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Apuntes del BAFICI 2024 - Parte 2 - A toda marcha

Festivales - BAFICI 2024


Han sido días agitados, y seguirán siéndolo, por un buen tiempo.

En la nota anterior el foco estuvo puesto en la Competencia Internacional, y en las nuevas salas incorporadas al festival, Cinépolis y Cacodelphia. En este caso nos ocuparemos de la Competencia Argentina y de todo lo que está ocurriendo en el Gaumont. Pero también he aprovechado el viaje para pasar por la ENERC para interiorizarme de su situación, y participar de la marcha del 23. Todo está conectado.

El lunes 22 a la noche anduve por el Gaumont. La situación allí ya era complicada desde la mañana, tras el anuncio de despidos de su personal, con móviles policiales apostados en la entrada. Se trata de una sala histórica, fundada en 1912, perteneciente al INCAA, que el gobierno actual pretende reestructurar amparado en argumentos absurdos y quizás dignos de alguna ficción premiable.

En la puerta del cine Gaumont (el que saca fotos es José Campusano)

En la función de la noche se presentaron los cortos argentinos en competencia y allí estuvieron casi todos sus directores, dedicando buena parte de su presentación a solidarizarse con los empleados del cine y convocando a resistir esta política hostil del gobierno nacional, ante un público entusiasta que claramente compartía esa visión. También estuvo allí el director artístico del festival, Javier Porta Fouz, quien se tomó un buen tiempo para manifestar su preocupación por todo lo que está sucediendo, a la vez que respondía algunos ataques de la prensa que sugerían que el festival no se estaba pronunciando en este tema, y de algunos sectores que estaban pidiendo la suspensión del festival ante todo lo que esta ocurriendo, idea que no comparto en absoluto. La mera existencia y realización del festival ya es una declaración en sí misma, aunque por supuesto insuficiente.

Entre esos ánimos caldeados hubo tiempo para ver cine, seis buenos cortometrajes de todo el país. El primero de ellos fue Contemplación, de Aldo Paparella, un diario personal en el que se ve al propio director lidiando con sus problemas de salud. Luego fue el turno de Cuando todo arde, probablemente el más consistente de todos, de la directora cordobesa María Belén Poncio, que en este trabajo se mete con el tema de los incendios forestales intencionados y sus víctimas, con distintas maneras de lidiar con este problema en un día de furia. Días de lluvia, de Ainara Lungman fue la representante santafesina y podría ser la contracara del corto anterior, aquí el flagelo es la lluvia persistente que socava la tierra y amenaza con inundaciones. Dos caras de una misma moneda.

Cuando todo arde

El cuarto corto presentado fue uno de los más interesantes y es responsabilidad de la dupla creativa de Jorge Sesán y Merlina Molina Castaño (también protagonista). Las continuidades acumula ambigüedad y se va decantando de a poco por el cine de género. Como en su trabajo anterior, Los áridos, aquí funciona muy bien la administración de la información y es notable la dirección de fotografía. El corto fue realizado en Usuahia.

Llegaba entonces el momento para el representante de Rosario, sin dudas el trabajo más inusual de los vistos en esta sección, El alfabeto de los nadies, de Gustavo Galuppo Alives. Es inusual porque su búsqueda está claramente en otro lado y muestra un espíritu lúdico para intentar un diálogo entre lo analógico y lo digital. Estéticamente puede representar una continuidad con trabajos previos del director, aunque con algunos agregados más que interesantes y un hilo argumental que desconcertaba y fascinaba a la vez al auditorio.

El alfabeto de los nadies

El último corto exhibido fue Alicia todo el tiempo, del Colombiano Vladimir Durán, quien ya había participado en el BAFICI 17, con Adiós entusiasmo, ganadora de la competencia Vanguardia y género. Este nuevo trabajo es un lúdico y poético juego con los pliegues del tiempo y los efímeros momentos de auténtico contacto, asumidamente desconcertante por momentos. Al final de la noche era difícil imaginar un ganador con un nivel tan parejo a pesar de la diversidad de propuestas.

La presencia rosarina y santafesina no se limitó a los cortos mencionados. En la sección Comedias pudo verse La gauchada, de Juan Follonier y Gastón Calivari, y en Óperas primas el largometraje El infierno de los vivos, de Alberto Gieco, con producción de Agustín Falco y montaje de Ivan Fund. Dos trabajos que me quedaron pendientes. Espero saldar esa cuenta pronto, pero así también son los festivales.

El día martes estuvo signado por la marcha y solo llegué a ver una película, que ya fue mencionada en la nota anterior. Vale la pena detenerse por un momento para pensar qué consecuencias puede traer semejante movilización, y compartir por lo menos una imagen de esa tarde.

Yendo a la Plaza de Mayo

Entre los largometrajes argentinos en competencia pude ver Barcos y catedrales, debut del director tucumano Nicolás Aráoz, con la actuación de Oscar Nemeth y Natalia Pelayo, que para bien o para mal (más para bien) siempre será la Francisca de Aniceto. También tiene una participación importante Sergio Prina (recordado por El Motoarrebatador, película de Agustín Toscano, quien oficia aquí de productor). El título alude a la obra poética de Inés Aráoz (madre del director), y la poesía se va colando no solo en algunos textos, también en los movimientos de cámara.

Pero no todo es aspirar a algún premio. En secciones paralelas hubo también mucho cine que aporta variedad y es digno de mención por distintos motivos. Por el lado de la evocación nostálgica se puede mencionar Italpark, de Juan Carlos Domínguez, un documental sumamente convencional que puede aportar algún momento entrañable para cualquiera que haya pasado su infancia en ese icónico parque porteño (como quien esto escribe), y a la vez ser absolutamente intrascendente para quien no haya vivido esa experiencia. En una línea similar de retrotraerse a una época pasada, pero con mayor producción y buenos testimonios, se inscribe Leyenda feroz, de Mariano Frigerio, sobre el fenómeno que suscitó el estreno de Tango feroz en 1992. Si bien termina siendo celebratoria del film retratado deja un saludable espacio, aunque menor, para la crítica de un film que no fue tan feroz.

También se estrenó en el marco del festival una suerte de western protagonizado por los siempre eficaces Osvaldo Laport y Diego Velázquez, dirigido por Andrés Tamborino y Alejandro Gruz. Hombre muerto resplandece desde su gran fotografía y puesta en escena, aunque nunca logra equilibrar del todo sus elementos costumbristas con la trama que intenta abordar.

Párrafo aparte para la presencia de Peliplat como uno de los patrocinadores del festival. Para cualquiera que escriba en esta plataforma o disfrute de sus artículos debe haber sido grato encontrarse con la placa del sitio al inicio de cada película. Y como paréntesis dentro del paréntesis vale mencionar que todas estas notas de mi canal han alcanzado las 100.000 vistas, justo en esta misma semana.

Peliplat, presente en cada función

En la próxima nota, la última sobre el BAFICI, me referiré a los premios y, en la medida de mis posibilidades, a todo lo que haya quedado pendiente, tratando de vislumbrar que puede suceder en futuros eventos. Ya llega el momento de hacer memoria y balance.

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