'Civil War' es la paradoja de la sociedad norteamericana de Alex Garland

POR JERÓNIMO CASCO

16 de ABRIL del 2024, 15.07 PM | UTC-GMT -3

“¿Que clase de estadounidense eres?”. La pregunta que le hace un presunto militar a un fotógrafo de prensa inquieta por dos motivos: el contexto macro y la escena en cuestión. La escena plantea a dos fotoperiodistas que están a punto de ser ejecutados por dos militares o insurgentes rebeldes (jamás sabremos que eran), pero que antes de que eso ocurra son salvados por tres colegas que detienen la ejecución alegando que solo están de paso y no quieren problemas. Al parecer estos hombres vestidos con uniforme verde ejecutan sin piedad a sus víctimas dependiendo el porcentaje de “que tan americanos” sean. La tensión crece gracias a la sutil pero perturbadora (y fugaz también) actuación de Jesse Plemons, que curiosamente en la vida real es el esposo de Kirsten Dunst, actriz que interpreta a un personaje que atestigua su performance.

Sacando el dato a un costado, me animo a reformular la pregunta al hacerles saber de qué iba la escena: ¿En que nos hemos convertido como para llegar a tales niveles de insensibilidad e indiferencia? En una industria en donde ningún director estadounidense se atrevió a punzar con fuerza en las grietas de su propia sociedad, desde el Reino Unido uno cruzo todo el charco para hacerlo, y es que la paradoja norteamericana de Alex Garland nos invita a reflexionar y ser testigos de cómo se puede llegar a los límites más impensados en materia política y social. La paradoja surge de manera orgánica: ¿Cuál es el sentido de unir fuerzas para derrocar a un gobierno, pidiendo por la libertad de todos los ciudadanos norteamericanos, pero haciéndolo desde la violencia sin consenso, extremista y despiadada? ¿En qué posible futuro se encontrará esta lucha?

La producción más grandilocuente de la productora a24 da un paso más allá y nos plantea un futuro (no puedo determinar que tan distante o no puede ser) en donde varios estados de los Estados Unidos decidieron despegarse de la figura de autoridad del Gobierno, escalando en una ola de violencia sin precedentes en cada rincón del país. Hay estados que hacen ojos ciegos al respecto, y otros que se involucran fuertemente utilizando todos sus recursos para intentar terminar con el mandato. ¿Los motivos? Algo común en el cine de Garland es siempre dejar plantada la inquietud, y en el caso de Civil War nunca se plantea qué es lo que llevó a tal caos, haciendo que los motivos permanezcan inciertos hasta último momento, ya que el director pone la óptica desde el punto más neutral y verdadero que pueda existir: la de los fotoperiodistas, seres humanos sin una posición partidaria al respecto que únicamente se encargan de apuntar en el lente en dirección a lo real.

Garland, cineasta sumamente inteligente, respeta a la audiencia a diferencia de otros realizadores. La mantiene cautivada, atenta, pero sobre todo, preocupada. ¿Puede tal escenario materializarse en la actualidad? La línea entre ciencia ficción y realidad es prácticamente invisible. En Civil War no existe la tecnología de punta, los androides ni nada sacado de un best-seller, sin embargo existe una dicotomía que nos permite debatirnos internamente donde estamos parados ante tal distopía/paradoja que plantea la película.

Lee Smith (Kirsten Dunst) es una fotógrafa que ha sido testigo de los peores horrores que se puedan experimentar. Se la nota cansada pero no asqueada de este mundo: acepta la lamentable realidad al posarse con su cámara en mano y sin temor frente al terror que se vive en los conflictos bélicos. En una protesta por falta de agua conoce a una joven fotógrafa con la que conecta inmediatamente al ver en ella ecos de lo que fue su catastrófico pasado: Jessie Cullen (Cailee Spaeny) no tiene miedo en escabullirse en el medio del infierno sólo para poder conseguir esa gran toma que todo fotógrafo anhela.

A partir de este encuentro la misión de Lee junto a Joel no sólo será proteger a Jessie a toda costa, sino que también tienen por delante la tarea de llegar a D.C, Washington para intentar tener una “exclusiva” con el Presidente, con todo el peligro que ello representa. Esta relación casi maternal entre Lee y Jessie termina siendo la de mayor peso y la que le da corazón a la historia, porque si hay algo en lo que no falla Garland es darle el valor de lo humano a cada una de sus películas. Como si se tratase de una road movie podemos ver destellos de la maestría del director al ponernos en situaciones cotidianas pero que en este contexto cuasidistopico resultan ser verdaderamente terroríficas, como por ejemplo el simple hecho de pedir gasolina.

Casi todas las películas del director, exceptuando a Ex Machina (su brillante debut), circulan alrededor de la autodestrucción como eje y motor principal de sus historias. Civil War claramente no es la excepción, saliéndose de los retratos más minimalistas e íntimos que supo abordar previamente para escalarlo a un nivel más colectivo. En su última película el individualismo pasa a un segundo plano, apoyándose en el concepto de organización como frente de lucha. Ya no es una mujer luchando contra los demonios del suicidio de su marido como sucede en Men, o la culpa de haber sido infiel en Annihilation.

Ahora nos encontramos en un terreno más humano y realista que roza la sensación de que nada hemos hecho para desviarnos (y quizás sigamos por ese triste camino) del inminente e incesante camino hacia la autodestrucción. “Esto es América” nos recitaba irónicamente hace unos años el cantante Childish Gambino, exponiendo las inquietantes contradicciones que definen a una nación marcada por la discriminación y la igualdad, el racismo y la diversidad, el amor y el odio, y porqué no, la vida y la muerte. ¿El futuro de Estados Unidos según Garland es probable? La respuesta, como siempre, es el tiempo.

CONCLUSIÓN:

“Alex Garland hizo la película más polémica del 2024, y probablemente una de las más polémicas de toda la historia del cine. Un cuasidocumental retratado con una excepcional belleza que irónicamente contrasta con su contexto: la de un país que no aguantó, colapsó y comenzó a tomar decisiones extremas en materia política y social.
Civil War plantea un futuro poco distante en donde varios estados de los Estados Unidos de Norteamérica forman una alianza para derrocar al gobierno.
Los motivos de esta masiva escalada de violencia no se dictaminan ni explican ya que la película sirve como una metáfora de la grieta que divide a varios de las naciones en la actualidad. El director hace uso de su inteligencia como narrador y su respeto por la audiencia para sumergirnos mediante la cámara como si fuera un personaje más en el terror bélico más crudo e innecesario. Una película que invita a reflexionar en la autodestrucción del ser humano en su escala más grande."

PUNTAJE: 9 de 10

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