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Del cuento al cine - Scarlet (2022), un ejercicio visual de Pietro Marcello

Estrenada en la Quincena de los Realizadores del Festival de Cannes, Scarlet (título original: L’envol), es la última película del director italiano Pietro Marcello. Una película rodada en Francia y con un guión escrito de arriba a abajo en francés, que contó con la financiación del país franco, pero también de su país de origen, Italia, así como de Alemania.

Pietro Marcello, entre la ficción y el documental

Todos y cada uno de sus trabajos previos hasta Scarlet, nos hablan en cierta manera del carácter y el estilo que Pietro Marcello, su director, trata de configurar también en esta película. He de confesar que, sin embargo, antes de descubrir Scarlet, no tenía idea alguna de quién era su director, ni de los trabajos que previamente Pietro Marcello había realizado. Recorrió gracias a una de sus producciones más reconocidas los festivales internacionales ya en el 2009, con el que sería su segundo largometraje documental, La bocca del lupo, dándose a conocer como uno de los directores más innovadores del cine italiano actual. El carácter documental de esta pieza sitúa el estilo del propio director en una dirección muy específica, en un gusto por la plasmación de la realidad, las historias cotidianas y el punto de vista realista sobre los sucesos -algo que se repite en Per Lucio (2021), un docu basado en la vida del cantautor boloñés Lucio Dalla, así como en la película que se reseña a lo largo de este artículo Scarlet, como veremos más adelante-. Alejándose del terreno documental, en Bella e perduta (2014), el director optó por embarcarse en la ficción, siguiendo con Martin Eden (2019), su película más reconocida, hasta llegar a Scarlet (L’envol), en la que deambula entre el estilo ficticio y documental (casi) a partes iguales. Y suma un género más, para sorpresa de todos: el musical.

La historia de Scarlet (L’envol) tiene origen en el cuento ruso Scarlet Sails o Velero rojo, de Alexander Grin, y la propia voz del director Pietro Marcello, en la conferencia de prensa del Festival de Cannes, dice al respecto: “Elegí este cuento, esta fábula de Aleksandr Grin, este romance popular, porque es una historia universal. Podría haberse adaptado a un contexto italiano perfectamente”. Sin embargo, no es la primera vez que sus películas surgen de adaptaciones de textos anteriores. Martin Eden (2019) también fue escrita basándose, aunque libremente, en la novela de Jack London.

Primero que todo, ¿cuál es la historia que se nos está contando?

Estando basada en la novela de Aleksandr Grin, el propio argumento de Scarlet sigue de alguna manera el camino del cuento de origen. Así, el relato que Pietro Marcello nos presenta se inicia en 1919, y a través de grandes elipsis, la historia abarca los primeros veinte años de vida de una niña recién nacida al inicio de la película. De esta manera, el paso inexorable del tiempo se convierte en uno de los temas principales de la historia, convirtiéndola en una fábula canónicamente reconocible a través de los elementos arquetípicos del cuento.

Tal y como se ha comentado al inicio del artículo, el estilo documentalista del director también se ve reflejado en esta última producción. Scarlet es una película construida con una mezcla de imágenes de archivo y grabaciones que forman parte de la ficción. El inicio de la película, lo que funciona como prólogo visual para situar al espectador tanto a nivel argumental como estético, se hace mediante el uso de imágenes de archivo del final de la Primera Guerra Mundial. En el plano argumental, esto funciona para situar el antecedente inmediato del protagonista, el padre de Juliette, Raphaël, un carpintero que regresa de haber luchado en la guerra y se encuentra con el reciente fallecimiento de su mujer, Marie, y el inesperado nacimiento de su hija Juliette. Hasta antes de llegar su padre, Juliette es criada por Madame Adeline, la expatrona de Marie y dueña del hogar en el que habita la niña.

El entorno hostil, configurado principalmente por los vecinos del pueblo, quienes rechazan a los recién llegados vejándolos e insultándolos por las calles, es el escenario en el que Juliette crece. Sin embargo, la historia tarda bien poco en presentarnos al introvertido y tosco Raphaël, como la figura paterna que Juliette necesitará para sentirse protegida y crecer como una niña libre y feliz en su casita en el campo. Las vidas que jamás será capaz de vivir, así como las historias y los juguetes que nunca podrá tener, son esculpidos a mano -nunca mejor dicho- por el arte que reside en las manos de su padre, un brillante carpintero que realiza al más mínimo detalle todos los juguetes que la niña utiliza a medida que va creciendo. El más especial, sin embargo, se descubre cuando Juliette es algo mayor: Un piano que su padre reconstruye y cuida, a través del cual ella comienza a descubrir la música (y sirve, ya de paso, para introducir el género musical).

Por si fueran pocos todos estos elementos que definen el bien y el mal, los buenos y los malos, la búsqueda de la felicidad y la protección del hogar, la hostilidad de los caminos inexorables y desconocidos, el detalle que más acerca la historia de Scarlet a la estructura de cuento se analiza con la aparición de una bruja / hechicera que Juliette conoce en el río, y quién declama una profecía sobre la llegada de unas velas escarlatas en el cielo que liberarán a Juliette de su destino.

Y como en todos los cuentos, la misteriosa figura femenina acaba teniendo razón, y a través de un vuelo rasante de varias velas, dos muchachos cuya avioneta parece haberse estropeado se ven obligados a realizar un aterrizaje de emergencia en el prado de la casa donde habita Juliette. Un fugaz enamoramiento con uno de los aviadores supone la llegada del príncipe del cuento, aunque se desdibuja mucho más rápido de lo que cualquiera de nosotros habría esperado. Y Juliette vuelve a quedarse en la tierra de siempre.

A partir de aquí, el significado de vuelo del título original, podría hacer referencia a la llegada del amor de la protagonista, en un sentido literal de la palabra. A pesar de que a nivel simbólico, el título estaría abarcando el objetivo y deseo principal de Juliette, salir de la tierra a la que parece estar destinada y conocer mundo.

¿Podría definirse la película a través de un único género?

En absoluto. A partir de un carácter absolutamente documental, basado en una historia de ficción universalmente conocida, y construida dentro del género del musical, la película podría definirse como un melodrama costumbrista, un trabajo visual cuidadísimo y una estética cercana al romanticismo y realismo mágico.

«Cuando ruedo me divierto mucho. He trabajado con un director de fotografía muy bueno, Marco Graziaplena. Teníamos dos cámaras, trabajábamos juntos, hombro con hombro, yo creo que en estado de gracia, porque bailábamos alrededor de los actores... Fue una experiencia bellísima, y lo considero un film artesanal. Creo que soy un artesano, como el protagonista de la película. Hacer cine implica recurrir a todas las artes aplicadas. El cine es un arte impuro»

¿DOCUMENTAL, CUENTO, FANTASÍA, CINE CLÁSICO O MUSICAL?

Toda la artesanía que el protagonista lleva a cabo en los primeros veinte años de vida de Juliette, hace referencia de alguna manera a la artesanía de la realización de la propia película. Es imposible definir a través de un único género o estilo la realización de Scarlet, por lo que vamos a analizar cómo se reflejan cada uno de ellos a través de los diferentes lenguajes cinematográficos.

El realismo documental del prólogo, así como de las imágenes de archivo de la Primera Guerra Mundial, se acompasan con el estilo del resto de imágenes que componen la película. Esto sucede gracias a una paleta de color similar, un ritmo pausado que se acompaña en las dos tipos de imágenes, y sobre todo gracias al carácter documental y visual de la película, que cuenta mucho más a través de las imágenes que se ven, que del guión que se habla.

Cada frame, cada secuencia, cada plano detalle, están cuidados al más mínimo detalle. Esto hace que la película tenga un valor visual y artístico muy superior a otro tipo de películas, pero también hace que el ritmo y la fuerza de la historia decaiga en algunos momentos.

Bajo mi punto de vista, Scarlet carece de algo más allá de la simple fábula infantil en el que los buenos siempre acaban triunfando, o no, como es el caso de Juliette, en el que la fuerza del destino está por encima de los intentos de uno mismo. Toda la primera parte de la película, hasta que la protagonista comienza a crecer, resulta una introducción demasiado larga, casi como si se tratase de una historia exclusivamente sobre la figura paterna. El trabajo visual de la historia no se sostiene debido a que la fábula no tiene suficiente fuerza, y más que un acompañamiento a los sucesos, resultan adicciones que retrasan el momento de que “pase algo de verdad”. Asimismo, debido a que la propia historia es algo esperada, no hay sorpresas que el espectador agradezca a lo largo de la película, todo parece anunciarse como en la estructura de un cuento de la infancia en la que los niños no temen sobresaltarse. Incluso cuando Juliette crece, los sucesos siguen siendo los marcados por su destino, aquellos que la bruja/hechicera trata de cambiar (sin éxito alguno).

«Juliette escúchame, la vida no nos trata bien y lo sabes. Pero no perdamos la esperanza. Es lo que nos hace vivir. Es lo que nos permite seguir luchando.

No me queda esperanza. Los sueños no se pueden cumplir»

¿Cuáles son los elementos que la acercan al carácter de un cuento infantil?

«Los sueños pueden hacerse realidad». Con esta frase, el director decide introducir al personaje que marca el destino de Juliette, la bruja/hechicera del río y su profecía.

Igual que esta, todos y cada uno de los personajes de la película pueden situarse como componentes arquetípicos de la estructura de un cuento: la bruja/hechicera que augura su futuro; la madrastra que cuida de ella al nacer; la posición de rey que ocupa el padre, salvador, protector (incluso cuando la niña ya es adulta en el momento en el que el mozuelo le propone, acosándole, comprar la cafetería a medias); la propia niña a la que hay que salvar y va, a medida que va creciendo, convirtiendo en la princesa de la historia; y el príncipe tarda en llegar, pero aparece. «Creo que con esta película he asesinado al príncipe encantador. Y lo hice porque ella está rodeada de otras mujeres», aclaraba Pietro Marcello en una entrevista.

Al relato y al arquetipo del cuento, Scarlet suma también el elemento de la fantasía. A lo largo de la historia, muchas de las secuencias son interrumpidas por pequeños y breves planos detalle que se intercalan en el relato. Estos planos van acorde a la escena que se está contando, no se salen del suceso pero generan una breve pausa con un mero objetivo estético. Algunos de los más característicos son, por ejemplo, los planos detalle de las flores, así como de los pájaros, que se intercalan en las conversaciones de Juliette y su amiga. A pesar de que no son muchas las incisiones de este tipo, cabe decir que de alguna manera también afectan al ritmo del relato. Muy probablemente si el devenir de la historia hubiera sido otro, con alguna sorpresa inesperada, o más acelerado en algunos puntos de la historia (haciendo uso del musical, por ejemplo), estos planos detalle intercalados que pausan el relato no habrían supuesto mayor problema.

Además de las imágenes de archivo de la Primera Guerra Mundial, en el momento en el que Juliette y su amiga, ya siendo mayores ambas, deciden salir a la metrópolis, la música la fotografía y el ritmo de la fábula corren como si se tratase del estilo de una película de 1930. A pesar de ser largometraje actual Pietro Marcello juega con los diferentes estilos del inicio del cine, acorde a la época en la que se ubica la historia. Todos aquellos frames con los que se inició el cine, en los que los obreros llegaban a la fábrica, o el tren entraba en la estación, tienen un ritmo propio, acelerado, casi en stop motion, que se busca en esta secuencia en la que las jóvenes viajan a la ciudad.

Es así como mediante estos elementos, pero sobre todo gracias a la escena en la que Julietta acude a la juguetería a vender los productos que su padre le confeccionaba de pequeña ( y se da cuenta de que ya no tienen valor, sustituidos por la mecánica moderna) la película habla por encima de todas las cosas del paso inexorable del tiempo. Y todos sus elementos trabajan a merced de la historia que se quiere contar.

Uno de los últimos géneros o características que va a analizarse, quizá el más destacable de todos, es el uso del musical. En una entrevista en el Festival de Cannes, el director aclaró que veía la cercanía al trabajo de Jacques Demy, pero que sin embargo consideraba que su película era única: «En cualquier caso, mi película es inevitablemente francesa, en su carácter, en los personajes, en las melodías, en la voz, en el canto... Es un experimento que me recuerda a los de Jacques Demy, pero a eso hay que añadirle la opereta y el melodrama. Sin embargo, no creo en las influencias ni en los modelos; creo en el método. No podemos reproducir los filmes de los grandes maestros, son irrepetibles. Yo simplemente quería mezclar fábula y música. Eso es todo».

A pesar de que en muchos trabajos de género musical, las melodías y canciones se introducen sin buscar una justificación, pues el público entiende que tratándose de un musical todo cabe, esto no sucede en Scarlet. Aprovechando la excusa de que Juliette es una apasionada de la música, solo a partir de la segunda mitad de la película se introduce el elemento musical. Una de las características de las obras de teatro, películas o cortometrajes para que puedan considerarse dentro del género del musical es que las propias canciones avancen la trama, sumando al relato sin necesidad de que el diálogo posterior o anterior aclare mediante palabras lo mismo que va a decirse en la letra de la canción. Esto no sucede del todo en Scarlet. El elemento musical es introducido siguiendo una vocación natural de la protagonista y ayuda a avanzar y mejorar el ritmo que la película iba teniendo pero no puede decirse que sirva para avanzar la trama, pues es solamente ella quien canta canciones junto a su amiga, y se analiza más como un mero elemento estético que un plano narrativo más, y no como sucede en Los Paraguas de Cherburgo, del mencionado Jacques Demy.

Teniendo en cuenta todos los diferentes detalles que se han ido comentando acerca de la película, considero que Scarlet es un ejercicio visual bello y cuidado de inicio a fin, pero al cual le faltan elementos rítmicos y una profundidad a nivel argumental para que el largometraje resulte entretenido. A pesar de que la historia no puede considerarse mala, pues el cuento de origen resulta como fábula un ejercicio redondo, a la hora de llevarlo a la gran pantalla los elementos para contarla carecen de puntos inesperados ni grandes giros en la historia o el guión. Podría decirse que la película es algo superficial, infantil, algo plana, pero no se le puede restar ni quitar valor en cuanto al ejercicio visual y artístico que supone.

Nahia Sillero.

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