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Madame Web

En las mitologías del mundo (sin importar si son de las que forman parte de la cultura de un país o que vengan de cómics y novelas gráficas) siempre se van a encontrar recovecos donde existen personajes y episodios que, o no se han explorado nunca o que sí lo han hecho, pero con una frecuencia mucho menor que la que toman a personajes mucho más conocidos. En ese sentido, mientras escribo estas líneas se me vienen a la mente dos maravillosos ejemplos que sirven para ilustrar este punto: por el lado de DC Comics, en el universo “Batman” hay muchos personajes y villanos (especialmente estos últimos) que bien valdría el esfuerzo ver plasmada su historia de nacimiento y mucho más en la pequeña o gran pantalla (que es la que nos ocupa en este blog), y no han sido pocas las que hemos visto donde aparecen de villanos “El Guasón” (mismo que hasta tuvo una película en 2019 y en octubre aterrizará otra nuevamente protagonizada por Joaquin Phoenix acompañado de Lady Gaga), y es de agradecer que para cuando el director Christopher Nolan tomó el manto de hacer películas de este personaje arrancara con villanos que cumplieron a la perfección con lo dicho al inicio del artículo. Estos villanos fueron R’as Al Ghul, el mafioso Carmine Falcone y el doctor Jonathan Crane, alias “El Espantapájaros” (Liam Neeson, Tom Wilkinson y Cillian Murphy, respectivamente). Mientras que por el lado Marvel, el universo “Spider-Man” es también rico en villanos, de los cuales ya se han explorado en 4 ocasiones a Norman Osborn, alias “El Duende Verde” (con resultados dispares, todo hay que decirlo) y a Eddie Brock, que al unirse con el simbionte del espacio crearía a Venom. Pero este universo (como el de “Batman”) también tiene sus aliados, y uno de ellos me lleva hasta mi adolescencia pues fue allí que conocí a quien da título a esta película. Ello gracias a la serie de los años 90 protagonizada por el amigable vecino de New York. Dicho personaje me gustó porque fue capaz de unir lo místico con la tan característica acción que se ve en esta serie. Hoy veremos si esta historia de origen de este personaje, en la más reciente película dirigida por la británica S.J. Clarkson y escrita por Matt Sazama, Burk Sharpless, Claire Parker y S.J. Clarkson, le hace justicia.

Nos trasladamos a la selva amazónica del Perú mientras corre el año 1973. Allí vemos a la bióloga Constance Webb (Kerry Bishé), quien está en la búsqueda de una especie de araña que segrega sustancias curativas, además de presentar un avanzado estado de embarazo. La misma está acompañada de Ezekiel Sims (Tahar Rahim), quien dirige el equipo donde está la doctora y la presiona para que deje de buscar a la araña pues ya tienen tiempo en ello y no han encontrado nada. De repente, después de mucho explorar, la doctora Constance finalmente encuentra a la araña, pero al momento de encontrarla es traicionada por Ezekiel, y Constance es herida de muerte de un disparo, y casi inmediatamente de los árboles aparecen unos indígenas que logran detener el ataque de Ezekiel y logran llevarse a Constance con el objeto de ver qué pueden hacer por ella para salvarla, pero no tienen éxito pues ella muere mientras da a luz a su bebé. Después damos un salto en el tiempo (30 años para ser precisos) y vemos a Cassandra ya de adulta (Dakota Johnson) trabajando como paramédico en New York, y con ella va en la ambulancia su compañero Ben Parker (Adam Scott), quien está contento pues May (Emma Roberts) está por dar a luz a su hijo. Un día, Ben y Cassandra reciben una llamada de rutina para llevarse víctimas de un accidente en un puente, pero después de rescatar a alguien dentro de un carro, ella cae con este al agua y tiene una experiencia más allá de este mundo que fue muy cercana a morir, pero Ben la rescata y comienza a tener visiones que rozan lo paranormal. En otro punto de New York tenemos a Ezekiel, quien a través del poco poder que tiene, logra dar con el paradero de 3 chicas: Julia Cornwall (Sydney Sweeney), Anya Corazón (Isabela Merced) y Mattie Franklin (Celeste O’ Connor). En apariencia son 3 chicas como cualquier otra que se pueden ver en cualquier ciudad, pero él está interesado en ellas pues con el poco poder que tiene adquirió la capacidad limitada de ver el futuro, y en este se alcanzan a ver a las 3 muchachas, pero con versiones de trajes del superhéroe arácnido. Los destinos de estos personajes se cruzarán para dar pie a los acontecimientos de la película.

¿Cómo puedo dirigirme hacia algo que no tiene ni pies ni cabeza? ¿Cómo decir todo eso que no funciona en esta película sin que nadie se sienta ofendido? Haré el mayor de los esfuerzos para que no se me salga ningún insulto en estos párrafos pues, francamente, el resultado final presentado en “Madame Web” no le hace para nada justicia al personaje. Se siente como que si en Sony quieren seguir explotando a la gansa de los huevos de oro, pero les está poniendo huevos de otro metal que no tiene ningún valor, ya que desde hace unos años para acá lo que han lanzado derivado de Marvel del universo del arácnido no ha funcionado del todo (quizás “Venom” en sus 2 películas, pero con esas siento que aún faltó arriesgarse más). Todas las películas derivadas (incluyendo esta) se sienten como si no existiera un asesor dentro de la llamada “casa de las ideas” que le diga al director y a su equipo de producción qué cosas están bien y qué cosas están mal. Empezando por el libreto, pues se siente como si, o no tenían muchas ganas de pensar en cómo desarrollar tanto la trama como a los personajes para presentar una cinta que resultara atractiva para todo el mundo que fuera a verla o había mucha flojera de escribir. Presenta un montón de situaciones donde hacía falta más escritura, y aquí vale decir un ejemplo de la falta de esta pues, si bien es cierto que al personaje de Ezekiel lo vemos brincando por las calles y avenidas de New York, así como presenta ese rango limitado de clarividencia, no explica de manera suficiente cómo obtuvo esas poderosas habilidades, así como tampoco dieron más cabida a las “Spider-Woman” que aparecieron en los trailers, por lo que la presencia de estas fue totalmente desaprovechada y limitada a lo dicho en la sinopsis de la película. Por otro lado, hay diálogos que resultan demasiado tontos a lo largo y ancho del metraje de la película y no causan ningún tipo de emoción, ningún tipo de ganas de inyectarle al espectador a que se pregunte qué es lo que va a pasar después, y eso sin contar que presenta algunos cansados clichés que se han visto cientos y cientos de veces. Yo casi nunca he creído en guiones de películas que son escritos por más de dos personas, y lamento que esta sea uno de esos casos pues la falta de imaginación y de creatividad se nota a leguas (cito una de esas muy pocas ocasiones en que sí funcionó que fuese escrita por más de 2 personas, “Eternal Sunshine of the Spotless Mind”. Debieron verla los escritores para que sus mentes volaran y así escribir algo mejor que lo presentado en esta ocasión).

La acción es algo que resulta esencial en este tipo de producciones, pero ese es también uno de los puntos débiles de la película, pues no presenta mucha, y la poca que tiene son simplemente persecuciones, una tras otra, además de que dentro de dichas secuencias de acción hay situaciones que, francamente, en vez de ayudar a que la película levante vuelo, hacen que permanezca en tierra, con situaciones de tensión inexistentes. Sin caer en el terreno de spoilers, solamente diré que nunca en toda mi vida he visto un uso tan innecesario (y, de paso, tan prolongado, hasta excesivo) de fuegos artificiales. Es tanto así que, si antes me pareció pomposa, ahora considero la célebre escena de Leonardo DiCaprio levantando la copa de licor mientras sonríe y explotan fuegos artificiales al fondo en “The Great Gatsby” (y carne de memes a posteriori) como un hermoso gesto de agradecimiento de Jay Gatsby hacia sus invitados que se divierten junto con él en su mansión al lado de lo que presentaron en esta producción. En síntesis, emoción cero en este apartado. Lo que no se puede negar es que, aunque son pocas, hay algunas de estas secuencias de acción que fueron bien hechas y los efectos visuales cumplen su cometido, pero sin más.

Y lo que debió ser el principal atractivo de esta película al final termina hundiéndola más, el elenco. Cuando Dakota Johnson fue anunciada para interpretar a Cassandra Web, esta mostró mucha emoción pues nunca había hecho en su carrera una película como esta, y que le llamó la atención que “fuese una mujer cuyo superpoder fuese una mente muy poderosa, así como la dinámica entre ella y las 3 chicas”. Con franqueza, esa emoción no se ve plasmada en la interpretación de su personaje, sencillamente no funciona. Es como si hubiese repetido a la Anastasia Steele de “Fifty Shades of Grey”, pero sin quitarse la ropa ni quitarle la falta de emoción por la actuación. Se supone también que el elenco ayuda a que no sea solamente el personaje protagonista el que lleve todo el peso de la película, pero hablamos de que ni siquiera el resto de integrantes de este son capaces de hacer que la película incremente su altura. Sidney Sweeney, Isabela Merced, Celeste O’ Connor, ni siquiera el Ezekiel interpretado por Tahar Rahim ... dicho en corto, actuaciones que pasan con más pena que gloria. Sin ánimo de defender a la película, es bastante probable que haya ocurrido lo que pasó en su día con “Suicide Squad” de David Ayer pues de acuerdo a lo declarado por Johnson, hubo demasiados cambios de guion, así como intromisión por parte del estudio en eso y hasta en los cambios que se hicieron en los ángulos de cámara. “Es como si se hubiese triplicado el trabajo”, dijo la actriz al respecto. Todo ese caos presentado en el rodaje se tradujo en el producto presentado.

“Madame Web” fue una oportunidad desperdiciada de presentar a un personaje distinto del universo “Spider-Man”, de que, como lo dije al principio, uniera lo místico con la tan característica acción de este personaje y sus secundarios. No tengo idea de en qué irá a parar el deseo del estudio Sony de seguir explotando este personaje de Marvel, pero lo cierto es que lo único que están logrando es que se incremente más el hastío que el espectador está teniendo hacia las producciones de superhéroes.

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