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La La Land vs. Moonlight: el antes y el después del escándalo de los sobres en los premios Oscar 2017

La ceremonia del Oscar es uno de los ámbitos más controlados que puedan imaginarse. Y no solo en términos de seguridad. Más allá de que la Academia de Cine y Artes Cinematográficas de Hollywood busque darle frescura y un aire de espontaneidad a lo que ocurre durante las tres horas de la gala más importante del mundo espectáculo, casi todo lo que se ve y se escucha es fruto de la combinación entre un guion diagramado hasta la última coma y largas y extenuantes jornadas de ensayo.

Hay muy poco espacio para la improvisación, por la sencilla razón de que recurrir a ella implica arrojarse a un vacío sin la red de contención que significa seguir una hoja de ruta que marca desde lo que tiene que decir el presentador hasta el procedimiento para la entrega de los sobres con el nombre de la película o artista que se lleva la estatuilla de cada categoría.

¿Un procedimiento para entregar un mísero sobre de papel? Y sí: nadie quiere que se repita lo ocurrido en los momentos culminantes de la 89º edición, realizada el 26 de febrero de 2017, cuando el escenario del Dolby Theatre de Los Ángeles albergó una escena digna de una (tragi)comedia. Todos los presentes y millones de espectadores a lo largo y ancho del mundo vieron, con partes iguales de sorpresa e incredulidad, la primera vez en casi noventa años de historia que se produjo un error al momento de entregar un premio. Y qué error.

El Oscar que no fue

La La Land llegaba a la ceremonia como gran favorita gracias a su récord de 14 nominaciones –cosecha similar a las de Titanic (1997) y La malvada (1950)– y el haberse llevado los principales premios a lo largo de la temporada de alfombras rojas en Hollywood. Cuando sólo quedaba el Oscar a Mejor película, los pronósticos venían cumpliéndose, ya que el film de Damien Chazelle acumulaba seis estatuillas, incluyendo el de Mejor Director y Mejor Actriz para Emma Stone. Fue entonces que Faye Dunaway y Warren Beatty entraron a escena con el sobre que –pensaban ellos– contenía el nombre de la película elegida para la estatuilla más importante de la velada.

Apenas abrirlo y leer el papel que estaba adentro, Beatty miró a su compañera y al público con una leve sonrisa dibujada en su rostro. Lo que todos pensaron que era un gesto de complicidad para acrecentar el suspenso se trataba, en realidad, de un pedido silente de auxilio ante algo que no andaba bien. Dunaway no estaba muy atenta, y gritó: “La la Land”. Aumentaron el volumen de la música orquestal, volaron abrazos en la platea, subió gran parte del equipo de la “ganadora”, empezaron los agradecimientos de rigor y, con ellos, uno de los papelones más grandes que recuerde el show business.

"Chicos, lo siento, no, hay un error. Moonlight: ustedes ganaron (el premio a) la mejor película", dijo el productor Jordan Horowitz. "Esto no es una broma, me temo que leyeron la tarjeta equivocada", validó su colega Fred Berger mientras mostraba a cámara una tarjeta en la que se leía muy claramente “Moonlight, mejor película". Nadie recuerda qué dijeron los verdaderos ganadores justo antes de que reingresara el anfitrión, Jimmy Kimmel, para despedirse hasta el año que viene y terminar el bochorno de una vez por todas.

El productor Jordan Horowitz agradeciendo el premio que nunca fue

Pero nadie pudo liberarse fácilmente del tema, ya que las entrevistas posteriores a la gala giraron pura y exclusivamente alrededor del sobregate. "Abrí el sobre y decía `Emma Stone, La La Land´. Por eso miré a Faye con tanta atención y a ustedes (la audiencia). No estaba tratando de ser gracioso", dijo Beatty ante los primeros micrófonos que le pusieron, al tiempo que Kimmel reconoció que el actor “estaba confundido porque la tarjeta, que por cierto mostró, decía `Emma Stone, La La Land`. Pensamos que nos estaba haciendo sufrir, pero en realidad estaba perplejo porque había visto otro nombre en la tarjeta". Lo que nadie contó esa noche fue por qué había pasado lo que pasó, cómo y a quién se le mezclaron los papeles. Con el tiempo se supo que el error tenía dos nombres y dos apellidos: Brian Cullinan y Martha Ruiz.

El detrás de escena

La Academia está integrada por casi diez mil miembros de la industria audiovisual de todo el mundo, quienes cada año votan, en fechas predeterminadas por la Academia, en las categorías vinculadas con la rama a la que cada uno pertenece (los guionistas votan las dos de Mejor Guion; los actores y actrices, los cuatro rubros interpretativos, y así), además de la de Mejor Película. La consultora a cargo de organizar este proceso, contar los votos y custodiar los sobres es PriceWaterhouseCoopers (PwC). No es una inexperta en la materia, ya que se ocupa de esas tareas, además de manejar la contaduría de la Academia, desde principios de la década de 1930, es decir, casi desde que el Oscar es el Oscar. Las miradas no tardaron en apuntar hacia ella, más precisamente, hacia sus caras visibles en la ceremonia.

Martha Ruiz y Brian Cullinan, responsables del desastre

Los mencionados Brian Cullinan y Martha Ruiz tenían sus quince minutos de fama anuales cuando exhibían en la alfombra roja el maletín con la nómina de ganadores. Ellos eran los socios encargados de entregar el que correspondiera a cada presentador. Y en ellos recayó la autoría intelectual del bochorno. Aquella noche Cullinan estaba del lado izquierdo del escenario y Ruiz, del derecho. En el premio previo al de Mejor Película, Mejor Actriz, Leonardo DiCaprio entregó el Oscar y salió por el lado derecho, por lo que devolvió el sobre a Ruiz. Cullinan tendría que haber descartado la otra copia, pero no lo hizo porque estaba muy ocupado sacándole fotos a Stone con su flamante Oscar para subir a Twitter. Un tweet que, ni lento ni perezoso, borró inmediatamente después del escándalo. Fue así que Ruiz y Cullinan terminaron con los sobres de Mejor Actriz en las manos, los mismos que entregaron a Dunaway y Beatty.

La falta de reacción de ellos fue otro de los eslabones de la cadena de pifies. Ahora bien: ¿Por qué Beatty y Dunaway no hicieron algo ante una papeleta no se correspondía con la terna en cuestión? Porque lo que se dijo antes: la del Oscar es una gala ensayada hasta el último movimiento, y nadie había calculado un imprevisto en la entrega de sobres, el eslabón a priori más sencillo de todo el proceso.

Las consecuencias del "sobregate"

“Una de las cosas más decepcionantes fue que hicimos un gran trabajo alrededor de la precisión y la confidencialidad de todo el proceso, y donde nos equivocamos fue en la entrega del sobre”, se lamentó al año siguiente Tim Ryan, presidente y uno de los socios mayoritarios de PwC. Desde la Academia devolvieron gentilezas decidiendo no tirar por la borda décadas de seriedad y discreción de la compañía a raíz de lo que su directora ejecutiva, Dawn Hudson, catalogó como un “enorme error humano”. “No creo que esto vuelva a repetirse, pero, aunque todo el mundo esté enfocado en hacerlo bien, igual pondremos en marcha varios protocolos para evitarlo”, agregó.

Warren Beatty intentando explicar los motivos de su confusión

¿Cuáles fueron esos protocolos? Por lo pronto, ubicar a Cullinan y Ruiz lo más lejos posible de la ceremonia y reemplazarlos por otros dos socios, a quienes se sumó un tercer miembro de PwC para monitorear el proceso desde el control central junto a los productores y la cúpula organizativa. Desde entonces, los tres tienen prohibido ingresar con un dispositivo tecnológico, llevan juego completo extra de sobres y estudian de memoria la nómina de ganadores, cuestión de extinguir rápidamente cualquier chispa que amanece con incendiar la ceremonia.

Además, asisten a los ensayos y practican qué hacer ante una emergencia, y tanto los presentadores como el coordinador del escenario deben confirmar con una seña que tienen el sobre correcto. “Como todos sabemos, tomó mucho tiempo responder, entonces estamos practicando todos los ‘qué pasaría si...’”, afirmó Ryan poco antes de la gala de 2018, cuando importó mucho menos quién ganaba que el simple de hecho de entregar el sobre correcto en el momento justo.

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