Un hombre entra a una comisaria. Parece preocupado pero no lo suficiente. Un oficial pasa al lado suyo caminando y espera a que se retire para poder hablarle al colega que se encuentra con actitud pasiva detrás de un vidrio. ¿A que le tiene miedo? El intercambio de preguntas y respuestas comienza:
- ¿Puedo ayudarlo?
- Si. Quisiera hacer una denuncia. ¿Cómo funciona?
- ¿Que quiere denunciar?
- No sé como decir esto, pero me están acosando.
- ¿Un hombre o una mujer?
- Mujer.
- ¿Has tenido relaciones con ella?
- No, no tuvimos. Ella es un poco mayor que yo.
- La edad no es un factor que consideremos.
- No, claro, pero le aseguro que no. No tuvimos relaciones.
- Bien. ¿Esta mujer lo está acosando?
- Si. Viene a mi trabajo. Viene a mi casa. Me envía correos todo el tiempo.
- ¿Correos amenazantes?
- Claro que sí. Déjeme abrir uno al azar. Mire. *le muestra uno*
- No diría que eso es amenazante.
- Están aquí en alguna parte. Solo debo… Mire, estoy muy preocupado. Creo que necesita ayuda.
- ¿Cuánto hace de esto?
- No sé, seis meses tal vez.
- ¿Seis meses? ¿Por qué tardó tanto en denunciarlo?
La cara del hombre lo dice todo. Hay obras que traspasan la barrera de lo audiovisual para hacer eco en aquello escondido que tenemos en lo profundo del alma. El solo hecho de redactarlo establece un inquietante paralelismo con la obra en cuestión, ya que en ella el protagonista desnuda su alma no sólo en una escena en particular, sino que en un marco más general se trata sobre su propia historia, una que atravesó el actor hace algunos años. La valentía de Richard Gadd al poner en un guion lo sucedido con una acosadora que le hizo la vida imposible entre el 2015 y 2017 se puede definir como un verdadero acto de autoaceptación y sanación.
¿Quién fue Richard Gadd en ese entonces? La miniserie Bebé Reno propone indagar -desde una mirada introspectiva escrita por el propio Gadd- cómo fue que a partir de ese primer encuentro casual con esta mujer su vida fue cuesta abajo, como si un “brainwashing” por parte de esta mujer lo haya dejado en la ruina. “Sentí lastima por ella. Eso fue lo primero que sentí” nos dice Donald Dunn (su versión ficticia en la miniserie) con voz en off al ponernos en contexto de lo que cada uno de estos personajes sintieron al verse por primera vez. Dos almas rotas que en sus idas y vueltas tuvieron una inesperada, retorcida, morbosa y dañina conexión.
Sólo una taza de té y un buen gesto por parte de Donny bastaron para que Martha Scott levante su rostro, uno que hasta hace unos segundos atrás se encontraba cabizbajo y llorando. ¿Porqué lloraba? ¿Acaso venía de acosar a otra persona que la rechazó con más severidad de la que tuvo que tener Donny? Al establecer la primer conversación Martha le cuenta sobre su “éxito” como abogada y asesora de autoridades del gobierno, y le muestra sus contactos agendados en un celular Nokia de principios de siglo. Posee varios penthouse y se codea con personas importantes, ¿pero no puede pagar una taza de té? La ingenuidad y curiosidad hacen que Donny le entregue total acceso a su vida a esta extraña pero simpática mujer, derivando en un sinfín de conflictos que lo llevan a replantearse quién fue…pero sobre todo quién es él en realidad.
Para empezar, es importante resaltar que Richard Gadd es un comediante/actor británico que se encuentra en una desfavorable posición en el medio artístico desde hace ya un tiempo. Ninguna de sus participaciones fueron relevantes hasta este presente y sólo una de sus experiencias como guionista fue “exitosa”, habiendo escrito un capítulo de Sex Education (algo que tiene mucho sentido por cierto), por lo tanto conectar con alguien que viene de abajo, sin ningún papel en alguna película a sus treinta y tres años, con altibajos constantes y repleto de sueños, es sumamente fácil. ¿Quien no desea ser algo en la vida? ¿Quien no se llenó de ilusiones, solo para después ser pisoteado sin ningún remordimiento?
La reinterpretación (casi) ficticia de Richard trabaja en un pub como camarero, vive con la madre de su ex a varios kilómetros de su idílica Londres y sus propósitos se desvanecen a medida que el tiempo lo consume. Toda esta desatención y anonimato que resultó ser la adultez se transforman cuando Martha se proyecta como esa figura que, por primera vez, lo ve a él como un ser especial, y como ella solía llamarlo, un “bebé reno”: no importa si Martha le envía 80 mails de día y 80 de noche, o si se roba una cesta para que vayan de picnic, Donny quiere hacer sentir bien a alguien que, retorcidamente, le devuelve la gentileza.
En Bebé Reno nos encontramos ante una interesante dicotomía que presentan ambos personajes que se reflectan como pares en el sentido más moral de la palabra. Si bien entendemos la preocupación que recorre el cuerpo de Donny al ver que no puede deshacerse de Martha, también sus decisiones en relación a ella nos hacen dudar sobre sus intenciones. ¿Porqué no puede simplemente ser más duro con ella? ¿Desquitarse y alejarla de su vida? Este creciente morbo en el protagonista, infundido por la presencia de Martha, es uno de los puntos más interesantes de la miniserie, porque en vez de hacernos sentir repugnancia por él, es abordado desde su propia lógica de los hechos sucedidos.
¿Cómo logra Richard Gadd establecer esta inquietante empatía con la audiencia, parece ser la pregunta del millón? “El drama es la vida con las partes aburridas eliminadas” solía decir el director alemán Werner Herzog, y nunca pudo tener tanta razón. Gadd empapa a Bebé Reno por medio de sus memorias todas las miserias que sufrió, y que también supo demostrarle a los demás que él tenía para ofrecer, pero no porque así lo quisiera, sino porque lamentablemente no tuvo otra opción. Narrada con una cronología basada en su propia interpretación de los hechos (algo así como la vivencia que tenemos de nuestros recuerdos, yendo y viniendo constantemente), la temporalidad de la miniserie nos demuestra que nada es lo que parece y todo puede cambiar de un segundo para el otro.
Donny es un mentiroso. Su miedo a exponer la cruda verdad de su pasado no le permite superarse, avanzando en una relación casi idílica con una mujer trans llamada Teri pero inmediatamente retrocediendo al percibir en los demás la mirada tajante del desprecio.
Donny no tiene malas intenciones, pero termina lastimando a casi todas las personas de bien a las que se cruza. Es el latente instinto de probar la adrenalina de lo autodestructivo lo que parece llevarle a la ruina pero también lo que le impulsa a comenzar un más que necesario proceso de reconstrucción, y así se resume en una de las escenas más duras y tristes de la serie.
Es en un concurso de comediantes donde Donny no puede reprimir más todo lo sucedido llegando prácticamente al borde del abismo, con un estrés y un peso incalculable en sus hombros que decide confesarse con el público presente, y desnuda la cruda verdad de su pasado: Donny fue violado por un hombre que le prometió fama, riqueza y éxito. Alguien que vio en él la suficiente cantidad de vulnerabilidad como para manipularlo a su antojo. "¿Porqué lo hizo?", se pregunta Donny un tiempo después, porque claro, en aquel momento pesaban más las (casi imposibles) oportunidades que Darrien le proponía. Este traumático hecho se ve reflejado en la relación que posteriormente Donny concreta con Martha, desencadenando en el verdadero conflicto tanto interno como externo que aqueja al protagonista.
Paradójicamente tras este desahogo conoce el éxito (o por lo menos lo que él considera como éxito) volviéndose viral, sacándose la pesada mochila en su espalda y logrando ver a su verdadero yo como la mejor versión posible que pueda tener.
Recomiendo discreción al ver este show. Y recomiendo que lo vean lo antes posible.
POR JERÓNIMO CASCO
26 de ABRIL del 2024, 17.24 PM | UTC-GMT -3
¿DONDE SE PUEDE VER? EN NETFLIX
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