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KEN Y MARILYN MONROE (¿Kenroe?)

EL PRESENTE SE UNE CON EL PASADO

Sin duda alguna, el momento más divertido y revolucionario de la ceremonia de los Oscars 2024, fue la interpretación en vivo del tema de Ken (I’m just Ken) (de la película Barbie), realizada por Ryan Gosling.

Hemos escrito ya antes que en la industria de Hollywood (como en todo vórtice cultural y económico) el presente se alimenta del pasado y el futuro lo hará de ambos.

Esto significa que hay un continuum en el sentido de preservar aquello que se ha hecho para ponerlo en relieve de forma tal que las nuevas generaciones se anclen en el legado y puedan subirse a timonear sus nuevas audacias creativas.

El rock pesado se alimentó de Wagner, el vestuario de la película El Quinto Elemento se basa en un cuadro de Frida Kahlo o la interpretación de Mónica Bellucci (2000, Giuseppe Tornatore) de Malena se cimentó en un cuadro de René Magritte del año 1934, la composición visual de Nace una estrella (1954, George Cukor) se construyó sobre un cuadro de Degas de 1883.

Sabemos por su autor (Ritchie Blackmore) que el famoso tema “Humo sobre el agua” de Deep Purple es la 5ta Sinfonía de Beethoven al revés… y así sucesivamente los ríos del pasado nutren el arte del presente.

Pero es el cine el que se alimenta del cine.

Y cuando esto se hace a cara descubierta y frente a millones (o miles de millones) de telespectadores en todo el mundo, se llama homenaje

UN POTENTE HOMENAJE

Ryan Gosling es algo parecido a una estrella fulgurante en el cielo. No solo es un gran actor, tiene un carisma increíble, es sexy bajo casi todos los estándares y ha producido cantidad de éxitos, sino que además es un caradura formidable.

Tiene la simpatía y la complicidad con sus pares y con el público que solo alcanzan a tener muy pocos en la industria.

La forma en que abordó el tema Ken, arrancando desde la butaca y trasladándose hasta el escenario como parte de su performance para concluir al lado de Slash, ha sido épico.

Pero no es solo el show. Es todo. Y lo central es que ha rendido homenaje a un ícono de Hollywood.

A la mismísima Marilyn Monroe.

Algunas personas habían captado algo del número, pero sin llegar a ver de donde era que les recordaba a una película. Y ahí estaba.

Delante de todos.

Es un homenaje a la película Los caballeros las prefieren rubias del año 1953 dirigida por Howard Hawks y protagonizada por las estrellas del momento: Marilyn Monroe junto a Jane Russell, Charles Coburn, Elliott Reid, George Winslow, Tommy Noonan, Marcel Dalio y Taylor Holmes. Producido por la 20th Century Fox y hoy disponible en Netflix, es una de las obras más poderosas y conocidas del período clásico de Hollywood

Hay que entender que esto no es una simple referencia ni un juego liviano para parecer gracioso. Esto es un emergente de la cultura, y como tal, un elemento constitutivo de la identidad.

Hollywood y los premios Oscar no son solamente una fábrica de sueños (que los son) sino también un altoparlante de integración y masificación socio cultural.

La concepción idealizada ha cambiado desde hace un tiempo atrás, de modelos hegemónicos a una concepción más diversa e inclusiva.

Sin embargo, lo que permanece es una idea iconográfica de poder.

Todo elemento está signado por su relación espejada con el resto del universo del cine. Y eso lo hace particularmente poderoso.

Nada es más fuerte que el valor del símbolo. Y cuando este se universaliza (llega a todo el globo), su fuerza es tremenda. Así pues es como los viejos tiempos se montan a caballo de la potencia de la juventud y del ímpetu de los nuevos proyectos.

Pero además de su poder de influencia a nivel del signo, también se establece una suerte de calibración óptica y sonora que remite a señales que tienen peso propio. Así como las palabras, también los colores, las formaciones (coreografías, movimientos preestablecidos) nos remiten a “algo que conocemos”. A lo mejor no sabemos de dónde, ni cuándo ni hecho por quienes, pero nos resulta familiar. Y nada tiene más poder que la familiaridad.

Así entonces, en medio de cambios y nuevos colectivos, de otras miradas, de géneros diversos, de creencias múltiples, es posible sin embargo encontrar marcas del pasado en el apogeo cultural del presente.

LO QUE SÍ Y LO QUE NO

Lo único que no admite el sistema es la ruptura de su permanencia, es decir el statu quo. El ejemplo más claro fue la bofetada que le propinó Will Smith a Chris Rock en la ceremonia número 94. Eso no estaba en la lista de posibilidades improvisadas con lo cual condenó al actor al ostracismo, con cierta razón, pero no tanto porque su actitud fuese reprobable desde un punto de vista ético o moral sino porque su estética no coincide con los valores que se pregonan desde las tribunas del mundo del espectáculo.

No fue solo una amonestación conductual lo que buscaron sino una advertencia.

El mensaje implícito (y normalmente aceptado por todos) es más o menos así: nos juntamos: sonreímos, nos odiamos: sonreímos, gana mi peor enemigo: sonrío y aplaudo. El vestido de mi contrincante es más bonito o más llamativo: sonrío y continúo por la alfombra roja. ¿Está mi ex?: sonrío y asiento con la cabeza. El premio fue injusto: aplaudo con hidalguía y sonrío para las cámaras. Hacen una broma a mi costa: o bien sonrío o juego el juego, me guste o no.

¿Me insultan? Mantengo la mirada y no digo nada. Y sonrío.

Y al final TODOS SONREÍMOS y TODOS APLAUDIMOS, porque en definitiva todo es una gran familia, y como bien sabemos…. En las familias hay pequeñas rencillas y disputas.

Pero romper el protocolo con un golpe a destiempo es como escupir una torta de bodas o patear a los niños en su cumpleaños. No está bien visto. Está muy mal visto. Y tiene consecuencias. Porque nos arruina la fiesta a todos.

Al fin y al cabo, estamos en el negocio de la imagen y el sonido. Todo se ve y todo se oye.

UNA CEREMONIA PARA VOLVER A LAS FUENTES

La ceremonia Oscar 2024 se lució por su coherencia y por su descontracturada formalidad. Nada fuera de lugar. Incluso las gracias del host (que son parte del show) fueron las necesarias y aceptables de parte de Jimmy Kimmel y se hacen en forma medida. La presencia de John Cena con su enorme musculatura, semi desnudo para presentar el premio a mejor Vestuario mientras aclara (por si fuera necesario) la importancia del rubro, lo dice todo.

MARILYN KENROE

Y claro, había que jugar, fluir un poco en lo lúdico, como los niños… y ahí entra Ken o Ryan Gosling… que es, a esta altura, lo mismo.

El más amable personaje para jugar. Porque es, en principio, inofensivo.

Vamos a centrarnos en los roles superpuestos de los personajes de Ken y Marilyn Monroe.

Ambos son símbolos: uno sexual, el otro asexuado.

Cada cual quiere algo, una quiere diamantes y el otro quiere ser “alguien”, una desea la mirada de los hombres, Ken en cambio quiere el respeto de las mujeres, ella necesita mostrarse sexy y audaz mientras que Ken necesita mostrar su costado “macho” sin parecer ofensivo.

La masculinidad de Ken está tan deteriorada como la seguridad interna de ella. Ambos se asemejan, se espejan a través de sus carencias y sus inseguridades.

Por más que parezcan potentes y sensuales, sus mundos internos colapsan y manifiestan su inmensa fragilidad.

Claro que Ken lo hace en el tono de parodia mientras que la vida entera de Marilyn fue más en el campo de la tragedia.

Observamos que cada cual se erige como un símbolo de su época, un ícono de su tiempo.

Si antes se pensaba en verdades absolutas y únicas, ahora se estima conveniente que haya una multiplicidad de verdades, de formas, de estilos y de elecciones.

Ken homenajea a Marilyn Monroe mientras que esta, nos cubre con su vestido rosa desde el pasado.

Como un manto de color fucsia que abarca 71 años, o sea 7 décadas.

Pasaron en el medio innumerables guerras, emergieron nuevos países, Estados Unidos tuvo 13 presidentes, se jugaron 22 Mundiales de Fútbol, 20 Olimpíadas. Paso la minifalda y la cultura pop, los Beatles, y Soda Stereo, el 3D y la realidad virtual, se inventó Star Wars y el Señor de los Anillos, Star Trek tuvo 826 episodios entre todas las temporadas. Pasaron CSI, Dr. House y Breaking Bad, los dibujos de Robotech, Astroboy y Dragon Ball, Kung Fu Panda y Los Simpson, el coche eléctrico y muchas vacunas. La URSS cayó, así como el Muro de Berlín, hubo varios Superman y Batman, se ganaron y se perdieron batallas en el campo de la ecología y los derechos civiles y los celulares ingresaron a nuestras vidas para siempre. Por delante queda el mundo cuántico y los viajes planetarios.

Y no tengan duda, algún día en Marte o en alguna lejana galaxia muy muy lejana, habrá un show y volverá, de una u otra forma; el vestido fucsia de Marilyn Monroe para un nuevo despliegue de glamour. Y quizás haya también un Ken marciano o subatómico, que nos deleite con un nuevo homenaje. Y se brindara con champagne y habrá aplausos…

Porque ese poder jamás pasara de moda.

PD: El autor quedo dado vuelta al ver la obra de Andy Warhol en el Museo de Arte de Chicago sobre Marilyn Monroe!

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