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Apuntes del BAFICI - Parte 1 - Recordar quienes somos

Festivales - BAFICI 2024

Terminando la gira por esta edición 2024 del Bafici iré mencionando algunas de las películas salientes de mi recorrido personal de este festival, con el foco puesto en la Competencia Internacional para esta primera nota, ocupándome de la Competencia Argentina en la próxima. Quedarán muchas sin reseñar. No se trata de una cobertura completa sino de la crónica de un viaje personal.

Esa visión parcial siempre ocurre en los festivales, pero es más acentuada en este caso por la dificultad de acceso a la películas. Las acreditaciones de prensa solo permitían ver una por día, y la ausencia de funciones de prensa de los últimos años y de una videoteca para ver algunos títulos que no se alcanzan a ver en salas (triste novedad de este año) hacen imposible encarar una cobertura realmente seria. Esa hostilidad de acceso es mi primera crítica a un festival que, por otra parte, mantiene el buen nivel de programación a pesar de todo.

Cinépolis, uno de los nuevos espacios del festival

Por supuesto que es clave la programación, pero un festival también ocurre entre película y película, en caminatas y charlas de café, en declaraciones y polémicas, en la presencia de los autores de films en competencia (con un momento notable este año que pronto mencionaré) y en muchas otras cosas más que amplifican la experiencia. Para las películas puede haber links que reemplacen la visión en sala (aunque nunca jamás será lo mismo) pero lo otro es insustituible.

Pude ver cuatro de los largometrajes presentados en la Competencia Internacional. Riverboom, de Claude Baechtold recupera unas grabaciones perdidas de tres periodistas (dos suizos y un italiano) que cubrieron la guerra de Afganistán en el 2002. Contra todo pronóstico, lo que podía presumirse como un viaje al corazón de las tinieblas deviene en divertida buddy movie que se desmarca de cualquier denuncia solemne sin perder por eso su peso específico al documentar la terrible realidad circundante. Un ejemplo de traición a las expectativas. El director no pudo viajar a presentar la película pero sí uno de los protagonistas, Serge Michell, que aprovechó la ocasión para señalar que el mundo sigue con preocupación todo lo que está sucediendo con el cine argentino.

Presentación de Riverboom

La norteamericana Riddle of fire, debut de Weston Razooli, muestra con orgullo su espíritu indie y retro en una aventura infantil con algunos elementos fantásticos, en un combo tan lúdico como irregular. Por otra parte la española La parra nos lleva en un alucinado y por momentos absurdo y Lyncheano viaje a Ferrol, tierra natal del protagonista (también de su director y, dato nada menor, de Francisco Franco). Reina un espítitu pesadillesco, siempre al borde del ridículo. Algunos inserts documentales muestran algunos despropósitos mayores en la historia de una localidad que no estará muy contenta con este trabajo. Su director, Alberto Gracia, estuvo presente en la sala y fue interesante escucharlo. Aclaró que su trabajo aún no fue presentado en Ferrol.

Pero la experiencia de película más conversación posterior más interesante de todo el festival fue la presentación de la extraordinaria A paixao segundo G.H., de Luiz Fernando Carvalho, basada en una novela de Clarice Lispector de 1964 que parecía infilmable. Carvalho es el autor de otra obra extraordinaria, A la izquierda del padre, que pudo verse en una de las primeras ediciones del festival, hace más de 20 años. Su último trabajo no podría reducirse nunca a lo mínimo de una trama en donde lo único que ocurre es que una escultora (la extraordinaria y omnipresente Maria Fernanda Cándido, que debería ganar el premio a mejor actriz por este trabajo) entra al cuarto de servicio de su departamento. Lo que se propone Carvalho desde allí es filmar una toma de consciencia, con una intensidad que escapa a toda reducción narrativa y hasta podría resultar agotadora, pero que se eleva por el trabajo de su protagonista y un deslumbrante vuelo visual que nunca se siente confinado a lo limitado del espacio físico. Hay otro espacio mucho más interesante, mental y hasta espiritual al que podemos asomarnos y reconocer en toda su dimensión.

La posterior conversación del público con el director y la protagonista fue generosa, emotiva y muy reveladora. Entre los asistentes que hacían preguntas estaba el experimentado director Julio Bressane, que elogió en particular el montaje. Carvalho se tomaba mucho tiempo para responder y exigía al máximo a la esforzada traductora, como también habrá exigido a su única protagonista. Tras eso tuve la oportunidad de hablar con cada uno de ellos, y hasta de agradecerles. Era solo el primer día de mi viaje por el festival y ya había valido la pena.

A paixao segundo G.H.

No todas las películas que pueden verse en el festival tienen ese nivel de exigencia, afortunadamente. Fuera de competencia se abre una amplia gama de posibilidades que van de lo más extremo a lo más clásico, y por momentos se agradece tener esas opciones. Del veterano director francés André Techiné pudo verse en la sección Trayectorias su último trabajo, Les gens d'á coté, que cuenta con una dupla protagónica extraordinaria, nada menos que Isabelle Huppert y el argentino Nahuel Pérez Biscayart. Techiné se mueve dentro de lo convencional en una trama que gira en torno a una mujer policía (Huppert siempre en estado de gracia) que se hace amiga de sus nuevos vecinos, una familia compuesta por un artista rebelde en arresto domiciliario (un imprevisible Biscayart), su mujer y su pequeña hija. Habrá afinidad pero también mucha tensión por su elección de vida.

Les gens d'a coté

Otra de las películas presentadas en esta sección fue Comandante, de Edoardo de Angelis, que ha competido en la última edición del festival de Venecia. Una curiosidad que recupera un interesante episodio ocurrido durante la segunda guerra mundial. Un film realizado con mucha pericia y buenas actuaciones pero sin dudas cuestionable al resaltar y ennoblecer la figura del líder de un submarino italiano, casi como si se tratara de un film de propaganda de la era de Mussolini.

La sección Rescates presentó un par de joyas, y cierto equilibrio entre material muy conocido y otro a descubrir. De esto último me ocuparé en la siguiente nota pero ahora quisiera terminar este primer apunte con uno de mis films preferidos, Paris, Texas (1984), del alemán Wim Wenders. Como en A paixao segundo G.H., se trata aquí de recordar quienes somos, algo de lo que se ha ocupado Wenders en sus mejores films, que siempre se tratan de procesos de rehumanización de su personaje protagónico. Volver a ser. El propio director parece recordar quien fue en su último trabajo, Perfect days, del que ya me he ocupado en otra nota, tras varios años irregulares.

Pero volver a Paris, Texas es encontrarse con un trabajo en el que todo fluye, desde el guión de Sam Shepard y L.M. Kit Carson (quien además es el padre del niño protagonista) hasta la música inolvidable de Ry Cooder y la fotografía de Robby Muller, ambas esenciales. La icónica escena en la que el inolvidable personaje interpretado por Harry Dean Stanton se reencuentra con Natassja Kinski sigue siendo una de las más extraordinarias de la historia del cine.

Paris, Texas, fundirse en el otro

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