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El mundo de Priscilla (y de Sofía)

La directora de «Perdidos en Tokio» y «María Antonieta, la reina adolescente» se acerca a la figura de Elvis desde el punto de vista de Priscilla Beaulieu, quien fuera esposa del Rey entre 1967 y 1973.


Memorias agridulces / eso es todo lo que tengo y lo que me llevo / adiós, por favor no llores / porque ambos sabemos que yo no soy lo que necesitas / pero siempre te amaré
(I Will Always Love You, Dolly Parton)

«A Elvis le encantaba. Hablé con Priscilla no hace mucho y me dijo: ‘Elvis me la cantó cuando estábamos en la escalinata del juzgado después de divorciarnos’ ”, declaró un tiempo atrás Dolly Parton, autora e intérprete de «I Will Always Love You», canción que cierra «Priscilla», la última película de Sofia Coppola. Basada en la autobiografía «Elvis and Me», de Priscilla Presley, Coppola nos sumerge en los años de la protagonista junto a Elvis Presley y, a su vez, en su propio mundo, que a esta altura ya es marca registrada.

Esta es la historia de Priscilla Beaulieu (interpretada por Cailee Spaney), una joven adolescente que al conocer a la estrella del rock and roll se enamora perdidamente, y de cómo fueron esos años viviendo en la mansión de Graceland bajo la sombra de Elvis (Jacob Elordi), acaso una de las diez personalidades más importantes e influyentes de la cultura popular del siglo XX.

¿Te acuerdas de Elvis / cuando movió la pelvis? / el mundo hizo ¡PLOP! / y nadie entonces podía entender / qué era esa furia
(Mientras miro las nuevas olas, Serú Girán)

Pongamos en contexto: principios de los años 60, chicas y chicos de todo el mundo rendidos a los pies de Elvis y una relación que comienza a desarrollarse entre el ídolo máximo de la juventud, de 24 años y Priscilla, una adolescente de apenas 14, que terminaría la escuela secundaria en plena convivencia con el astro. El casamiento llegaría en 1967 y poco tiempo después el nacimiento de la hija de ambos. A pesar de las apariencias, Elvis mantenía un control posesivo sobre Priscilla; una actitud manipuladora que iba desde la elección de la ropa y el maquillaje hasta los libros que debía leer e incluso las actividades cotidianas que debía realizar, siempre recluida dentro de la mansión.

La película nos cuenta cómo fue esa relación, los años de convivencia que incluyen excesos de pastillas, temporadas de Elvis fuera de la casa por largas giras y filmaciones, el casamiento en Las Vegas, la paternidad, la corte de amigos aduladores viviendo día y noche en la mansión y las infidelidades del Rey, retratadas en las publicaciones más importantes de la época, y cómo ese flechazo de amor del comienzo dio paso a la soledad, el aburrimiento, el tedio y, finalmente, al hastío. Todo este combo de amor, ternura y turbulencia, narrado siempre desde el punto de vista de Priscilla.

No puedo vivir sin ti / amo todo acerca de ti / no puedo evitar sentirme de esta manera / oh estoy tan contento de haberte encontrado / quiero mis brazos a tu alrededor / amo escucharte decir mi nombre
(Baby I Love You, Ramones)

La canción de Ramones suena en el inicio de la película mientras se suceden los títulos sobre negro y planos detalles del look de Priscilla que sería trending fashion a mitad de los años ’60: delineado de ojos, pestañas postizas, peinado, vestidos. Sofía Coppola nos introduce así al mundo de Priscilla, pero también, una vez más, a su propio universo: preciosismo a la hora de narrar visualmente una historia; personajes jóvenes femeninos sumergidos entre la soledad y el aburrimiento; banda sonora que siempre acierta en su elección, en este caso varias canciones de la época, algunas de ellas reversionadas por Thomas Marr, líder de la banda francesa Phoenix y esposo de la directora. Y un detalle no menor: la ausencia de canciones de Presley.

Tanto el tema de Ramones como el de Parton, que marcan el inicio y el final de la película, nos permiten apreciar ese arco en la historia de amor entre Priscilla y el astro mundial; una historia que Sofía elige contar sin golpes bajos ni juzgamientos, sin culpables ni víctimas. Coppola nos muestra, en consecuencia, el camino largo y sinuoso de Priscilla entre la luz y la oscuridad; el camino de la adolescencia a la madurez, de la jaula de oro a la libertad…

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