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The Iron Claw: un drama apabullante con Zac Efron en estado de gracia

Cuando se anunció el proyecto de esta película hubo mucha expectativa alrededor de este. Por un lado, el simple hecho de contar la historia de la familia Von Erich despertó el interés de muchos (en especial de los seguidores de la lucha libre); también significaba el regreso del cineasta Sean Durkin después de dirigir la maravillosa Martha Marcy May Marlene; y por último, Zac Efron, protagonista de la cinta, parecía tener entre manos el papel de su carrera. A finales del año pasado, en su breve recorrido por la temporada de festivales, y tal como se esperaba, la película cautivó a todo el que tuvo la oportunidad de verla.

En Argentina y algunos países de Latinoamérica llega hoy a los cines; nosotros la hemos visto ya y por eso voy a contarte por qué tú también deberías verla. Si no tienes un plan para este fin de semana, ir al cine y comprar una entrada para Garra de Hierro es la mejor opción.

¿De qué trata The Iron Claw (La Garra de Hierro)?

La película, dirigida y escrita por Sean Durkin, se centra en los Von Erich, considerada como una de las familias más famosas y legendarias dentro del mundo de la lucha libre profesional.

Evidentemente, dicho deporte tiene mucha relevancia dentro de la historia, sobre todo los triunfos y las hazañas que conquistaron varios de los miembros durante algunas décadas. Pero los principales obstáculos que enfrentaron los hermanos Von Erich no fueron dentro de la arena, sino fuera de ella. Ya en el inicio (y esto también se ve en el tráiler), Zac Efron en la piel de Kevin Von Erich, habla de una supuesta maldición que se cierne sobre la familia. Esa advertencia es sólo un preámbulo a la cadena de vicisitudes que estamos a punto de ver.

Sangre, sudor y lágrimas (y lucha libre)

Porque, en efecto, The Iron Claw es un drama familiar-deportivo y Sean Durkin se ha asegurado de dotar el guión con una buena dosis de ambos subgéneros.

Todos los hombres Von Erich son o en algún momento serán parte de la lucha libre profesional. De hecho, la historia empieza con Fritz Von Erich quien, al no alcanzar la cima dentro del deporte, empieza a preparar a cada uno de sus hijos para que estos consigan lo que el no pudo. Así que a lo largo del metraje vemos las vivencias de Kevin, Kerry, Mike y David (los hijos de Fritz) intentando hacerse un nombre dentro de esta competitiva disciplina. Es obvio que para estás escenas Durkin se inspiró de filmes como Raging Bull y The Fighter, y se agradece. Hay mucha fuerza en estos momentos, inyectando dinamismo y vitalidad al largometraje y contrastando los momentos de drama.

Y es que la fama de esta familia no viene únicamente por los hitos que alcanzaron en la lucha, los dramas familiares incrementaron en una forma bastante retorcida la popularidad entre el público, en especial en Estados Unidos donde fueron muy famosos a lo largo de la década de los ochenta. No voy a revelar exactamente cuáles fueron esos sucesos porque, a menos que ya conozcas la historia, es mejor ver la película sabiendo lo menos posible. Sin embargo, sí diré que Durkin aprovecha estos momentos para tocar sutilmente temas como la ambición, la masculinidad tóxica, la negligencia parental y lo hace de una forma brillante, conectando emocionalmente con el espectador.

El guionista y director se mantuvo fiel a la historia real tanto como pudo. Sin embargo, Durkin alteró algunas cosas para qué el resultado fuera "menos trágico", y así garantizar que la película no resultara tan abrumadora para el público. Aunque los que conocen a los Von Erich ya sabían lo que iba a ocurrir en la película, a los espectadores ocasionales les puede chocar ver cómo una familia se desmorona paulatinamente en pantalla.

Interpretaciones memorables

Durkin hace un buen trabajo encontrando el equilibrio entre la euforia de la lucha libre y la tensión por parte del drama familiar; pero si hay una conexión emocional entre el público y la película es gracias también a las interpretaciones por parte de todo el elenco.

Holt McCallany (Mindhunter) es el encargado de dar vida al despiadado Fritz, un hombre ambicioso quien siembra la enfermiza obsesión de triunfo entre sus hijos, al nivel de hacerlos competir entre ellos. Jeremy White-Allen (The Bear) como Kerry es un respiro de aire fresco dentro de la trama, su interpretación está dotada de una sensibilidad necesaria en momentos claves de la historia; lo mismo ocurre con Stanley Simons como Mike, el menor de los hermanos. Mientras tanto, Harry Dickinson como David es un robaescenas de primera, ofreciendo mucho carisma en cada escena donde aparece.

Me resulta curiosos ver como los hombres de la historia están mostrando constantemente su fuerza física, pero los personajes femeninos se destacan por la fuerza emocional. Maura Tierney retrata con maestría el dolor y el estoicismo de la matriarca Doris Von Erich; y Pam Adkinson, interpretada por Lily James es el pilar de apoyo que necesita Kevin, interpretado por Zac Efron, o como deberíamos llamarle, la verdadera estrella de la función.

Así es, aquellos que han dicho que Zac Efron alcanza la cima de su carrera con The Iron Claw tienen razón. Hay escenas en las que su personaje demanda ira física pero a la vez mucha vulnerabilidad emocional y el actor consigue salir triunfante de tal reto interpretativo. Efron equilibra hábilmente ambas cualidades demostrando un poderío histriónico que nunca antes habíamos visto. Y lo dice alguien que nunca ha dudado de su talento.

Lo que sí es cierto es que si damos un vistazo a los últimos quince años, el tiempo que ha transcurrido desde la última High School Musical, parece que Zac nunca llegó a alcanzar las cotas que se esperaban de él. Recuerdo que en varios medios de comunicación lo bautizaban como el nuevo Leonardo DiCaprio o el nuevo Brad Pitt, y puede que haya sido así si el actor hubiese elegido mejor sus proyectos. Sus películas más taquilleras (The Greatest Showman, Neighbours y Baywatch) están protagonizados por otros (Hugh Jackman, Seth Rogen, Dwayne Johnson). Y cuando se ha puesto a las órdenes de directores de renombre (Lee Daniels, Harmony Korine, Richard Linklater), lo ha hecho en las películas más olvidables de estos (The Paperboy, The Beach Bum, Me and Orson Welles).

Da gusto ver como por fin, después de tantos años, el actor ha encontrando esa interpretación que le ha permitido brillar como se merece. Aunque no llegó a ningún premio importante (como esperaban algunos) sí estuvo en varios circuitos de la crítica de forma muy merecida. Este biopic deportivo, profundamente conmovedor, utiliza a la perfección el talento de Efron, su dulzura innata, y el hecho de que nunca llegó a alcanzar lo que se esperaba de él (algo que también marca a Kevin Von Erich durante una etapa de su vida).

¡Los ochenta están de vuelta!

Aunque la película toma lugar en diferentes décadas, los setenta y ochenta son los años de mayor relevancia. Y hay que aplaudir el esfuerzo y triunfo técnico de hacer que la ambientación se sienta tan genuina.

La banda sonora, que recurre a artistas como Rush y Blue Öyster Cult no solo captura la época sino también el mundo alrededor de la lucha libre.

El director de fotografía Mátyás Erdély, hace un trabajo fantástico en las secuencias de peleas, junto con el editor; pero también captura las emociones de los personajes en un sutil juego y contraste de colores.

Sean Durkin ha sabido mezclar estos dos géneros para crear una película sensible, pero apabullante a todo nivel, con la mejor interpretación de Zac Efron en toda su carrera. Ideal para aquellos que además de un rato de entretenimiento, también buscan una dosis de buen cine.

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