'Road House' Review: Jake Gyllenhaal como un (casi) superhumano nos entrega entretenimiento asegurado

POR JERÓNIMO CASCO

22 de MARZO del 2024, 21.58 PM | UTC-GMT -3

Vivimos en la era de las remakes. Por más que se las critiquen, los tiempos cambian y a veces lo que pudo ser un éxito años atrás puede que necesite una “refrescada”. Así lo entendió el irregular director Doug Liman cuando decidió que un clásico de culto como ‘Road House’ (1989) debía ser resucitado para las nuevas generaciones. En el medio tuvimos una película para le televisión que no recuerda absolutamente nadie, pero eso es otra historia.

En esta nueva visión de esta especie de neowestern tropical, Jake Gyllenhaal interpreta a Elwood Dalton, un ex famoso luchador de la UFC que no tiene nada que perder y que aparte anda con algunos traumas del pasado que no le dejan dormir. Noche tras noche se dedica a ser el centro de atención de un club de boxeo clandestino en donde sus contrincantes se resignan a pelear contra él cuando se dan cuenta de quién es.

Curiosamente la dueña de un bar ubicado en uno de los cayos de Florida Keys (un lugar en donde la ley no existe, guiño al western) se encontraba presenciando una de estas “peleas” en donde Dalton recibe dinero por no hacer nada, y le propone un trabajo como guardia de seguridad de su bar. Claro, el hombre tras intentar matarse quedándose en las vías del tren para que la locomotora lo arrollé ve esta oportunidad como un nuevo comienzo, pero como dice el dicho: tus problemas nunca cesan, solo cambian.

Como si fuera uno más del rebaño, rápidamente Dalton se acostumbra a su nuevo hogar llamado humildemente “El Bar”: se encarga de despachar a los borrachos que todas las noches inician peleas por motivos irracionales, se encarga de “capacitar” al camarero que no ejercía muy bien su labor y aprende fugazmente a repartir unas buenas bofetadas, y se hace amigo de Charlie y Stephen, padre e hija dueños de una librería cercana. La temible y a su vez simpática figura interpretada por un sutil Jake Gyllenhaal poco a poco comienza a mostrar destellos de su impresionante habilidad como luchador marcial con algunas de las bofetadas más icónicas que nos va a entregar el cine este año, pero también algo que se esconde detrás de su amigable presencia.

¿Héroe, villano, antihéroe? ¿Quién es este casi superhumano? Famoso por sus puños de acero pero también por el motivo que hizo que lo descalificaran de la UFC, Dalton comienza a hacerse la idea de que quizás mudarse a las cálidas aguas de Florida no fue lo mejor que se le podría haber ocurrido. Tras esta secuencia en donde el personaje deja a cuatro hombres en el hospital, comienza a emerger el miedo en las pandillas y las corruptas “autoridades” locales.

‘Road House’ no pretende en lo más mínimo ser una compleja obra audiovisual ni desde su narrativa ni su estética, y es justamente eso lo que la hace funcionar. Desde su sencilla puesta en escena, nos presenta a un personaje de la manera más simple y callada posible, algo que puede que no cuaje con el historial de Gyllenhaal, un actor que hizo de su carrera una perfecta amalgama de intensidades.

Volviendo al ruedo de la historia, todo es bastante predecible ya que no se aleja de los puntos más importantes de la historia original: Dalton va a encontrar varios motivos para abandonar el bar, varios para volver, va a encontrar el amor en una doctora del hospital público de la zona, y aparte va a encontrar los recursos necesarios para intentar deshacerse de un sistema que ensucia a la gente de bien y empodera a los que ya tienen poder.

La adición de Conor McGregor como el extravagante y estrafalario Knox es una que realmente le agrega mucho carisma a la historia y recuerda a las primeras apariciones de Jason Statham en el cine de acción. Con solo decir que el que parecía ser el verdadero villano de la historia termina cayendo en lugares muy pobres en términos de escritura, me hace entender que el foco siempre estuvo en la entrada ¿triunfal? de McGregor para darle algo de vida al relato.

CONCLUSIÓN:

“Jake Gyllenhaal es Elwood Dalton, un ex famoso luchador de UFC que en su búsqueda de darle un giro a su fracasada vida se termina chocando contra más problemas de los que debería. La película recuerda muchísimo a esos retratos de testosterona de los ochenta que resultan entretenidos pura y exclusivamente por la dinámica de los personajes, la ambientación y las secuencias de acción.
Doug Liman no se anda con muchas vueltas y dirige con sutileza y eficacia la historia de un hombre que no tiene nada que perder y que deja atrás muchas enseñanzas para aquellos a los que se cruzó."

PUNTAJE: 7.7 de 10

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