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París, Texas en el BAFICI: una experiencia única

Spoilers

El Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), cumple 25 años y tenemos un sinfín de estrenos argentinos e internacionales para poder disfrutar del género que queramos, pero hay una sección que tiene muchísima popularidad entre el público y es la de “rescates”, donde podemos elegir ver un clásico en pantalla grande y emocionarnos como lo han hecho muchas otras personas en años anteriores. En esta ocasión, yo elegí ver París, Texas de Wim Wenders.

Si hay algo que repito hasta el cansancio hace mucho tiempo, es el poder que tienen las películas en las personas. Nos permite sentir muchísimas cosas y expresar nuestros más profundos sentimientos de diversas maneras, y no creo mejor lugar o momento para disfrutar de una hermosa pieza de este arte como París, Texas que en el marco de un festival de cine tan prestigioso e imponente como el BAFICI.

La sala Leonardo Favio del Cine Gaumont estaba repleta. Con la cinta ya comenzada, la gente seguía llegando a montones (está bien, algo molesto pero entendible debido a los horarios y cantidad de opciones que hay por día), y es que la sección “Rescates” nos permite a muchos disfrutar de algunos títulos que jamás pudimos ver en pantalla grande como ‘After Hours’ de Scorsese, ‘L’Amour Fou’ de Rivette o ‘El Árbol de los Deseos’ de Abuladze, entre otras.

En esta ocasión, quise elegir una y no pude resistirme al encanto y calidez de la maravillosa ‘Paris,Texas”, y siento que fue una gran decisión para un viernes por la tarde. Si bien la vi relativamente hace poco en la comodidad de mi casa, en una buena tele y con buenos parlantes, la experiencia es única en pantalla grande y rodeado de gente. La cantidad de personas asombrándose, riéndose y llorando reflejaron lo que hubiese sido una sala en 1984, año que fue estrenada.

¿Qué decir de la cinta que no se haya dicho o escrito? Wim Wenders logró una fama inmediata con esta película, en la que logró capturar con brutalidad la soledad, la tristeza, la felicidad y la no pertenencia con una composición cinematográfica que es difícil de olvidar. Planos que te dejan boquiabiertos, una explosión de colores donde predomina muchísimo el rojo y el verde y actuaciones que completan una película perfecta.

Vemos a un hombre quebrado mentalmente, arrepentido por su feroz pasado con su expareja. Vemos a un padre reencontrándose con su pequeño hijo, al que no ve desde hace más de cuatro años y comienza a valorar los momentos que perdió. Nos muestra en la cara los sentimientos de una mujer joven hostigada por una persona mayor, a la que la obligan a tener un niño y un futuro que no quería. Nos muestra un pequeño de 8 años, confundido por tratar de entender que sus padres en realidad son sus tíos y su fragilidad al reencontrarse con su verdadero papá y su verdadera mamá.

Las imágenes como discurso narrativo en ‘Paris, Texas’ son brutales y es gracias a las decisiones de su director, Wim Wenders, y el de Robby Müller, director de fotografía. Los colores, planos y detalles nos hablan en la película y nos conducen por un camino extremo en la vida, donde la aceptación y el perdón forman parte de la evolución hacia algo mejor. Y ese futuro quizás, es dejando atrás viejos miedos y sentimientos para poder avanzar.


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