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Apuntes del BAFICI 2024 - Final - Memoria y Balance

Festivales - BAFICI 2024

Ha terminado una nueva edición del BAFICI, un festival que ha sabido vivir tiempos mejores, en un país que ha sabido vivir tiempos mejores. Queda mucho por comentar, y queda a la vez la incertidumbre de un futuro muy complejo para el cine argentino que alimenta este evento.

Ya me ocuparé de los premios, antes, un último paseo por aquellas películas que aún no fueron reseñadas en las notas previas.

Abriendo la caja de Pandora

Había mencionado previamente la sección Rescates, más que nada para referirme a Paris, Texas, esa obra cumbre de Wenders. Me quedé con ganas de ver la copia restaurada de El amor loco (1969) del gran Jacques Rivette, y resultó un descubrimiento El árbol de los sueños (1976), de Tengiz Abuladze, una interesante película de Georgia (de la época en que ese país pertenecía a la Unión Soviética), sobre rígidas costumbres de una aldea rural de principios de siglo XX, una curiosa amalgama de visual y crueldad. El cine georgiano tuvo también un lugar destacado en el último festival de Mar del Plata, con un interesante foco presentado por Alexandre Koberidze, director de la bella Qué vemos cuando miramos el cielo?. Un cine de otro mundo.

El árbol de los sueños

La caja de pandora, obra maestra muda de Georg Willheim Pabst de 1929 de arrolladora modernidad tuvo presencia por partida doble. Por un lado pudo verse en salas, restaurada, y es una experiencia que siempre recomiendo, ya que las películas de ese período, jóvenes a pesar de estar a un punto de cumplir cien años, fueron concebidas para ser vistas en sala, y solo para eso. Por otra parte se presentó el documental austríaco Pandora's legacy (2024), de Angela Christlieb, que cuenta la vida personal de un director que siempre fue asociado al movimiento del expresionismo alemán pero en realidad hizo su propio camino e impuso tendencias antes que seguirlas.

De todo lo visto en secciones paralelas me resultó interesante El agrónomo, primer trabajo de ficción de Martín Turnes, responsable del documental Pichuco (2014). El agrónomo del título está encarnado por Diego Velázquez, que estaba simpático en Hombre Muerto pero aquí se hace cargo de un personaje más complejo que carga con una cruz a punto de implotar antes de explotar, y que recuerda su gran trabajo en La larga noche de Francisco Sanctis. Además está muy bien secundado un sólido elenco que incluye a Valeria Lois y Susana Pampín. El tema tiene que ver con el uso (y abuso) de agrotóxicos y las tensiones de clase y entre campo y ciudad. Tensiones que se van acumulando sin caer en panfletos o denuncias obvias.

El agrónomo

También destaco la comedia dramática chilena Historia y Geografía, de Bernardo Quesney, en la que una notable Amparo Noguera compone a una actriz que también carga con una cruz, la del éxito televisivo que la desprestigia como artista “seria”. Empeñada en lidiar con eso y con un solemne mandato familiar decide montar una obra de teatro políticamente correcta sobre la historia del pueblo mapuche que la ayude a consolidar su imagen. Ironía que se dispara en varias direcciones, y en todas acierta. Para quienes vinieron a este festival el año pasado y disfrutaron (y a la vez padecieron) el devenir de la angustiante La memoria infinita puede llegar ser sorprendente ver a Paulina Urrutia en un rol cómico.

La hora de los Premios

El premio más importante de la Competencia Internacional fue compartido entre la ya reseñada A paixao segundo G.H. y la argentina El placer es mío, de Sacha Amaral, que tengo pendiente. Celebro el reconocimiento para la película brasileña de Luiz Fernando Carvalho, que obtuvo además el premio a la mejor actriz Maria Fernanda Candido por el tour de force de su omnipresente personaje.

Maria Fernanda Candido junto al director Luiz Fernando Carvalho en el rodaje de A paixao segundo G.H.

En la misma competencia hubo premios para el largo Riddle of fire (que también fue mencionada previamente) y el corto de Serbia The Ghosts You Draw on My Back, de Nikola Stojanović. El premio a la Mejor dirección fue para la ucraniana Oksana Karpovych por el documental Intercepted, y el Premio especial del jurado fue para la francesa L'Homme d'argile, de Anaïs Tellene.

En la Competencia Argentina resultó ganadora Vrutos, de Miguel Bou, y también hubo premio para el largo del prolífico Martín Farina, El cambio de guardia y el corto cordobés de María Belén Poncio Cuando todo arde. El Premio especial del jurado fue para La bolsita de agua caliente, de Yuliana Brutti. Los movimientos de cámara señalados en Barcos y catedrales la llevaron a obtener el premio a la mejor fotografía. Esta película sumó además uno de los premios no oficiales en este mismo rubro. La ganadora en Vanguardia y Género fue Wander to Wonder, de Nina Gantz (Países Bajos).

Javier Porta Fouz, Director del BAFICI, anunciando los premios

Dejo un espacio para reformular y ampliar mis opiniones vertidas en las notas anteriores. En la última señalaba que no podía estar más en desacuerdo con la idea de impedir el normal funcionamiento del festival como llamado de atención por todo lo que está ocurriendo con el INCAA (que, está claro, es aberrante), una idea asociada a la de denostar al BAFICI por su supuesto silencio ante la pendenciera embestida del gobierno. Se llegó incluso a poner como ejemplo a Godard y Truffaut saboteando el festival de Cannes en el 68 como antecedente válido (si es francés debe ser bueno).

Por un lado no parece una estrategia que acerque a nadie a la posibilidad de resolver el problema. Por el otro el silencio no fue tal. Hubo posicionamiento, solidaridad con los trabajadores del Gaumont, espacio para encendidos discursos de los directores de las películas participantes y, sobre todo para un público activo, entusiasta y multitudinario (casi todas las funciones a las que asistí fueron con sala llena) que se manifestó en contra de las medidas del nuevo titular del INCAA, el economista Carlos Luis Pirovano. Era fácil encontrar su nombre en carteles y pancartas en cada función. El propio director artístico, Javier Porta Fouz, estuvo haciendo declaraciones al respecto en cada función, que bien pueden no convencer a muchos pero que no fueron particularmente silenciosas.

Nótese el cartel que dice “Fuera Pirovano”

Todo esto no significa estar alineado con quienes llevan adelante este evento, entiendo que hay cosas que corregir desde años, y que no necesariamente tienen que ver con lo económico. Ni mucho menos tiene que ver con la gente que lleva adelante la cultura de esta ciudad, con quienes tengo profundas disidencias, solo entiendo que no es este el momento de ampliarlas sino de tratar de ayudar al cine argentino con estrategias válidas.

Llegamos entonces al final de la cobertura del BAFICI 2024, veremos que nos depara el 2025, aspiramos a que no sea un escenario post-apocalíptico.

Pero esto no se termina acá y el viaje por los festivales de cine nos llevará ahora a otro rincón de Argentina. Desde el 2 de Mayo estaré cubriendo el FICIC, Festival Internacional de Cine Independiente de Cosquín. Será la primera vez que lo haga, después de intentos infructuosos y problemas de agenda. La gira mágica y misteriosa continúa.

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