat y Erramundos.

Publicado el 24 de mayo el 2024, 9.31 PM | UTC-GMT -3.

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