El precio a pagar por los ratings en Late Night with the Devil (2023)

En un contexto de resurgimiento del género del terror en la última década, se suma un nuevo film con una idea fresca en un formato explotado y con un villano más que conocido.

El tercer largometraje del dúo australiano de los hermanos Cameron y Colin Cairnes nos brinda la historia de Jack Delroy, presentador del show en vivo “Night Owls”, quién atocigado por la reciente muerte de su esposa y las bajas masivas de rating en el programa toma la decisión de patear el tablero y realizar un evento trascendente en la historia de la televisión en vivo. La noche de Halloween de 1977, Jack y su coanfitrión Gus le proponen a su audiencia una serie de invitados ligados a lo paranormal junto a Carmichael, un mago escéptico que servirá para desmentir los hechos presentes en la noche. Además de un psíquico llamado Christou, el plato fuerte de la jornada es Lily, una joven recatada de una secta satánica por su acompañante, la doctora June, quién parece estar poseída por alguna entidad maligna.

La película utiliza el formato found footage, muy popular en el siglo XXI pero no siempre bien empleado. Añade un toque de nostalgia al usarlo mediante gráficas televisivas de la decada del '70, las cuales recibieron muchas críticas por el uso de inteligencia artificial sumado a otros efectos, pero la realidad es que sin saberlo de antemano no se nota para nada a primera vista. Entre otros recursos la cinta va variando en los géneros, desde el comienzo a medida que una voz en off narra la historia de Jack con momentos cómicos típicos de los shows en vivo, pasando al drama emotivo con la extraña muerte de su esposa y esa última aparición en el programa, hasta concluir con el terror puro en la emisión actual. Además los hermanos Cairnes se encargaron de mantener en 16:9 casi toda la obra excepto por el momento del climax, esto sumado a que cuando las cámaras se apagaban la imagen se tornaba blanca y negra. Por último, la variedad de sustos o momentos terroríficos no se basan en trucos de cámaras o “screamers” sino en crear un ambiente sombrío e incómodo a medida que la situación se vuelve adversa.

Ingresando nuevamente en la trama, hay un par de aspectos claves para introducirse en la misma. Lo primero es entender el ambiente y contexto, un programa en vivo con audiencia real en el estudio, al rededor de 50 ciudadanos viendo los hechos que se transforman en testigos y posibles víctimas, sumado a todos los demas espectadores que se encuentran detras de la pantalla. Por otro lado el hecho de que desde el principio se aclara que lo que se ve es una copia del programa que cambió todo, por ende, ya se sabe que nada pudo salir bien. Una vez analizado esto se puede disfrutar de los chistes malos entre Jack y Gus(quien sirve de alivio cómico), las internas que se producen detras de escena y la ambición que se tiene por elevar los números a toda costa.

Los personajes son los típicos del formato, pero cabe destacar al ex mago Carmichael, quien será clave para mantener una incomodidad latente al querer desmentir a cada invitado que pretende demostrar algún evento paranormal. Esto provoca por un lado que la película no se desbande apenas sucede algo extraño como también mantener a raya el quiebre definitivo de los primeros encuentros, y termina siendo este mismo exceptisismo el que termina de desatar el caos. Y otro a destacar es Lily(Ingrid Torelli) quién logra mantener esa imagen de niña tierna traumada pero que también genera escalofríos como se asimila que tenga una entidad demoníaca en su interior.

Párrafo aparte para el host quien es brillantemente interpretado por David Dastmalchian, a quien no estamos acostumbrados a ver en roles protagónicos pero que siempre cumple. El rol de Jack tiene por un lado el objetivo claro de mantener el show de pie con una carismática actuación y entendiendo los momentos televisivos a pesar del traspié que viene acompañando al programa, pero cuando la cámara se apaga vemos un hombre atormentado por el recuerdo de su difunta esposa, con problemas con el alcohol y obsesionado a más no poder con los ratings. Este último punto será clave para el desenlace de la trama.

Late Night with the Devil presenta una buena historia, fresca y con momentos tensos. No es brillante ya que cuenta con algunas inconstancias y momentos que pueden ser anticlimáticos pero a la vez le da lugar a efectos prácticos que acompañan bien a los digitales. Su tercer acto puede parecer algo confuso pero a la vez te deja con la cabeza explotada. Los hermanos Cairnes estuvieron a la altura de las expectativas en su primer proyecto ambicioso. Hay que tomarse un rato y darle una oportunidad.