undefined_peliplat

Dune Parte 1 y Parte 2: la adaptación imposible

Spoilers

Un libro inadaptable. Una novela demasiado compleja para ser traducida al lenguaje cinematográfico. Intento tras intento fallido. Desde su publicación en 1965 Dune contó con proyectos inconclusos como el de Jodorowsky o algunos terminados pero tildados de fallidos como la película de David Lynch o la miniserie de Sci-Fi. Mientras tanto, un niño de Canadá se estaba obsesionando con la novela, hasta el punto de que con tan solo 13 años ya hacía sus primeros storyboards. Soñaba sobre cómo podría llegar a trasladar las páginas de un libro tan literario como el de Frank Herbert al celuloide de una película.

El chico se llamaba Denis Villeneuve. Creció e incursionó en el cine. Realizó obras tempranas y sin mucha repercusión como Maelström (2000) o Polytechnique (2009). Pero fue recién en el 2010 con Incendies que causó impresión internacional al ser nominada como mejor película extranjera en los Oscars. Y fue a la vez con esa cinta que renació aquel sueño adolescente.

Un joven Villeneuve y sus storyboards de Dune hechos a los 13 años.

Estaba buscando locaciones para el largometraje cuando se topó con Wadi Rum, en Jordania. Al ver el extenso desierto poblado de extrañas formaciones de piedra —en donde curiosamente se había filmado Lawrence de Arabia—, pensó: “No era lo más adecuado para Incendies, pero en aquel momento me dije: ‘Si alguna vez hago Dune, volveré aquí’”. Ese mismo paisaje era el que se había imaginado leyendo la novela años atrás.

Los sueños son mensajes de lo profundo

Pasó el tiempo y el director canadiense ya había hecho películas igualmente aclamadas tanto por el público como por la crítica como Prisoners (2013), Enemy (2013), Sicario (2015) y Arrival (2016). Fue gracias a esta última cinta que llegó al Festival Internacional de Cine de Venecia. Allí le preguntaron qué película soñó siempre con dirigir. A lo que él contestó sin pensar Dune.

A veces, los caminos se alinean de forma extraordinaria. Y eso fue lo que ocurrió en aquel 2016 cuando Legendary Pictures obtuvo por fin los derechos del libro tras años de vericuetos. Una de sus productoras, Mary Parent, estaba buscando director para la obra. Entre los nombres figuraba Villeneuve. Cuando se encontró con sus recientes declaraciones en Venecia no dudó ni un segundo y se contactó con él. “Fue la llamada más breve que tuve con un director. Aceptó de inmediato”, recuerda Parent.

Uadi Rum - Wikipedia, la enciclopedia libre
Wadi Rum, o como Denis Villeneuve se había imaginado Arrakis en su adolescencia.

Denis Villeneuve venía procesando su visión durante años. Tenía claro cómo hacer esa película. Y una de las primeras decisiones que tomó fue que tendría que estar dividida en dos partes. Le propuso a Warner filmarlo todo junto y estrenar las dos mitades por separado, a la manera de El señor de los anillos. Según palabras de Villeneuve, por suerte se negaron: “Estoy muy agradecido de que no me dejaran. No habría tenido la resistencia para dos películas de este tamaño seguidas. Me habría matado”, repuso.

Así, comenzó la lenta pre-producción de Dune Parte 1. Villeneuve tenía varios obstáculos por delante: su reciente fracaso comercial con la gran Blade Runner 2049 (2018), el temor a que sea comparado con Star Wars (cuando en realidad George Lucas “tomó prestadas” muchas ideas del libro del ’65 para su película del ’77) y el desafío de adaptar un proyecto tan colosal, afrontado ya por maestros como Jodorowsky y Lynch, con los resultados conocidos. Sin embargo, él se aferró a lo que sintió cuando leyó por primera vez el libro y lo quiso cristalizar de la forma más fiel posible.

Un complejo lore expresado mediante la imagen

El borrador de Dune Parte 1 fue escrito en el año 2016 y el estreno de Dune Parte 2 fue el pasado 29 de febrero del 2024. Dune Parte 1 fue la primera gran apuesta de Warner tras la pandemia. Se estrenó el 22 de octubre del 2021 y su nivel de taquilla logró que a Villeneuve le dieran luz verde para que hiciera la segunda parte, la cual cuenta con un éxito rotundo hasta el momento. Casi ocho años transcurrieron desde que aquella semilla comenzó a plantarse poco a poco y que, a pesar de todos los obstáculos, germinó en una obra descomunal de 5 horas y 21 minutos.

Los anteriores proyectos ya sostenían la imposibilidad de que una adaptación tuviera una duración estándar de dos horas. Jodorowsky pretendía que su obra durara de 12 a 20 horas. David Lynch había querido filmar un total de 8 horas, aunque su propuesta fue rechazada y su proyecto fue recortado. La olvidada miniserie de sci-fi del año 2000 contaba la historia en tres capítulos con casi un total de 5 horas. Sin embargo, ninguna se terminó acercando a la esencia de la obra original.

Denis Villeneuve venía procesando su visión durante años.

¿Qué tiene el texto de Herbert de “inadaptable” y cómo hizo Villeneuve para adaptarlo? La obra transcurre 10000 años en el futuro. La humanidad está conformada como una organización feudal galáctica denominada Landsraad. Sus principales instituciones (la Cofradía espacial, los mentats, la Bene Gesserit, el CHOAM) nacieron luego de la Jihad Butleriana, una guerra entre una avanzada inteligencia artificial y humanos sucedida siglos atrás. Toda esta estructura depende de la melange, una especia cosechada en Dune o Arrakis. Quien tuviera su control, tendría el control de los viajes interespaciales, del comercio y del balance político. A eso se le suman múltiples subtextos geopolíticos, religiosos y ecológicos.

Sin embargo, Denis Villeneuve logró construir un mundo que aunque complejo y distante, transmite sus características de forma orgánica y artística. La fotografía de Greg Fraser, los vestuarios de Jacqueline West y Bob Morgan, los efectos especiales del equipo coordinado por Paul Lambert y la música de Hans Zimmer se aúnan para ensamblar un mundo verosímil y extraño a la vez. Sin querer exponer un complejo lore mediante diálogo, Villeneuve lo transmite mediante el poder de la imagen.

No hay rastro de palabra acerca de aquella cruzada entre hombres y máquinas sucedida siglos atrás. Sin embargo, se deja entrever a los mentats en la primera parte: aquellos seres-computadora que ponen los ojos en blanco cuando hacen cálculos complejos. O sobre todo, no hay rastro de lo digital. En su lugar, hay una omnipresente tecnología analógica que se manifiesta en las luminarias levitantes, en la grabadora de Irulan, en los artefactos de los fremen.

“La fotografía de Greg Fraser, los vestuarios de Jacqueline West y Bob Morgan, los efectos especiales del equipo coordinado por Paul Lambert y la música de Hans Zimmer se aúnan para ensamblar un mundo verosímil y extraño a la vez.”

Por otro lado, cada cultura tiene su propia identidad manifestada en sus tejidos. La ropa de los Atreides, militarmente elegantes, contrasta con el utilitarismo ecológico de los destiltrajes de los fremen. La oscuridad de las vestimentas de los Harkonnen se distingue de la etérea estética de la casa imperial Corrino. A su vez, cada uno de los mundos a los que pertenecen están sutilmente diferenciados por una exquisita fotografía.

Por otro lado, Hans Zimmer compartía con Villeneuve el mismo sueño adolescente de llevar la obra a la pantalla de manera definitiva. Fue tal su ambición que decidió meterse de lleno en el proyecto y renunció a su estrecha colaboración con Christopher Nolan tras más de una década trabajando juntos. La experimentación con voces femeninas se unió a instrumentos especialmente creados para la ocasión, distorsionados por un sonido electrónico y potente.

Y en una época en la que se suele abusar del uso de efectos especiales o en los que no llegan a estar bien desarrollados, en Dune se entremezcla lo práctico y el cgi de una manera pocas veces lograda. Las locaciones reales se unen a una pantalla no azul, sino marrón claro, y a una calibrada manera de filmar que hace de todo un conjunto realista.

Un ejemplo paradigmático del uso de los recursos cinematográficos para expresar un mundo.

Un ejemplo representativo de estos factores se puede encontrar en la filmación de Giedi Prime, el planeta natal de los Harkonnen. Sus paisajes industriales y lúgubres —con claras reminiscencias al arte que H. R. Giger hizo para el Dune de Jodorowsky— reflejan la bestialidad de esta Casa. Pero lo que más llama la atención es el uso del blanco y negro, prominente en los exteriores mostrados en la Parte 2.

Lo brillante de esta decisión es que no es producto de la edición, sino de un elemento diegético: un sol negro. La secuencia en la que el salvaje Feyd-Rautha —interpretado por Austin Butler— combate en el coliseo está cubierta por el tono monocromático producto del astro. A la escenografía hostil, se le suma la adecuada fotografía, la música tensa, los vestuarios retorcidos y el trabajo descarnado del actor para transmitir un mundo entero.

Muchas películas de ciencia ficción pecan de un exceso de forma y de casi nulo contenido. Y en este caso esa disonancia no ocurre. No solo hay grandes interpretaciones, utilería, efectos especiales y música, sino que conforman un todo, ensamblados por un guión y una dirección sublimes de Villeneuve.

Mesianismo, ecología, geopolítica

Dune no es la clásica historia del Camino del Héroe, sino que es su deconstrucción. Es la exploración de un trágico destino que el personaje debe aceptar. Es el sendero del antihéroe y los efectos de un fanatismo que inspira a hordas de seguidores a cometer atrocidades en nombre de un supuesto mesías.

Si en el libro o en Dune Parte 1 no quedaba del todo claro, en la Parte 2 Villeneuve utiliza todos los recursos a su haber para reflejar la crítica al mesianismo, sin por ello llegar a ser expositivo o forzado. El cambio narrativo en el pasaje del libro a la pantalla refuerza este subtexto. En la novela Chani no cuestiona el papel de Paul como futuro mesías, ni tampoco hay una contundente diferenciación entre un ala ortodoxa y sureña y una facción reformista y norteña dentro de los fremen.

La deconstrucción del Camino del héroe.

El punto de vista cambiado de la co-protagonista y la nueva organización del pueblo de Arrakis no solo responde más a los tiempos actuales, sino que hace que el espectador también se cuestione la dirección que Paul toma en este camino. Y en este sentido, la actuación de Timothée Chalamet se ajusta de forma orgánica a la trama: pasa de ser un inexperimentado príncipe a un carismático líder que provoca una ola de fanatismo.

Por otro lado, hay una narrativa muy coyuntural a los tiempos actuales. Tiempos en donde una Nueva Derecha impulsada por líderes de tintes mesiánicos mueven multitudes bajo causas más que cuestionables. Tiempos en donde hay guerras entre diferentes facciones que sirven sólo a los intereses de unos pocos. En este sentido, la especia o melange podría ser el petróleo, el litio o el agua, y Dune o Arrakis podrían ser posiciones geopolíticas importantes como Ucrania o Israel.

A la vez, la cuestión ecológica está siempre presente. El primer libro comienza con una pionera dedicatoria de Frank Herbert en pleno 1965: “A la gente cuya labor va más allá de las ideas, al reino de los ‘materiales concretos y reales’, a los ecólogos de las tierras áridas, dondequiera que estén, en cualquier tiempo en que trabajen, este esfuerzo de predicción les es dedicado con humildad y admiración”.

El desarrollo de personaje de Lady Jessica, interpretada por Rebecca Ferguson, va en línea con el de Paul Atreides.

Esta gente es personificada en la parte 1 por Liet Keynes, quien busca terraformar Arrakis. Y los esfuerzos ecológicos se manifiestan en las prácticas de los fremen, quienes aprovechan el agua al máximo al usar destiltrajes que economizan su uso, al no derrocharlo en lágrimas e incluso al aprovechar el líquido de los cuerpos muertos, fueran enemigos o amigos.

La imponente extensión del desierto y sus peligros, ya fuera en la forma de sus altas o bajas temperaturas, la posible deshidratación o el acecho de los Shai-Hulud o Gusanos de arena, enfatiza aún más la concientización ecológica sin llegar a ser panfletaria. Cuando Paul le comenta a Chani que en Caladan, su planeta natal, cae agua del cielo se logra producir una potente extrañeza en el espectador. El diálogo y la imagen se complementan de forma inteligente para expresar uno de los núcleos principales de la obra original.

Del lenguaje literario al cinematográfico

El final tiene sus diferencias respecto a la novela, pero no por eso es menos fiel. Villeneuve supo traspolar la esencia de un libro escrito hace más de 50 años a lo inherente del cine actual, con proyección a las posibles secuelas.

Por un lado, una de las decisiones más inteligentes que tomó en la adaptación fue respecto al personaje de Alia Atreides, la hermana de Paul. En el libro, Jessica llega a parirla, tras haber tomado el Agua de la Vida que la convirtió en la Reverenda Madre. Así, Alia es una infante “anómala”, que posee memorias ancestrales y que no solo sabe pelear y hablar, sino que llega a asesinar al Barón Harkonnen. Esto no se traduce bien al lenguaje cinematográfico, como bien se demostró en la versión de Lynch de 1984, al ser interpretada por una pequeña Alicia Witt.

They give me chills”: Denis Villeneuve Sings Praises of His Female Stars in  'Dune: Part Two' Despite Undermining Them in 1 Major Way
Una adulta Alia Atreides, en la piel de Anya Taylor-Joy

Así, Villeneuve tomó la decisión de eliminar aquella elipsis de tiempo, y Alia permanece en el vientre de su madre en la película, mientras que Paul es quien mata a su abuelo. Para asimilar aquella extrañeza, es presentada ya en el primer fotograma en la forma de embrión —un claro homenaje a 2001: odisea en el espacio (1969)—. Y allí, dentro del vientre, se comunica con su madre, y a través de ella con los demás. Solo en la visión clave producida en Paul tras tomar el Agua de la Vida, aparece ya adulta en una versión interpretada por Anya Taylor-Joy. Este cambio está ligado a llegar a la expresión cinematográfica más adecuada.

Por otro lado, el rol de Chani es igual de transversal a lo largo de la película. Su romance con Paul se transforma en una fricción constante, al rechazar su papel mesianico ensalzado por los fremen más ortodoxos. Esto eclosiona de manera drástica al final de la obra.

El cambio argumental de Chani, interpretada por Zendaya, en línea con la adaptación

En el libro, Chani acepta ser la concubina de Paul tras su duelo con Feyd-Rautha, sin oponer ninguna resistencia. Y así concluye la novela, con un diálogo con Jessica, quien le dice: “A nosotras, Chani, nosotras que arrastramos el nombre de concubinas… la historia nos llamará esposas”. Este no podría llegar a ser un final más anticlimático. Así, Villeneuve toma la decisión de terminar el film de una manera más apta para estos tiempos y que a la vez pone las miras en una tercera parte, basada en el segundo libro, Mesías de Dune.

A diferencia del libro, las grandes Casas no aceptan la ascendencia de Paul por lo que este declara la Jihad, —o Guerra Santa— contra ellas. Chani no acepta el matrimonio estratégico de Paul con Irulan para llegar a ser legítimo Emperador, por lo que se va. Y en su mirada final, mientras espera el Gusano de arena, se refleja toda la furia contra el mesianismo.

La dunemanía y su futuro

Se está hablando de que cada veinte años se produce un gran evento que revoluciona la cultura pop. En 1977 Star Wars —que curiosamente extorsionó de manera alevosa a Dune— movió los cimientos de la industria para siempre. Entre el 2002 y el 2004 El señor de los anillos de Peter Jackson ancló la obra de Tolkien en la consciencia popular de forma definitiva. Y se podría decir lo mismo de Dune Parte 1 y Parte 2, en el 2021 y 2024, respectivamente.

Villeneuve tiene dos méritos principales. Por un lado, logró lo que pocos directores pueden hacer: aunar lo taquillero con lo artístico. Ofrecer películas de larga duración, de autor y de calidad que son a la vez un éxito comercial y popular. Por el otro, logró romper por fin con la maldición de las adaptaciones fallidas. El primer libro se tradujo como una totalidad en Dune Parte 1 y 2.

El sueño de Villeneuve está en todos lados. En cada rincón de Internet, en cada conversación con amigos o familiares, en cada cartel de la calle. Con el guión de la tercera parte ya concluido solo queda esperar un universo que seguirá expandiéndose. Dune llegó por fin para quedarse.


Nota por Alex Dan Leibovich | Periodista | Redactor en Clarín, Indie Hoy, Peliplat y Erramundos.


Más notas relacionadas: ¿Por qué no hay robots en Dune?: el lore del mundo creado por Frank Herbert | La increíble historia del Dune imposible: el ambicioso e inconcluso proyecto de Jodorowsky | H. R. Giger: una mirada en torno al creador del Alien | Blade Runner: los símbolos ocultos entre la neblina, el cromo y el neón.


En caso de que te haya gustado la publicación se agradece mucho dándole me gusta, poniéndolo en favoritos, comentando y siguiéndome para colaborar en su difusión. ¡Gracias!

Más recientes
Más populares

No hay comentarios,

¡sé la primera persona en comentar!

21
4
1