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Mi Amigo Robot: Cine para aprender

Acto 1

La rutina, los días como una repetición, cada mañana como copia de la anterior. ¿Se puede transitar la vida en soledad? Para Perro, la respuesta parece ser negativa, por lo menos en un inicio. Tal es así, que construye su propio compañero, un robot de mirada redonda y sonrisa simple, con el cual acaricia la felicidad desde el primer instante.

Desde los minutos iniciales, el filme de Berger enamora con su ambientación en el Nueva York de comienzo de los ochenta, allí en donde su personaje podría compararse con alguien fuera de sitio, quizá un perro extranjero (¿español?) en esa gran ciudad que pesa en los hombros; callejones de fauna diversa, de tribus urbanas.

La fuerza de este relato radica en sus múltiples lecturas. Consigue complejidad con el mínimo de elementos. El vínculo que se construye entre Perro y Robot funciona para resaltar la necesidad de un compañero, de cómo el afecto es algo que se cuida, de cómo un nuevo ser puede transformar la vida de cualquier persona por completo; como si el amor fuera la única forma de hallar esos tesoros que en la soledad nos sería imposible.

Al estar frente a un perro y un robot, se le resta relevancia a si es amor o amistad lo que los une, así como a sus géneros, lo importante es que la vida de ambos empieza a brillar cuando están juntos, cobra otro sentido; al verlos caminar, disfrutar de la playa, los parques de diversiones, queda de manifiesto la alegría de volverse vulnerable; cada actividad deja de importar por sí misma, son solo pretextos de enlace, de hallarse en la mirada ajena, de encontrar esos ojos que observan con calidez. Pupilas como hogar.

Por otra parte, la animación empleada por Berger respeta los trazos de Sara Varon, creadora de la novela gráfica en la que se basa la película. Se conservan las figuras con alta carga expresiva; en esta continuidad, la cinta adopta lo ingenuo que se contrapone de manera sublime a la profundidad de sus ideas, casi como si fuera consciente que para tratar un tema con diversas aristas es prudente un estilo sobrio. Lo anterior, no significa que esa sencillez esté despojada de belleza, por el contrario, es notoria la atención al detalle, al aprovechamiento de cada cuadro.

Acto 2

En un punto las relaciones se estancan. Cuesta hacerlas avanzar. ¿Se diluye la magia? ¿Se ve al otro como realmente es? ¿La realidad destruye lo que se ha imaginado? Entonces quizá lleguen los reclamos, el dolor. Los gritos que en el fondo solo intentan regresar el tiempo, volver al primer encuentro. En un punto del relato, todo se descompone, queda quieto, sujeto a la arena. ¿Hasta dónde se debe intentar arreglar lo que se ha roto?

La elegancia del texto le permite a Berger que el espectador conviva con una variedad de emociones y se vincule con los pasos por lo que atraviesa la pareja protagonista. A través de analogías, de imágenes poderosas, se transmite el transitar natural de un gran número de relaciones, como si Perro y Robot fueran otro ejemplo más de aquello que suele ser inevitable.

Berger hace de la pantalla un espejo. Con Perro es posible identificarse en su proceso para escapar de la soledad, el extrañar, el creer que el mundo se ha vuelto un lugar difícil de comprender. No hay aquí villanos, ni nadie a quien culpar más que a esa vida misma que parece decirnos que la tranquilidad consiste en soportar el dolor.

La parte onírica también es un elemento fundamental, esos sueños a los que hace referencia el título original de la novela gráfica. Quien sueña es Robot, es capaz de hacerlo más allá de su condición de máquina, en esos espacios, tiene tiempo para la libertad, para volver a ser feliz, imaginar reencuentros, posibilidades, las soluciones que se desvanecen cuando la realidad vuelve a llamarlo. Lo sueños como expresión de los deseos. La audiencia encuentra en esas secuencias la misma esperanza que Robot, la idea que ese estado inicial regrese, como si fuera posible sobrevivir al naufragio, a los tristes inviernos, volver a ese Septiembre que Berger enfatiza con la canción de Earth, Wind and Fire como un leitmotiv exquisito, energético.

Acto 3

Así, el realizador español entrega con este filme una clase magistral en diferentes niveles. En cuanto a lo cinematográfico, es una oda a la sutileza, a respetar el material original y entender cómo una adaptación se convierte en una visión propia, pero a la vez un rescate de la esencia, de aquello que inspiró convertir ilustraciones en imágenes en movimiento.

También es una lección a nivel narrativo, el guion posee un ritmo ágil, entretenido, pero siempre atento al desarrollo de las emociones de Perro y Robot. El texto no cae en la tentación de convertirse solo en una aventura linda, tierna, si no que varias de sus fases conducen con delicadeza hacia la reflexión. Además, un relato de esta naturaleza es una lección para narrar sin necesidad de explicar, de que los personajes pongan en palabras lo que sienten para que el espectador entienda lo que están atravesando; incluso la ausencia del diálogo provoca que cada escena cobre una mayor fuerza. Berger remarca que el buen cine pondera el silencio.

Pero quizá las mayores enseñanzas no sean solo para aquellos interesados en contar historias, en dedicarse a la animación, al cine. Este relato ayuda a quienes son Perro o Robot, a quienes están inmersos en la soledad, ansiando la compañía de alguien. También para los que se encuentran en una relación de pareja, siendo parte de lo hermoso que puede ser el reír al unísono, de conectar los corazones sin ningún esfuerzo. También funciona para quienes extrañan, para los que buscan soluciones donde no las hay, para los que sienten que el dolor de una ruptura es insuperable.

Quizá solo vivimos para construir recuerdos. Para ser felices visitando el pasado, al mismo tiempo que se abraza el presente. ¿Sirve de algo pensar en lo que pudo haber sido? ¿Si era necesario hacer algo más? ¿Vivir culpándose? El error de quedarse detenido, mirar constantemente a la nada y extrañar, como si la partida del otro nos hubiera condenado a morir. Tal vez sea mejor recordar las canciones, los bailes juntos, aquellos viajes repletos de sonrisas, la forma en la que se encontró lo que siempre se estuvo buscando.

Hay filmes que transforman, que incluso ayudan a salir de bucles, de los baches más hondos y este, sin duda, es uno de ellos. El arte puede ser una forma de atrapar la belleza, dejarla enmarcada en la obra; quizá las relaciones, sean nuestro intento de capturar el amor, su fugacidad, esa magia que pareja a pareja permanece inexplicable, una de esas maravillas por las que vale la pena respirar. Robot y Perro nos enseñan a recordar con alegría, a continuar pero aceptando el ayer; las experiencias quedan en nosotros, el pasado es una ciudad de rascacielos a la cual es posible retornar despojándose de la nostalgia, es esa melodía para los días tristes, el aire necesario para nadar hacia el futuro.

Ficha Técnica:

Mi Amigo Robot (2023)

Título original: Robot Dreams

Dirección: Pablo Berger

Guion: Pablo Berger, basado en la novela gráfica de Sara Varon.

País: España y Francia

Calificación: 10/10

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