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Un lento florecer. Notas sobre La teta austada de Claudia Llosa

Spoilers

El cine ha representado en innumerables ocasiones el padecimiento de los cuerpos en zonas de guerra, en conflictos armados. Cuerpos heridos, mutilados, en su gran mayoría cuerpos de soldados. Hombres que estaban dispuestos- o no tenían más remedio- a matar y a morir. ¿Pero qué sucede con los otros cuerpos que quedan en medio de un conflicto? ¿Qué ocurre con los cuerpos que no van a matar o a morir, qué ocurre con los civiles? Y sobre todo ¿qué sucede con los cuerpos de las mujeres? El cuerpo de la mujer no suele ser objeto de análisis, pero es un territorio de disputa. Esta pregunta será la que intenta responder la directora peruana Claudia Llosa en su película del año 2009, La teta asustada.

I. Cuerpo e historia

En un pequeño y modesto pueblo del Perú, vive Fausta con sus tíos, la familia se dedica a organizar fiestas de casamiento. Su madre acaba de morir. El deseo de Fausta es enterrarla en su pueblo natal, pero las dificultades económicas no le permiten realizar el viaje. Mientras tanto, el cuerpo de la madre es conservado y continúa sobre la cama hasta que Fausta reúna el dinero para el entierro. Para ello comienza a trabajar como empleada doméstica para una pianista adinerada que vive en la ciudad. Fausta es temerosa y retraída, los hombres le causan un especial temor. Se dice de ella que tiene el “mal” de la teta asustada y esa es la razón de su malestar físico cuando siente temor. Tras un desmayo, un médico descubre que Fausta tiene una papa en la vagina y que hay que intervenirla para quitarle el tubérculo. Ella decide mantenerlo allí.

Como telón de fondo se hacen visibles las huellas de las disputas internas entre grupos revolucionarios y el Estado Peruano que devino en lucha armada entre los años 1980 y 2000. El punto de partida del guión fue el libro Entre prójimos de Kimberly Thedion. Se trata de una investigación que reúne testimonios de mujeres que fueron víctimas de violaciones masivas durante el conflicto bélico, perpetradas por ambos bandos; de cómo se defendieron de esas agresiones, de las estrategias de protección para evitar embarazos y de las preocupaciones sobre cómo nacerían los niños producto de dichas violaciones. El impacto de las experiencias vividas en ese período y la violencia perpetrada sobre el cuerpo de las mujeres han dejado una huella en Fausta a pesar de que ella no la ha experimentado en carne propia, pero de la que de manera indirecta ha sido víctima. Podríamos pensar entonces, que el cuerpo tiene memoria, que algo de las vivencias de las generaciones anteriores llegan al propio cuerpo, estableciendo un vínculo entre la sexualidad y la historia. ¿Y no es eso, acaso, a lo que se refieren los personajes al definir el “mal” de la teta asustada? Se dice que el miedo se transmite a través de la leche materna. Algo del temor, de la angustia de la madre podrían llegar a transmitirse durante el amamantamiento. Se dice de Fausta que tiene susto, que por eso no anda sola o le sangra la nariz cuando siente temor. Esta concepción da cuenta de un vínculo profundo entre la madre y su hijo/a, junto al alimento se transmitiría algo subjetivo, inmaterial. Cuando Fausta es atendida por un médico a causa de un desmayo, se produce un choque. La ciencia no da crédito a una creencia popular. Se produce un enfrentamiento entre lo europeo/ occidental y lo popular y originario.

II. Lengua madre

La importancia de la oralidad se manifiesta de varias maneras en el film, en primer lugar es por medio de la fase oral – la alimentación- que Fausta recibe el “mal” de la teta asustada. Es también a través de la oralidad, a través de un canto en quechua, al comienzo del film, que la madre de Fausta narra como ha sido su violación. En muchas de las copias de la película el canto no ha sido traducido, aportando también un elemento de misterio en torno al lenguaje, al canto y la historia de esas mujeres. Aunque uno no lo comprenda, algo queda latente, algo se manifiesta al mismo tiempo que se esconde. La importancia de la oralidad también se expresa a través del canto de Fausta, ella inventa sus propias canciones de forma espontánea, por eso cuando la pianista le pide que vuelva a cantar una canción ella no puede hacerlo. Aparece una nueva oposición entre lo europeo que deja registro de sus melodías en partituras y la confianza en la transmisión oral de las culturas originarias. El idioma también puede ser una imposición. Fausta se expresa más cómodamente en quechua, su lengua madre, que en castellano. El lenguaje funciona también como resistencia.

III. Florecer

La construcción/ idea que tiene Fausta sobre el sexo aparece siempre vinculada al peligro, el sexo siempre implicaría violencia. La mujer resiste y si bien no puede evitar la violencia que se ejerce sobre ella sí puede evitar las consecuencias que producen esa violencia, en este caso un embarazo. Por eso Fausta mantiene con tanta firmeza su decisión. También se suma cierto desconocimiento en torno a la sexualidad, que se hace evidente cuando el medico pregunta si es virgen y ella responde que no lo sabe. Por estas razones son tan difíciles las relaciones de Fausta con los hombres, porque el hombre es entendido siempre como amenaza.

En cambio, el vínculo que nace lentamente con el jardinero que visita la casa de la patrona es diferente. En el primer encuentro Fausta exige que el hombre muestre sus manos, esa es la prueba de que efectivamente es jardinero, de su contacto con la tierra. El jardinero también habla quechua y esto genera un vínculo entre ambos. Lentamente van construyendo un código común, donde las flores funcionan como metáfora de sexualidad. Fausta descubre una nueva forma de vincularse, el hombre lentamente dejará de ser una amenaza y nace la posibilidad del amor.

Es Fausta, quien finalmente buscará el abrazo del jardinero antes de ir al hospital donde le harán la intervención. Al comienzo, Fausta remarca que es su decisión el tener una papa en la vagina, que es su método de defensa contra la violencia exterior. Ir en contra de esa decisión equivaldría a un abuso, a ejercer violencia sobre su cuerpo. Lentamente en Fausta se realiza un cambio interior, un movimiento que parte de lo retraído, del estar cerrado al mundo como método de protección para finalmente desplegarse una apertura al mundo, una forma de habitarlo según sus creencias y sus tiempos personales.

Es por eso que se vuelve tan significativo el último plano que elige Llosa, el jardinero finalmente descubre la flor que mejor representa a Fausta: la de la papa. El recorrido de Fausta concluye con un florecer.

La teta asustada está atravesada por la sexualidad, desde la decisión de Fausta, hasta el negocio familiar de organizar casamientos, pasando por el de su prima y las costumbres que la obligan a probar que será una buena esposa. Aparece también la idea del ciclo de la vida y sus etapas: el crecimiento, la sexualidad, la vejez y la muerte. Y un borde donde conviven la vida y la muerte, donde parece haber espacio para ambas. Esta dicotomía se hace presente en un plano: el vestido de novia está sobre la cama, debajo el cuerpo de la madre de Fausta. La sexualidad en La teta asustada es entendida como proceso, como construcción, condicionada por el pasado, atravesada por la historia. Radica en cada mujer la posibilidad de reelaborarla.

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