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Jack Twist y Ennis Del Mar: La pareja icónica menos cliché de la historia del cine

POR JERÓNIMO CASCO

2 de MAYO del 2024, 16.47 PM | UTC-GMT -3

Año 1963, Wyoming. Dos hombres bastante inconexos se miran distantes esperando a otro que les brinde una oportunidad laboral en un refugio cercano a la montaña Brokeback. No se conocen todavía pero un brillo en sus miradas nos dice que algo más existe entre ellos. Jack Twist (Jake Gyllenhaal) y Ennis del Mar (Heath Ledger) son la pareja más improbable en los manuales del cine romántico, pero también una con la que casi todo el mundo se puede sentir identificada. ¿Porqué? En la aclamada película de Ang Lee, Brokeback Mountain, sus protagonistas tienen absolutamente todo que perder: tienen esposas que los esperan en la calidez del hogar y una vida prácticamente hecha según los mandatos sociales. Claro, estos son factores que se desarrollan luego ya que el director nos presenta en los primeros minutos a los protagonistas como dos llaneros solitarios sin rumbo y con algunos asuntos familiares que resolver.

Sus días transcurren sin mucho a que aferrarse gracias a la dinámica del trabajo rutinario del campo como único medio de conexión entre ambos. Ennis se muestra como alguien reticente, áspero y varonil gracias a su porte y una voz crujida que parece salida de los mejores westerns. Pero Jack es alguien mucho más relajado, en apariencia algo más “sensible” y amigable. Este choque de opuestos gravita y hace flotar algo que irremediablemente sabemos que en cualquier momento colapsará. ¿Amistad? ¿Simplemente cariño entre ambos o algo más? Una sola carpa en el medio de la noche y rodeados de ovejas es lo suficiente para crear una erótica escena que es tan fugaz e intenso que casi ni se puede apreciar.

La banda sonora compuesta por el argentino Gustavo Santaolalla se nos muestra solemne pero aún así con una fuerza sensorial que impulsa a que la narrativa fluya de manera orgánica, casi sin sentirla. Nos hace recordar que estamos en tierras desoladas, donde todo y nada puede pasar, donde dos hombres casi sin quererlo se pueden cruzar y cambiar el rumbo de sus vidas para siempre. Pero como toda obra audiovisual, también necesita de lo segundo, ese visual que se pueda conjugar con el sonido. La fotografía de Rodrigo Prieto (quien supo ser el lente de Iñárritu y en la actualidad es el de Martin Scorsese ni más ni menos) no sólo sabe cuando achatar el espacio y volverlo infinito con los planos generales, sino que también posiciona la cámara con una sutileza tal al poner en el mismo plano a Jack y Ennis así estén cerca o lejos que nos permite estar ahí con ellos, ser testigos de las circunstancias entre ambos…

El trabajo terminó. Un adiós es suficiente. Ennis no puede soportar el no estar junto a Jack, pero inmediatamente lo vemos casarse con Alma, una joven que desconocíamos hasta ese momento. La rutina del campo y la montaña ahora es la rutina de los pañales para Ennis y del rodeo para Jack. Tras varios años sin verse una carta reaviva la flama que casi estaba por extinguirse: los dos amantes no tienen miedo de besarse aún sabiendo que la esposa de uno de ellos pueda verlos. Algo intenta decirnos Ang Lee, quizás sutil y despiadadamente a su vez nos prepara para el shock. ¿Cuáles serán las consecuencias de esta doble vida? Tanto Jack como Ennis saben que tienen que olvidar lo que pasó, pero en ese intento terminan desatando lo reprimido cada vez que se vuelven a ver.

Brokeback Mountain es una historia sobre las idas y vueltas de un amor correspondido que lamentablemente no pudo ser, pero también es una historia sobre la fuerza de ese amor en un ambiente en donde no parecía haberlo más que en el abrazo fundido y el calor que existió entre estos dos hombres. Es una película que no pretende hacer énfasis en la crítica social a lo prohibido, sino que traspasa esa barrera para ser un auténtico relato romántico de pies a cabeza. Lo prohibido es el jugo, es la esencia, es la alegría, es el director gritándonos en la cara: ¡HAZ LO QUE TE DÉ LA GANA! No lo reprimas.

Jake Gyllenhaal y Heath Ledger, que eran amigos de antes que se empiece a rodar la película, funcionan perfectamente en sus roles opuestos. El carisma y la apatía terminan desembocando en un duelo interpretativo que es amor y odio todo a la vez: amor por lo que viven cuando se encuentran en Brokeback y odio por lo que no pudieron (ni pueden) formar como pareja.

¿Qué habría pasado si no hubiesen desperdiciado esos veinte años? La pregunta, intacta, se refleja en los ojos llenos de lágrimas de Ennis mientras observa una postal con la foto de la montaña Brokeback en los últimos segundos de la película. ¿De que sirvió esconderse? El plano final es un vacío, una puerta se cierra como metáfora de que una etapa ha concluido, una ventana con la mitad de un camino y el verde del pasto sirven como telón de fondo y Santaolalla hace lo suyo con la música. La pantalla funde a negro pero también la incertidumbre de una posible vida se funde ante nosotros.


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