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The Offer: Tras las pistas de El Padrino

El Padrino (1972) es la gran película. Pueden buscarse otros ejemplos y con justicia, pero el film de Francis Ford Coppola sigue allí, lúcido y con brillo. El tiempo la situó en el lugar que le corresponde, el de obra maestra. Más de 50 años de su estreno, y no son pocas las discusiones y celebraciones que despierta. Entre ellas, y más allá de que no haya sido una ceremonia para recordar, la entrega de los premios Oscar de 2022 supo reunir las presencias de Coppola, Al Pacino y Robert De Niro (los tres evocan todo un concepto de cine, además de toda una época). Hay también un proyecto anunciado bajo el título Francis and The Godfather, que reunirá a Oscar Isaac y Jake Gyllenhaal en los papeles de Coppola y el productor Robert Evans, con dirección de Barry Levinson. Habrá que ver. Mientras tanto, estamos a la espera del estreno internacional y más allá de Cannes de Megalópolis. Sus críticas andan (des)encontradas, pero no hacen más que avivar el interés por ver materializado, y por fin, el tan anhelado proyecto de Coppola.

Todo esto, entonces, para mitigar la espera por Megalópolis, celebrar aunque sea un poquito más a su director y su película maestra (además de otras masterpieces como Apocalypse Now y The Conversation), y compartir un texto surgido desde una serie que está quedando quizás un tanto olvidada, pero que todavía se puede ver y que enseña como pocas sobre las maneras desde las cuales el cine norteamericano se hace y piensa. La serie es The Offer. Y está dedicada al rodaje de The Godfather.

Al Ruddy (Miles Teller) mira confiado el horizonte.

Paramount a la quiebra

Con producción de Paramount, el mismo sello de aquel estudio en quiebra a comienzos de los años ‘70, The Offer -serie creada por Leslie Greiff y Michael Tolkin- se basa en las memorias de Albert S. Ruddy, el productor que se puso al hombro un proyecto que parecía imposible y fue, de paso, el salvavidas económico de la Paramount. Vale decir, si hoy existe algo que se llama Paramount+, en gran medida es posible gracias a El Padrino. Desde luego, hubo otras y notables películas del mismo estudio a su alrededor: El bebé de Rosemary (1968), Love Story (1970), Luna de papel (1973), Chinatown (1974); pero de alguna manera todas se organizan en torno a El Padrino. Y no sólo las de Paramount.

Entre otras consideraciones, esto se debe a que El Padrino es el film que supo situar al cine de cara a su contemporaneidad; de hecho, es algo que se escucha decir en la misma serie (en el noveno capítulo, para mayor exactitud): no se trata de dar a la gente lo que quiere, sino lo que necesita. Algo que el propio Coppola supo: El Padrino no sería, estrictamente, una película de gangsters, sino una película sobre el capitalismo. (Estas ideas se las debo a la notable Silvia Schwarzböck, a su pluma en textos brillantes en Kilómetro 111, y a un libro suyo y precioso, que recomiendo vivazmente: Los monstruos más fríos: Estética después del cine.)

En lo relativo a la serie, The Offer no deja de ser la plasmación “amable” acerca de cómo Al Ruddy hizo posible tamaña empresa. Su currículum no lo acompañaba de manera relevante, pero Ruddy tuvo el tesón suficiente para sobrellevar las vicisitudes que hicieran falta. De acuerdo con la caracterización ofrecida por el actor Miles Teller, se lo ve impasible con lo que se propone. Su pareja, su vida tal como era, pasarán a ser parte de un tembladeral, pero poco parece importarle. El sitial de privilegio lo ocupará, paulatinamente, El Padrino. Los acuerdos y discusiones con los ejecutivos del estudio estarán a la par de los que sobrellevará con los capos de la mafia. Todos son parte de una misma agenda, que su secretaria, Bettye McCartt (en la piel de una luminosa Juno Temple, verdadero punto de atención de la serie), organiza de modo pragmático.

De esta manera, y por un lado, Rudy habrá de vérselas con Robert Evans (Matthew Goode), director de Paramount; así como éste, a su vez, con los ejecutivos del estudio, quienes quieren, si no recortar gastos, directamente cerrar el ala cinematográfica de Gulf+Western. Por otro lado, y de modo espejado, Rudy hace equilibrio con las exigencias de las mafias y entabla lazo de amistad con Joe Colombo (Giovanni Ribisi), jefe de una de las Cinco Familias de New York, alarmadas tanto por el libro best-seller de Mario Puzo como por la novedad de su versión cinematográfica. Los resortes del relato profundizarán los cruces entre tales aristas. Las que vale destacar son las que corresponden al vínculo creativo entre director y guionista, Coppola y Puzo (Dan Fogler y Patrick Gallo, respectivamente), y sus discusiones con Rudy y el estudio. Más lo supuesto por los dolores de cabeza en la elección del casting, en donde destacarán dos nombres: el de un actor al que ningún estudio quiere volver a oír (Marlon Brando), y el de un joven intérprete, teatral y desconocido (Al Pacino); como sea, a ninguno de los dos se los quería. Uno por inmanejable, el otro por petiso.

Mario Puzo y Francis Ford Coppola (Patrick Gallo y Dan Fogler) en plena contienda creativa.

10 episodios, y tanto más

Parece mentira, pero los diez episodios se vuelven prácticamente pocos en relación a lo mucho más que podría contarse sobre El Padrino. De todos modos, están y con no poca atención, los escándalos suscitados por la bronca de Frank Sinatra con Puzo –y el altercado que parece los tuvo por protagonistas en un restaurant–, los pases de factura entre las familias mafiosas de New York, la connivencia con el poder político, la función en carácter de “pre-estreno” para la mafia (“¡Más vale que la película sea buena”!, le gritan a Rudy) y la lógica no menos mafiosa que ocurre puertas adentro del estudio de Hollywood.

De todas formas, The Offer bien se cuida de no alterar mucho los ánimos; al fin y al cabo, no deja de ser una serie de Paramount. En otras palabras, aun cuando la bronca entre Rudy y Evans sea máxima, no faltará el momento del reconocimiento mutuo; de igual modo entre éstos y los mucho más complicados Charles Bludhorn y Barry Lapidus (Burn Gorman y Colin Hanks, respectivamente), en quienes oficia, por sobre todo, la valía de la marca corporativa y el máximo beneficio. Toda película, como dice el filósofo Alain Badiou, dice “dinero”. Y The Offer, aun cuando exponga las fricciones que las hacen posibles, no deja de justificar este axioma.

En este sentido, el nombre de Francis Ford Coppola es el que queda un tanto relegado. La caracterización de Dan Fogler es notable, su genio es respetado –es decir, la serie se ocupa de no faltar a esta verdad, aun cuando incluya discusiones entre éste y Puzo por algún sándwich–, pero lo también cierto y aquí bastante aplacado es que a Coppola la Paramount le hizo la vida imposible. El director no era alguien necesariamente reconocido, la situación económica lo acuciaba, y aceptar el rodaje de El Padrino fue también un salvataje personal. Como sea, no es que The Offer debiera dar cuenta de todo esto, sino que de acuerdo con su caracterización no hay demasiada justicia para quien, más allá de las importancias de Evans, Rudy o quien sea, supo imprimir una mirada compleja y diferente al cine de su tiempo, en sintonía con una generación de cineastas (Scorsese, Friedkin, De Palma, Bogdanovich) que marcó el pulso de un Nuevo Hollywood, como nunca más este sistema se lo permitiría; es decir, la de un cine autoral (y mainstream). Algo que duró, más o menos, lo que esa misma década.

Leandro Arteaga

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