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Tres Espejos, Tres reflejos en la Ciencia Ficción

Desde niños los seres humanos hemos sentido fascinación por lo ignoto, lo oculto e imaginario. Con ese anhelo, el cine ha sido una compuerta inigualable hacia un universo de evasión ilimitado.

Tres películas emparentadas por un mismo género: la ciencia ficción, procuran responder las mismas preguntas que una y otra vez, la humanidad se hace acerca de nuestra evolución como especie “inteligente” y los desafíos que la acompañan a lo largo de su accidentado camino por el universo y más allá…

La Saga de James Cameron

El realizador estadounidense, acucioso investigador y recreador de la historia del más grande naufragio de la historia humana, El Titanic, emprendió a su vez, un ambicioso proyecto para traer a la vida el mundo de los N’avi, seres extraterrestres, extraordinarios émulos de los aborígenes terrícolas. Los N’avi encarnan el sigilo en medio del bullicio de su exuberante hogar selvático y marino, a la vez que representan la enconada resiliencia de generaciones, contra la mal llamada civilización.

En el bucólico mundo de los N’aví, los nativos están integrados a su hábitat natural, gracias a un profundo nexo biológico con él. Esta entrañable aproximación les permite percibir la realidad de manera expandida, sin necesitar ninguno de los artilugios que emplean los humanos para poder interactuar y someter sus sentidos al mandato de una inteligencia artificial invasiva, utilizada por los humanos para destruir y subyugar a los nativos de Pandora, el planeta donde moran.

James Cameron, el creador del universo de Avatar, logra comunicar su trascendental mensaje: el dominio y control del hombre sobre la naturaleza, solo arrojará su propia destrucción. Y la única manera de evitarla es integrarse, formar parte de ella.

Las Dunas de Frank Herbert

De una naturaleza lujuriosa, donde la jungla y el mundo marino acaparan toda la atención, se cruza al desierto, el lugar más yermo del universo. El escritor Frank Herbert, sitúa su historia en el planeta Arrakis, codiciado por toda la galaxia, gracias a la existencia de un producto, llamado la especie. La especie es la respuesta a la longevidad y su indeleble huella; sirve además como combustible para desplazarse por el universo y sus inimaginables distancias, sin que los viajeros espaciales padezcan los estragos inexorables del tiempo.

En Arrakis se repite la historia: los Fremen, hombres acostumbrados a vivir en el desierto, cómo sus pares en La Tierra, Los Tuareg; no solo protegen su mente y su cuerpo para vivir en el lugar más inhóspito bajo el imperio de un sol que somete a cualquier criatura viviente, los Fremen también enfrentan a los invasores que codician el tesoro oculto bajo sus dunas.

Se repite un guion similar que en Avatar. Los invasores no logran su propósito, a pesar de su avasallante tecnología, el medio ambiente y todos sus habitantes resultan más intimidantes, peligrosos y determinados frente a los advenedizos, cuya codicia desenfrenada los empuja a su propia desgracia.

¿Qué hay detrás del anillo de Halo?

El tema del sometimiento de la naturaleza, la colonización humana o el uso de la inteligencia artificial para optimizarla, pasa por otro tamiz en Halo. Una serie de ciencia ficción, producida por Steven Spielberg donde el tema determinante es la trascendencia de la naturaleza humana mucho más allá de los límites que plantea la inteligencia artificial como herramienta para comprender una dimensión insospechable.

Si bien es cierto que los seres humanos en un futuro hipotético colonizan otros planetas y en su recorrido, también arremeten contra otras inteligencias sin plantearse una coexistencia armoniosa. Del mismo modo, Halo manifiesta que los alienígenas no están dispuestos a compartir el pastel del cosmos con los humanos por más inmensurables que sean sus fronteras.

Por esos accidentes no tan casuales, un hallazgo arqueológico de una civilización extraterrestre, revela la posibilidad de trascender el plano material de la existencia y conectarse con uno superior, próximo a los dioses. Un privilegio solo compatible para dos seres: un soldado, secuestrado de niño e inducido a través de la alteración neuroquímica en su psique a responder a la maquinaria destructiva humana. Y una niña rescatada de los humanos por los alienígenas, esclavizada por aquellos para explotarlos en un planeta de recicladores infantiles.

Los alienígenas la acogen y la estimulan gracias al odio que ella siente por sus pares.

La utilizan conforme sus facultades especiales para conectarse con el anillo a fin de apoderarse de las llaves que solo pueden ser activadas por ella y el soldado transhumanizado. Es la única manera de abrir el portal hacia una dimensión superior, más allá de toda miseria en el universo existente. La discordia, la intriga y el poder caracteriza la conducta de las partes en pugna.

Sin embargo, estos dos seres, enfrentados aunque unidos por sus cuerpos del dolor, parecieran ir por el camino correcto. Sí. El camino del amor. Una dimensión que pareciera truncarse por la venganza y la ignorancia, tanto de los humanos con su afán hegemónico irrenunciable, cómo marca de fábrica en la galaxia y los alienígenas que también acompañan a aquellos, en su necesidad de prevalecer.

A manera de conclusión

Son tres espejos, únicos e irrepetibles, desde el enfoque de la ciencia ficción que ofrecen su reflejo desde un horizonte nada imaginario, donde la acumulación de dislates contra la madre naturaleza por parte del ser humano y su soberbia por pretender emular a los dioses, prefiguran un futuro incierto, cada vez más lleno de desafíos para él y el resto de la creación.

Pepe Mijares

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