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El cine de Panamá

Náufragos y navegantes – Nota 8

Seguimos recorriendo Latinoamérica desde su cine y con este artículo completamos el recorrido por América Central, visitando un país muy particular, un país puente que conecta el Atlántico con el Pacífico y Centroamérica con Sudamérica, y de hecho perteneció hasta 1831 a la Gran Colombia, junto a Venezuela, Colombia y Ecuador. Esa condición de lugar de tránsito le permitió absorber diversas culturas hasta conformar un perfil propio. Hay además una historia de encuentros y, sobre todo, desencuentros con la intervención norteamericana en el país.

Y el cine, como siempre, se hizo eco de todas estas cuestiones.

El itsmo de Panamá tiene en su punto más estrecho 82 kmts. Ese fue el lugar elegido para la creación del Canal de Panamá, una de las obras de ingeniería más extraordinarias del siglo XX, inaugurada en 1914. Una obra hoy amenazada por el cambio climático que baja los niveles de agua, pero ese es otro tema. En 1903 Panamá cedió a perpetuidad los derechos del canal a EEUU a cambio de una renta anual. Esto incluía no solo el canal sino también una zona de 8 kmts a cada lado del mismo, que en la práctica era considerada territorio norteamericano. Por supuesto este acuerdo fue muy cuestionado y Panamá intentó desde 1970 recuperar el control. En 1977 se firmó un nuevo tratado que prometía devolverlo a partir de 31 de Diciembre de 1999, cosa que ocurrió. Algunas de las consecuencias de esta relación tirante entre los países ha sido reflejada en la película Historias del canal, estrenada en el 2014, a cien años de la inauguración de la obra. Historias del canal es una colección de cortos realizados por cinco directores que sitúan sus ficciones en cinco momentos históricos claves, 1913, 1950, 1964, 1977 y 2013. Su lema es “conco miradas, cinco momentos, una historia”.

En el primero de los cortos, 1913, dirigido por Carolina Borrero se muestra a dos migrantes afro que participan en la construcción del canal, un obrero y una cocinera, cuya historia de amor se ve amenazada por las terribles condiciones laborales que tienen que atravesar.

Historias del canal

1950, dirigido por Pinky Mon, es probablemente el más interesante de los cortos, en él un niño nortemericano que vive en la zona exclusiva asignada quiere aventurarse más allá de esa zona para ver cómo viven del otro lado. Aquellos que nacían y vivían en esa zona no eran considerados del todo norteamericanos, y tampoco panameños, el término utilizado para nombrarlos era “zonians”.

1964, de Luis Franco Brantley, pone como excusa una posible historia de amor entre una zonian y un estudiante panameño, historia que se quiebra por un hecho histórico real ocurrido ese año, un intento de ondear la bandera panameña en esa zona que fue reprimido y no hizo más que escalar la tensión por el control de ese territorio.

1977, de Abner Benaim prompone otra cosa, con un tono de comedia y mucho de film de espías, en el marco de la lucha por la recuperación del canal.

Finalmente, 2013, de Pituka Ortega-Heibrón intenta conectar el presente con el pasado con una historia del presente y una investigación que termina remitiendo al primer corto.

Algunos de estos directores pudieron desarrollar un carrera posterior, con resultados dispares. Luis Franco Brantley fue el co-director, junto a Luis Pacheco, de Operación causa justa (2019). El hecho retratado es muy atractivo, no así el resultado artístico, pero vale la pena para interiorizarse en el ataque perpretrado por EEUU en 1989 (el presidente era George Bush padre) a las fuerzas panameñas del general Manuel Noriega, líder de facto desde 1983. Otra muestra de la relación conflictiva entre estos países y esa idea norteamericana de que la zona propia excede en miles de kilómetros el turbio acuerdo inicial.

Antes de pasar al siguiente director panameño y ya que seguimos hablando de intervencionismo me ocuparé de algunos ejemplos internacionales de cine vinculado e este país. Quizás el mayor ejemplo sea El sastre de Panamá (2001) de John Boorman, que es a la vez un thriller de espías (está basado en una novela de John Le Carré) y una especie de parodia del mismo tema, que nunca termina de tomarse en serio pero quizás por eso mismo se disfruta. Se destacan las actuaciones de Geofrey Rush, el sastre del título, y Pierce Brosnan como un anti-bond, casi burlándose de sí mismo o del personaje que supo construir. También se destaca el concepto de “oposición silenciosa”, brillante idea que permite habilitar un aparato represivo sin necesidad de que sea una respuesta a ningún hecho puntual. Y se destaca como curiosidad el uso (sin premiso), de un tema de Victor Heredia como leit-motiv.

El otro ejemplo de cine internacional es una co-producción entre Panamá y EEUU al servicio del retrato biográfico de una de las mayores glorias deportivas del país, Roberto “Manos de piedra” Durán. La película se llamó, simplemente Manos de piedra, y fue dirigida en el 2016 por el venezolano Jonathan Jacubowicz. Se destaca, sobre todo, un elenco liderado por otro venezolano, Edgar Ramirez y secundarios a cargo de Robert De Niro, Ana de Armas, John Turturro y Rubén Blades, de quien nos ocuparemos a continuación. A pesar de esos nombres la película no escapa del formato de biopic más tradicional.

Yo no me llamo Rubén Blades (2018) es el documental sobre la vida de este extraordinario músico, dirigido justamente por uno de los responsables de los cortos de Historias del canal, Abner Benaim. Como se sabe, Blades no es solo el músico responsable de Pedro Navaja y otros superclásicos de la salsa, también es un reconocido actor de Hollywood, un abogado y activista político que llegó a pelear por la presidencia de Panamá en 1994, quedando en tercer lugar entre siete candidatos. Entre el 2004 y 2009 ejerció el puesto de Ministro de Turismo de Panamá. En definitiva, mucho más que su salsa intelectual (aunque eso siga siendo su obra mayor).

Yo no me llamo Rubén Blades

Benaim también es responsable de Chance (secuestro a domicilio) del año 2009, que no he podido ver, y Plaza Catedral (2021) que me ha parecido su mejor trabajo y mi recomendación de cine panameño. La historia gira sobre la curiosa relación que se establece entre una mujer de 40 años que carga con una cruz del pasado (gran actuación de ilse Salas) y un chico de la calle al que debe asistir en una emergencia.

Plaza Catedral

La despedida de Centroamérica será con un film colectivo que abarca a todos los países de la región, Días de luz (2019), que cuenta en paralelo seis historias que transcurren en cada uno de los países de la región, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala. Hemos viajado por todos ellos, encontrando muchos puntos de contacto, y algunas particularidades. Volviendo a Días de luz, todo gira en torno una tormenta solar que afecta las comunicaciones y la vida ordinaria y obliga a los protagonistas a replanterse muchas cosas. Fue dirigida por Gloria Carrión Fonseca, Julio López Fernández, Enrique Medrano, Mauro Borges MoraEnrique Pérez Him y Sergio Ramírez.

Nuestro recorrido continuará ahora por el Caribe, antes de terminar en Sudamérica. Queda aún mucho por recorrer, pero el próximo destino será Puerto Rico.

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