Vampire Humaniste: coming of age con vampiros, ¿qué puede fallar?

El cine de vampiros no caduca nunca y siempre tiene una nueva perspectiva para mostrarnos: ya los hemos visto en películas de terror, acción, suspenso y ahora, en una especie de coming-of-age mezclada con humor negro y romance. “Vampire Humaniste Seeking Consenting Suicidal Person” puede ser predecible pero de todas formas funciona. Tanto para mí como para todas las personas que llenaron la sala del Gaumont para verla gracias al BAFICI.

Si les digo que la directora canadiense Ariane Louis-Seize hizo una película hablando de episodios traumáticos, salud mental, la adolescencia y la mezcló con humor negro y vampiros, ¿creerían que es una buena cinta? Bueno, se los adelanto: realmente lo es. 100 años después de que tuvimos la primera película vampiresca con Nosferatu, este género parece inagotable y me resulta fascinante como siempre pueden darle una vuelta más.

Nos centramos en la vida de Sasha, una pequeña niña que sufre estrés post-traumático debido a que sus padres asesinan y comen a un payaso en el día de su cumpleaños. Y es que sí, son vampiros: es la normalidad para ellos y deben alimentarse. Pero no para ella, quien tiene un “defecto” (según su familia), y es ser empática con todo el mundo. Para ellos, la niña tiene una enfermedad y por eso, sus colmillos no salen y no puede alimentarse.

Avanzamos en el tiempo y Sasha ya es una adolescente, pero aún está decidida a no alimentarse de humanos. La única manera de sobrevivir para ella es tomando sangre directamente de un sachet pero rápidamente encuentra la solución a su gran dilema: ingresa a un grupo de ayuda para depresivos y suicidas y conoce a Paul. El flechazo al hablar de la muerte como solución a la vida fue instantáneo.

A partir de allí, nos encontraremos con las típicas escenas que todos ya sabemos cuando hablamos de una coming of age o romances adolescentes, pero lo sorprendente es lo bien logrado que está este mundo. Si bien la dirección es muy buena, el arte de “Vampire Humaniste” está tan bien cuidada que es un placer verla durante los 92 minutos que dura.

La directora se centra en los problemas de adolescentes como la falta de identidad, el bullying y la depresión, y me parece que lo hace de una forma tan sensible, humana pero sin quitarle el humor. Y acá hay una gran ejecución de los papeles gracias a los protagonistas que están interpretados por Sara Montpetit y Félix-Antoine Bénard, a quienes le creemos todo.

Y lo importante en todo esto es que sabemos que la soledad, la muerte y la depresión está ligada fuertemente a los vampiros, pero también a los humanos. Y estos lazos y puntos en común están unidos magníficamente para crear una bella historia en la que muchas personas pueden sentirse identificadas a pesar del mundo ficticio que se creó.

Debo admitir que es una historia vista una y otra vez, no hay nada nuevo y sabemos cómo va a terminar todo, pero a pesar de tener este punto en cuenta, esta película se convirtió en una de mis favoritas sobre vampiros y coming-of-age. Es cautivadora y apta para cualquier persona.

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