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Finjamos demencia | Ghosted

Spoilers

¿Qué es lo opuesto a una pareja icónica?

Cada vez me convenzo más de que las buenas películas no son buenas si no resisten el paso del tiempo. Considerando esta hipótesis, una película que tiene un nombre de un fenómeno que habla demasiado de nuestra época, dudo que pueda permanecer en el tiempo.

Entonces resta ver qué pasa con la historia, sus personajes y a qué efectivamente refiere este título.

Al comenzar la película pensé que esa iba a ser la parte más complicada: una referencia atemporal completamente sujeta a los tiempos que corren como una estrategia de marketing para atraer consumidores (no seamos ilusos de pensar que va a atraer espectadores ávidos en busca de arte) y el combo de estrellas atractivas.

Ghosted es una película del año pasado protagonizada por Ana de Armas y Chris Evans.

Su director, Dexter Fletcher, también es actor y forma parte del cast de la película. Se produjo directamente para plataformas entre Apple Studios y Skydance Productions con un presupuesto de 40 millones de dólares. Seguramente apostaron a su elenco para su éxito y así fue: en sus dos primeros días, fue la película de debut más vista en la historia de Apple TV+, con 328.500 espectadores.

Lamentablemente, en sus 117 minutos de película, el temita del título es el menor de los problemas.

Empecemos tratando de hablar de la historia, una historia que no solamente falla desde el meet cute - el momento clave de encuentro de los personajes -, hasta los motivos que los mueven y luego el desarrollo general de la historia. Prometo reconocer algún momento, alguno, que valga la pena para darle un poco de crédito y honrar ese 2.1 que la película tiene en Letterboxd.

La película nos presenta a Sadie (Ana de Armas) que está luchando con el trauma de la muerte reciente de alguien muy cercano - alguien que era muy parecido a ella - y esto le genera ciertas culpas. Esta persona, al igual que ella, no tenía nada personal en su apartamento, excepto una planta. Precisamente, en ese se convierte el consejo que le da alguien que oficia de consejera, luego sabemos que es la jefa: que al menos se compre una planta para no estar tan sola. En la búsqueda de esa planta, conoce a Cole Turner (Chris Evans), un farm boy (chico de granja) que sabe de tecnología (usa chips de ubicación para saber dónde está la caja con el dinero en su puesto en la feria - guiño guiño después vamos a necesitar esta información), y que terminó su última relación no hace tanto.

Él, en oposición a ella, es un needy - necesitado -: necesita mandar mensajes, emojis, estar presente. Tiene un vínculo muy cercano con su familia y claramente es un sentimental, rozando, en los tiempos que corren, con el concepto de stalker.

Ella está buscando la planta y él la atiende si bien no es su puesto. La escena sirve (seamos generosos) para presentarlos a los dos en sus oposiciones y en la química que se suscita en la discusión por qué planta comprar. El contraste es casi que escupido en la cara del espectador: indudablemente, porque se encargan de que no nos quede ni un ápice de duda, él es el cariñoso, el que respeta a los seres vivos - claro, chico de la granja, guiño guiño - y ella, es la insensible que no tiene tiempo para cuidarla y no está nunca - después sabemos que espía, mata gente y no tiene lazos afectivos. ¿Quedaron dudas? Él no quiere que compre la planta que necesita cuidado si no un cactus que no necesita nada. Ella quiere comprar la que quiere, pero sabe que su pareja tendría que ser un cactus que no necesite demasiado de ella.

Oh sí, la referencia al cactus va a acompañarnos a lo largo de la película, como un chiste inteligente que hasta los ayuda a salvar sus vidas.

Cuando la vendedora real del vivero vuelve, lo ayuda a darse cuenta que quizá había habido una chispa entre los dos. Ahí se arriesga, sale de su zona de confort, y empieza la aventura. La conoce, tienen una cita ideal de un día entero - noche incluida - y al otro día ella ya no le responde sus mensajes.

Como el inhalador de él quedó en su cartera, se le da por chequear que gracias al localizador puede saber dónde está: está en Londres. Eso explica la potencial falta de respuesta; pero en vez de esperar, él, que nunca salió de Estados Unidos y que según él, la familia lo necesita poco más que para sobrevivir, decide viajar a ver a una muchacha que puede ser “the one” (la definitiva, el amor de su vida) que está del otro lado del océano. Ahí ya está: asumamos esta irrealidad, porque si no, no podemos seguir. Pero la película va a seguir subiendo cada vez más la apuesta.

Cuando llega, es secuestrado y ahí sabemos: ella es una agente secreta y él se convierte en la persona que buscan porque supuestamente tiene la clave para abrir una valija con un arma biológica que puede ser tan grave como la atómica. Está bien, quizá si fuera James Bond le creemos más, pero estamos muy lejos: falta construcción, falta trabajar la verosimilitud y faltan otras tantas cosas. Sigamos.

A partir de ahí, la película se convierte en una aventura de a dos. En la que estos primero enemies (enemigos) se volvieron lovers (amantes), luego de nuevo enemigos, luego de nuevo amantes, luego de nuevo enemigos, y finalmente… platillos… sí, amantes para siempre.

Lamentablemente, la película tenía una premisa que podía llegar a funcionar: ellos se enamoran, ella resulta tener una vida secreta que él descubre y pone su vida en peligro y así los dos salvan el mundo. Lo hemos visto suceder, y lo hemos visto bien escrito, entretenido y que funcione. Este no es el caso.

La teoría de por qué no, radica en varios aspectos. El primero es la falta de trabajo sobre las líneas de diálogo, hay mucho que podría haber sido dicho de otra forma para que todo fuera menos evidente, menos explícito y menos explicado como para niños. Incluso se observa el recurso de apelar al humor para casi construir como una burla a la propia película, algo a lo que también le faltó una mejor ejecución. Lamentablemente, hay un casting de actores reconocidos que los hemos visto hacer mejores cosas y están aprovechados en chistes a los que se les huelen las intenciones pero no terminan siendo eficientes.

La película también sufre de un mal guion. Además de las carencias en los diálogos, hay muchas pistas, e intentos de plantar información que se abandona o no es utilizada, cuando podría haber sido capitalizada en pos de la verosimilitud, del humor y de la construcción de estos personajes.

Y, por último, lamentablemente están las actuaciones poco convincentes de sus protagonistas. Que no solo afectan a los diálogos, convirtiéndolos en no ideales, también los dejan a mitad de camino situaciones que podrían haber sido mucho más de lo que son.

Dije que no me iba a olvidar de los puntos positivos. Alguna de las veces que utilizan el humor, llegan a hacer esbozar alguna sonrisa. Y por momentos parece haber química entre los dos.

Quizá no solo el título quiso hacer referencia a los tiempos actuales. Si no, que directamente se le pidió al espectador que durante estas casi dos horas finja demencia.

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