undefined_peliplat

Alien: La creación como finalidad del hombre

Spoilers

Alien: La creación como finalidad del hombre

- Cómo Ridley Scott cambió el paradigma -

Más de 30 años después del estreno de Alien (1979), la obra de Ridley Scott ya se había convertido en una franquicia y, la criatura que le daba nombre, un ícono del cine y la cultura popular. Tal fue el impacto del relato, una fusión entre los géneros de ciencia ficción y terror que se habían asentado durante la década, imbuida con un claro mensaje sobre corporativismo y violencia sexual; que menos de diez años después sería estrenada una secuela dirigida por la mente detrás de The Terminator (1984) , junto con una tercera y una cuarta entrega en los años subsiguientes. Luego de esto, la saga estaba estancada. A pesar de presentar ideas frescas, Alien3 (1992) y Alien: Resurections (1997) no habían sido bien recibidas y ninguna parecía haber heredado el nivel de sensibilidad y profundidad del texto original. Un sentimiento que prevaleció hasta 2012, cuando Ridley Scott anunció su regreso a este universo con Prometheus, un nuevo proyecto que actuaría como precuela de la historia que nos presentó en 1979.

Prometheus es muy divisiva. Muchos descartaron este proyecto por no alinearse con el consenso general que habían preconcebido los fanáticos de la saga sobre muchos aspectos de esta. Ideas que, muy probablemente, fueron cementadas en parte debido al éxito rotundo que tuvo Aliens (1986) de James Cameron, la cual, junto con sus dos sucesoras, seguía una línea creativa totalmente opuesta a la que vino a plantear el director original tres décadas después. Scott, un hombre explícitamente ateo, claramente indignado con muchos aspectos de la sociedad que hemos construido, propone una visión influenciada por relatos como los del "Diluvio Universal" y el "Dios Relojero" volvió a poner a Alien en un espacio mucho más cercano temáticamente a Blade Runner (1982), a diferencia de la saga post-Cameron, que se inclinaba a un espacio más cercano a Predator (1987) y Terminator 2 (1991). Prometheus entra a la fuerza y distorsiona toda la iconografía a la que estábamos acostumbrados. El Alien no aparece hasta el final de la película, y resulta que tampoco es un depredador salvaje acechando los confines del espacio como creíamos.

“Because that's what I choose to believe”

Y es que, metatextualmente, la Doctora Shaw (interpretada por Noomi Rapace) cumple el mismo rol en 2094 que Ridley Scott en 2012. Su tesis pone en tela de juicio los dos cánones que constituyen las conclusiones humanas sobre su origen: Creacionista y Evolucionista. Un choque de ideologías sucede a partir de esta tercera fuerza, porque, si la vida en la Tierra es obra de seres de otro planeta llamados Los Ingenieros, ¿A qué se debe la existencia de ellos? ¿Fueron ellos creados también? ¿Por qué crearían ellos nuestra especie? El diverso grupo de personajes que constituyen el elenco principal emprenden un viaje hacia el sistema de los Ingenieros: los doctores en busca de respuestas, y los empresarios financiando el programa en busca de, claramente, beneficio personal, siendo en este caso extender la vida de su CEO Peter Weyland. El espíritu de toda la tripulación se ve roto eventualmente cuando descubren que no solo estaban muertos todos excepto uno de los Ingenieros en el planeta, sino que la causa de su muerte se debía a un error durante la creación de un arma biológica diseñada para exterminar a la raza humana; lo que lógicamente resulta shockeante tanto para Shaw como para la audiencia, ya que ninguna de nuestras preguntas termina siendo respondida para el final de la película. Y creo que este es el ejemplo perfecto del mensaje de Ridley Scott: Al final, no importa. Justo como sucede con los dilemas religiosos en nuestra realidad, es cuestión de lo que uno decida creer.

Toda la tripulación termina muriendo luego del encuentro (reforzando así el significado temático del título de la cinta, Prometheus) a excepción de Shaw y David, un androide parte de una serie diseñada por la compañía de Weyland explícitamente para ser lo más similar posible a sus pares humanos. David, paralelamente, sufre una crisis similar: él fue creado por los seres humanos, simplemente por el hecho de que teníamos la capacidad de hacerlo y, al igual que a nosotros, la respuesta lo decepciona. Ambos supervivientes huyen del planeta en el que se encontraban (que en realidad no era más que una sala de experimentación) en dirección al planeta natal de Los Ingenieros, conduciendo una de las naves que usarían para trasladar el arma biológica que estaban desarrollando, la cual descubrimos que es el genoma que luego sería utilizado para la creación del famoso Alien.

Para nuestra especie humana, ya sea mediante el diseño de sistemas y artes o reproducción sexual, la habilidad de creación es una capacidad intrínseca que hemos realizado como nuestro rasgo de mayor valor, y es un tema que continúa su desarrollo en la secuela de Prometheus, Alien: Covenant (2017). Eso sí, de una manera mucho más explícita y brusca después de la recepción mixta de la primera. No solo temática sino también conceptualmente, Covenant no tiene la confianza en la audiencia de su predecesora. La acción toma mayor control de la narrativa, ideas y opiniones son dichas en voz alta en lugar de solo pensadas, incluso la aclaración "ALIEN: " tuvo que ser estampada en el título. La película se despoja metatextualmente de todo lo que heredó de su antecesora, pero el trasfondo está y, con sus subas y bajas, Ridley hace lo que es para mí uno de los blockbusters más esenciales de la década del 2010.

“Look on my Works, ye Mighty, and despair!”

En el soneto "Ozymandias" de 1818, Percy Shelley relata la ingenua arrogancia del rey homónimo, quien alardeaba sobre su poderoso dominio confiado de que este prevalecería en la historia eternamente, a pesar de que, en el lugar en el tiempo en el que el poema transcurre, lo único restante de su reino es una porción de una estatua que fue una vez erguida a su nombre, olvidada por Dios entre las arenas del desierto. Este poema, junto con "Das Rheingold" y "Lawrence of Arabia", son pilares para el personaje de David. No necesariamente por los textos en sí, que los tres resonan temáticamente con su rol en la historia de Alien, pero porque él, siendo una entidad que fue creada por alguien más y que, al igual que los Ingenieros con nosotros, no podemos darle una respuesta a por qué lo hicimos, el concepto de poder crear una obra que persista en el tiempo termina siendo de carácter fundamental para lo que constituye su razón de vivir. A diferencia nosotros, él no puede morir y conoce su origen, pero al igual que la doctora Shaw (quien era infértil), es incapaz de la reproducción sexual. Llevándolo así a actuar como reflejo de Ozymandias, y creando al Alien que es el ícono de la franquicia.

Es interesante destacar cómo, de todas las posibilidades, terminan siendo las decisiones de un hombre religioso las causantes de los sucesos que se desarrollan en Covenant, y es su cuerpo el que es usado para la concepción del Alien. Él es responsable de la tragedia, al igual que la ambición desmedida de las multicorporaciones responsables por David, pero es también indirectamente gracias a su fe que una vida pudo ser creada, haciendo de todo un enorme y ambiguo ciclo. Es triste que seguro nunca vaya a ver la luz la continuación a Covenant que estaba planeada originalmente, y nunca vamos a ver a Ridley completar el ciclo de Ozymandias y la idea implícita de cómo es la misma humanidad la que termina siendo artífice de su propia condena. Hay rumores de que Alien: Romulus (2024) puede ser en secreto ese proyecto pero, incluso si no es, insisto en que estas dos precuelas siguen siendo, para mí, el proyecto más interesante de la filmografía de Scott de este lado del siglo.

Más populares
Más recientes

No hay comentarios,

¡sé la primera persona en comentar!

7
0
1