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¿Un cambio de paradigma en la industria cinematográfica?: algunos datos reveladores

El 2023 fue un año muy particular en el cine respecto a lo que venía sucediendo anteriormente. Mientras que obras originales tuvieron un éxito inusitado, películas de franquicias tuvieron un inesperado fracaso. ¿Podría hablarse de una saturación de un viejo modelo repleto de franquicias, precuelas secuelas, remakes y reboots ad infinitum? ¿Podría hablarse de un resurgimiento en el mainstream de producciones independientes y de tinte más originales? ¿O esto solo es un fenómeno pasajero?

Las películas de superhéroes —las cuales llenaban el mercado durante la última década— tanto de DC como de Marvel, no tuvieron el éxito esperado. A la vez, continuaciones de viejas franquicias como Indiana Jones, Transformers, Fast and Furious o Jurassic World tampoco lograron cumplir con las expectativas del mercado.

Solo por poner algunos ejemplos, dentro de DC Shazam! Fury of the Gods costó 125 millones y recaudó solo 133 millones, mientras que The Flash costó alrededor de 200 millones y sus ganancias fueron de apenas 268 millones. Sin embargo, la mayor pérdida en este sentido fue la de Blue Beetle, que costó 110 millones de dólares y tuvo un déficit de recaudación de 88 millones.

En territorio marvelita, Ant-Man and The Wasp: Quantumania, recaudó 476 millones de dólares y costó 200 millones, pero representó un fracaso para sus expectativas. Algo peor sucedió con The Marvels, que no llegó siquiera a recaudar los 330 millones que costó la cinta.

Respecto a otras franquicias, Fast and Furious 10 cosechó 704,7 millones de dólares, pero no fue suficientemente rentable para los 350 millones que costó, mientras que Indiana Jones and the Dial of Destiny solo pudo recolectar 379 millones ante un presupuesto de 300 millones de dólares.

Mientras, se produjo un curioso evento: el Barbenheimer. Dos películas con mayor tinte de cine de autor se retroalimentaron entre sí, generando un contundente éxito comercial. No son refritos de Propiedades Intelectuales previas, sino obras que fueron escritas especialmente para la ocasión. Barbie recaudó un total de 1,446 miles de millones de dólares, superando con creces los 145 millones que costó, mientras que Oppenheimer recaudó 960 millones y costó solo 100 millones.

A la vez, Yorgos Lanthimos, un director de películas transgresoras, estrenó Poor Things con un gran éxito popular. Esta película ahonda en varios subtextos y contiene una narrativa en donde se toca el feminismo, el sexo o el incipiente capitalismo, bajo una estética entre gilliamnesca y steampunk. A pesar de su tono disruptivo se volvió todo un acontecimiento mundial. Contó con tan solo 35 millones de dólares de presupuesto y tuvo un gran superávit en contraste, al obtener alrededor de 112 millones.

Fuera de la taquilla, estos eventos se vieron reflejados en unos Oscars no tan complacientes como en previas ediciones. Películas como Anatomy of a Fall, American Fiction, The Killers of the Flower Moon, Poor Things, Barbie, Oppenheimer, The Holdovers, The Boy and the Heron, Robot Dreams, Perfect Days, Past Lives o Zone of Interest fueron nominadas. Su repercusión en la cultura pop fue más que llamativa para cintas que no suelen provocar tal movimiento.

Por otro lado, y ya en territorio nacional, fue inédito el éxito que tuvo Cuando acecha la maldad, de Demian Rugna. Una película de terror, de varios subtextos e interpretaciones, arrasó en los cines de Estados Unidos y hasta obtuvo el primer Sitges latinoamericano en los 56 años desde la existencia del festival de España.

Actualmente sigue en cartelera luego de más de 4 meses y ya fue vista por más de 300.000 personas en el país, algo impensable no solo para una producción nacional —casi siempre desplazadas por las internacionales en las salas—, sino también para una obra de total autoría y de estas características transgresoras.

El reciente estreno y éxito de Dune Part 2 puede llegar a confirmar cierta hipótesis. Es una película compleja, de larga duración y de varias y profundas capas artísticas. Sin embargo, es innegable su impacto en taquilla y su potencial como fenómeno cultural.

Un estudio hecho a 2,503 adultos por Tubi en Estados Unidos entre el 22 de diciembre del 2023 y el 5 de enero del 2024 viene a corroborar esto: un 74% de los jóvenes (millenials y Gen-Z en la nota) están cansados de reiteraciones hechas sobre un mismo IP, fueran precuelas, secuelas, remakes o reboots. Aparte, un 71% de ellos prefieren películas hechas por estudios independientes y pequeños creadores, más que enormes tanques producidos por ya reconocidos directores y estudios.

Dune: Part Two (2024)

Según el portal de Cines Argentinos, cuatro de las 10 películas más vistas de la semana estarían encuadradas dentro de este tipo de cine: Past Lives, Poor Things, Oppenheimer y Dune Parte 2.

¿Estaremos frente a una renovación de la industria? ¿Pasará algo equivalente a lo que ocurrió durante el New Hollywood, época de crisis de los grandes estudios en los que directores como Scorsese, Coppola, Friedkin o Spielberg tuvieron no solo libertad creativa para arriesgarse a nuevas narrativas, sino también el apoyo de un público que acompañase dichas historias? ¿O será solo un momento efímero dentro de una industria enorme y en constante cambio? El tiempo lo dirá.


Nota por Alex Dan Leibovich | Periodista | Redactor en Clarín, Indie Hoy, Peliplat y Erramundos.


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