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Parejas icónicas

¿Qué es el amor?

Esta es una de las preguntas más antiguas de la humanidad.

Y no, no tiene respuesta. O mejor dicho, no tiene una sola. Sino miles, acaso millones. Depende claro desde donde se intente obtener la respuesta. Para un poeta será tal vez la quintaescencia del sentido de la vida, para un religioso una parte de su creencia, para un filósofo una cuestión a resolver, para la psicología un fenómeno de la psiquis, para un cínico un error y para un diablo una maldición.

El amor ha sido transversal a todas las culturas, sociedades y civilizaciones. De Oriente a Occidente, de los esquimales a los guaraníes y de las tribus zulú a los vikingos. Árabes, judíos, celtas, mongoles y filipinos. Todos conocieron y supieorn del amor.

Ha existido en el Imperio Romano, Griego, Azteca y Sumerio (y todos los otros).

Entre guerras y conquistas, hambrunas y grandes obras de la arquitectura; desde la cordillera de los Andes al Himalaya, de las islas de la polinesia a las leyendas de la Atlántida.

En todo lugar y tiempo ha sido el amor la gran cuestión universal que excede los idiomas, creencias y tradiciones.

El amor ha sido el tema preferido de poetas, juglares, rockeros y claro está, de cineastas.

William Shakespeare ha escrito más de una obra al respecto y recordamos hasta su famosa Romeo y Julieta.

La Biblia nos habla de Adán y de Eva. El conde Drácula y su apasionado y demencial amor por Mina. Superman y su amor incondicional por Luisa Lane, Spiderman y sus amores: Gwen Stacy y Mary Jane. Incluso el habitualmente parco de emociones y taciturno Batman se ha hundido en amoríos y ha sufrido por amor.

Amores platónicos y carnales. Amores tempestuosos y otros gélidos y vacuos.

Todos ellos son símbolos que nos conectan con el sentido universal de un poder que mueve al mundo. Egipto tembló con los amoríos de Cleopatra, Julio César y Marco Antonio. Bolívar tuvo a Manuela Sáenz y Napoleón a Josefina.

El amor y las parejas han sido protagonistas de la historia de la narrativa universal. Porque el mundo podría explotar en pedazos y al final estaríamos buscando a nuestra alma gemela haciendo hasta lo imposible por salvar su vida antes que la nuestra. La cantidad de cuentos y novelas, poesías, cuadros y canciones dedicadas al amor nos muestran la importancia de este a lo largo de nuestras vidas.

El amor puede ser la puerta de entrada a la felicidad o una caída en el infierno de los celos como le ocurrió al pobre de Otelo.

El amor es tanto más poderoso que la violencia porque definitivamente no puede ser detenido, ni encarcelado, ni escondido para siempre y mucho menos olvidado. El amor se manifiesta por los poros, las sonrisas y el arte. Y el cine ha crecido y se ha desarrollado al compás de las historias de amor.

El amor lo cancela todo, por amor podemos matar, construir, renunciar y hasta resucitar, como Neo en Matrix. O por amor podemos enloquecer como Annie Wilkes en Misery.

Otros son capaces de sacrificios sobrehumanos.

Y es curioso como el amor transforma a las personas comunes y las transforma en algo extraordinario, a veces para bien y otras, en cambio para el mal.

William Wallace se transforma en Corazón Valiente y lanza una revolución que libera a Escocia del yugo británico. Maximus Meridio (Gladiador) desafía y mata a un emperador para poner justicia en Roma. Han Solo recorre la Galaxia para volver con la princesa Leia en Star Wars.

Y Shrek abandona su mundo solitario y gruñón para ir por Fiona. Mientras que Jack abandona el Titanic para dejar hasta su vida, por su amada Rose.

En otro mundo, Jake Sully se convierte a otra especie por amor a Neytiri en Avatar y La mujer maravilla, la misma Diana Prince, se confunde con el revivido Steve Trevor en 1984.

Y sin ir más lejos: ¿Por qué enloquece Darth Vader en Episodio III? Sabemos que es Palpatine quien instiga su paso hacia la oscuridad. Y lo hace creando una profecía autocumplida que inexorablemente lo lleva a la desesperación cuando no puede salvar (o cree no poder hacerlo) a su amada Padme y termina siendo su ejecutor en lugar de su salvador lo cual lo lleva finalmente a la locura y luego de ello, al lado oscuro.

El amor nos propone una otredad que implica una difícil resolución: acercarse o alejarse. Mantener una distancia adecuada o fundirse en la ilusión de una pasión perpetua que raramente sobrevive. Es crear un lazo eterno o ir y venir entre dos aguas como un barco perdido.

El amor de pareja ha sido la quintaescencia del cine y lo sigue siendo. Imposible olvidar a Jenny y Oliver en Love Story y difícil imaginar un mundo sin Rick y Ilsa en Casablanca.

Hay amores que trascienden las dimensiones como el de Trinity y Neo en la saga de Matrix y otros que están atrapados en hechizos como sucede en Ladyhawke. Otros colapsan como sucede en Nace una Estrella

Amores dementes, amores turbios y amores que son desamores. King Kong ama de alguna manera a Ann Darrow y a su manera narcisista, Tony Stark ama a Pepper en Iron Man.

El dolor que proviene de un abandono o una muerte puede cegar o iluminar, según en donde este parado el personaje, en la consciencia o en la pasión. Como en la obra de Pixar, Up en donde la pérdida deviene en un viaje liberador.

En WALL-E vemos como el mismo se enamora de la robot EVA y ven juntos Hello Dolly, como la forma más romántica de encender un vínculo.

Nala ama a Simba en El Rey León y por ello lo empuja a ser quien debe ser.

Es casi imposible hacer un listado de películas y series de amor y además no tendría el menor sentido.

En primer lugar porque el amor no es cuantificable. Y en segundo lugar porque quitaría la esencia misma de su sentido intrínseco.

El amor precede a la mayor aventura, desde la más cotidiana a la más cósmica. Dom Toretto y Letty, de Rápidos y Furiosos, Rocky y su esposa Adrian en la saga de Rocky, Molly y Sam en Ghost, Sally y Harry en su propia película, Scarlett y Rhett en Lo que el viento se llevó, Ennis del Mar y Jack Twist en Secreto en la Montaña, Allie y Noah en Diarios de una Pasión, Anna y William en Un lugar llamado Notting Hill, Aileen y Selby en Monster son apenas algunos poquísimos ejemplos de estas parejas memorables que nos quedaron en la memoria cinéfila.

Pero como dijimos antes, no se trata de una simple enumeración.

El amor en las películas nos transporta hacia los confines más idílicos de nuestra alma o los más tenebrosos según sea el caso.

Cuando conectamos con esa totalidad luminosa, nos permite experimentar por un rato, la plenitud de la entrega, el perdón y la reconciliación con el otro o con uno mismo. Porque eso es el amor, trascender.

En cambio si la pasión ardiente se transforma en posesión y control, sufrimos con los personajes.

Por ello es que nos siguen cautivando las historias de amores. Amores realizados o rotos, tormentosos y viscerales o sublimes y eternos.

Cuando decidí escribir este muy breve artículo me propuse no ser cursi. Y confieso que no lo logro. Al fin y al cabo, todos vivimos en algún punto como seres sentimentales. Y nos guste o no, nos seduce la ternura, la fatal atracción de lo diferente, lo romántico, lo arriesgado, la adrenalina del primer encuentro y hasta -vamos a confesarlo todos juntos- el profundo drama de la tragedia, el abandono y la pena… Está en nuestra naturaleza.

Porque al fin y al cabo amar es sufrir… Sí, suena tremendo, melodramático, incluso destructivo.

Pero ¿Quién no ha sufrido por el amor? Sea por perderlo, por no poder tenerlo o por temer que se desvanezca, marchite o muera… Toda la historia del tango se trata de amores rotos y perdidos.

De no ser así, las telenovelas (los llamados culebrones) no tendrían razón de ser. Ellas y ellos lloran por nosotros y somos los que hacemos catarsis con ellos.

El amor nos subyuga, nos interpela. Su aroma a promesa en su etapa inicial es intoxicante. Y todo aquello nos hace más sus víctimas que sus reales poseedores. Porque nadie puede tenerlo como si se tratara de una propiedad.

Al contrario, así como el agua, su poder se escurre delante de nuestras narices apenas queremos cerrar las manos. Porque hacer fuerza es contrario al amor.

Los amores pasionales suelen terminar en tragedia y desastre. Incluso la pasión se puede tornar obsesión como vemos en la película La Guerra de los Roses.

Hay amores tortuosos y otros filosóficos. En El amor en los tiempos de Cólera (sobre libro de Gabriel García Márquez) vemos una forma diferente de abordar la pasión fuera de los estándares que nos impone la juventud y su explosión de hormonas. Amores como en ¿Conoces a Joe Black? entre una joven y la mismísima muerte interpretada por Brad Pitt.

Amores retorcidos y mitológicos como los vínculos más extraños del mundo en la serie American Gods con el inefable estilo de Neil Gaiman o amores destinados al conflicto como El Cadáver de la Novia de Tim Burton.

Amores de todos los colores, y todos los sabores. El amor no solo es una pulsión y. una necesidad humana, sino que ha sido la fuente de inspiración para artistas de toda clase y forma. Amores hetero, amores gay, amores entre especies, entre diferentes etnias y religiones, amores de dioses y humanos, amores de figuras míticas y amores entre ángeles y demonios, amores sublimados y otros en cópula constante, amores del desgarro y amores del perdón.

Todos son amores y el cine nos presenta una variedad infinita. Porque al igual que en la vida real, la ficción está hecha de ilusión.

¿Y qué mayor ilusión que el amor?

Nota: En este breve ensayo, entre las palabras “amor” y “amores” suman 62 menciones… 62.

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