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Los arquetipos de la mujer de Vértigo y la simbología del color - Parte 2

Introducción

Antes de comenzar a leer estas líneas, me gustaría decirte que en un primer artículo ya se abordaron cuestiones primordiales en relación a un análisis técnico y artístico de la que está considerada la mejor película de todos los tiempos por la revista británica Sight and Sound, Vértigo. Haciendo un breve resumen de sus principales características, el largometraje estrenado en el Festival de San Sebastián en 1958, es el encubrimiento de un asesinato machista, ocultado y urdido a través de un plan lleno de dobles intenciones y escenarios trucados.

Vértigo es una historia de cine negro y thriller, que como tal, está protagonizado por un detective al que una joven mujer trastoca su estado natural. Y como bien se aclaró en el artículo anterior, se considera que la complejidad de la construcción de la trama, la simbología, y el análisis profundo que la película requiere para su total entendimiento. Por ello en esta segunda parte del artículo se hará hincapié en la simbologías y fetiches que el director propuso para la construcción cinematográfica de la pieza, así como a la simbología del color y la fotografía, y en especial, a los arquetipos y personalidades que las mujeres de la historia personifican.

En la primera parte se hizo una revisión del argumento y su construcción a nivel estructural, el punto de vista que el director ofrece al espectador y sus consecuencias, la figura del héroe desdibujada y deconstruida, y el doble juego del engaño y el artificio. Partiendo de una historia cuyo conflicto central es el asesinato de una mujer por parte de su marido, ¿es posible hacer una lectura de perspectiva de género actual? Todas estas cuestiones se analizaron en el primer artículo de esta película.

Las mujeres de Vértigo

Si hay una cosa clara en vértigo, una que no necesita de dobles intenciones, artificios y espejos para que el espectador sea consciente, es el uso de la mujer como instrumento para el beneficio del hombre. esto se construye a través de diferentes capas, haciendo que, por momentos, las mujeres transiten por los arquetipos que clasifican a la figura de la mujer: la madre, la niña, la femme fatale, la prostituta, etc.

Recordemos una de las frases finales de la película en las que Scottie le dice a Judy en el campanario: «La verdadera mujer. No tú. Tú eres la copia, la falsificación. Eres una alumna aprovechada, una alumna muy aprovechada». Bien, es precisamente a través de esta frase donde podemos analizar cómo funcionan los arquetipos de la mujer que, según Carl Jung, la categorizan. Si dividimos el arquetipo de lo femenino en el ánima, la madre, la mujer, analicemos cómo encajan las mujeres de Vértigo en cada uno de ellos.

LA MADRE: MIDGE

Uno de los arquetipos más sencillos de identificar a lo largo de toda la historia es el de la madre, y su motivo es claro, es el primer personaje que aparece junto a Scottie: Midge. Si bien este arquetipo hace referencia a lo bondadoso y a lo protector, la joven Midge, exnovia del protagonista, cumple el rol de la figura materna desde el inicio: una mujer trabajadora, que le proporciona calma y resguardo, y de la cual no destaca su belleza ni su sensualidad. Sin embargo, no se proyecta ni de lejos como alguien exitoso, por muy talentosa que se dibuje su figura. es una mujer a la que le falta lo más importante para estar completa: el amor. Y es por este motivo, por el que en un momento de la historia, su apariencia se transfigura y viste de color rojo para llamar la atención de Scottie.

LA BRUJA: MADELEINE

Dentro del arquetipo del ánima se distinguen el hada y la bruja, considerando a esta última como la representación de la femme fatale en la historia del cine y que bíblicamente se representa a través de la figura del Lilith: «Su etimología en semita se halla en la palabra sumeria Lil que significa viento; lúlti que es lujuria. Así mismo, contiene la palabra hebrea läil, noche y por tanto espectro o fantasma. La condena de Lilith y su destino a la inferioridad se dan en la caída, en la desobediencia al macho». También considerada como la prostituta, esta figura representa todo lo contrario a la pureza y la virginidad, la lealtad, la paciencia, la sumisión y el recato; todos los motivos por el que Gavin podría justificar su asesinato.

La femme fatale es aquella que cae en la tentación (Eva) o que representa la tentación en sí misma (Lilith), y en este caso: Madeleine. Bien por parte de Gavin, tanto como por Scottie, una mujer que atormenta al primero y lleva a la locura al segundo.

LA MUJER JOVEN: JUDY

En esta forma de representación, la división se hace entre mujer vieja y mujer joven.

Es en esta última donde categorizaríamos a Judy, la herramienta a través de la cual se urde todo el plan. Exactamente igual que en la construcción de la película, este personaje ha sido construido a través de diversas capas y planos que nos aportan diferentes puntos de vista, tanto a nosotros como espectadores, como al propio protagonista. En un inicio, Judy se presenta como la propia Madeleine, una mujer misteriosa, sensual, y con «complejo de damisela en apuros». La característica de fragilidad que pertenece al arquetipo de mujer joven se refleja en ese carácter. Y por consiguiente, también con esa figura de femme fatale, de mujer en auxilio, alguien que necesita a la figura del hombre para que la salve y la domine.

¿Pero qué sucede cuando se descubre el complot?

Este arquetipo se desdibuja, tal y como lo hace el del héroe en el caso de Scottie, una vez pierde el juicio al enamorarse de una figura fantasmal. Judy pasa de ser esa mujer poderosa en su representación de Madeleine, a caracterizarse por el arquetipo de mujer joven, alineándose con una belleza algo infantil, la pureza, la fragilidad y la ingenuidad, destacando por encima de todo esto la imposición social de que «se mantenga adherida toda su vida a estas (...) obligada a convertirse en un retrato permanente de la juventud». En este trance de pasar de una a otra, Judi se desdibuja completamente, pierde su personalidad, más de ya lo que ya lo ha hecho al interpretar a Madeleine. Busca toda aprobación y validación de Scottie para sentirse deseada.

Y es cuando este descubre quién se esconde detrás de la figura de su amada, cuando tanto el espectador como el mismo descubren a una figura insegura, miedosa y algo patosa, alejándose completamente de aquella fantasía que Madeleine había construido.

Es aquí donde el protagonista juzga y rechaza a la joven, al mismo tiempo que no puede alejarse de ella pues está completamente enamorado. Se emite un juicio desde la mirada masculina haciendo una comparación brutal entre ambas mujeres, categorizando a una como la falsa y a otra como la verdadera, la buena y la mala, la que merece la pena y la que no. Y es finalmente esta quien termina de enloquecer a pobre e indefenso protagonista, acercándose a esa figura de femme fatale que en un principio estaba ocupando Madeleine. Y el juicio final llega, al desobedecer al hombre la joven es castigada. «El personaje es castigado por sus pecados, por no ser una mujer limpia. No es casualidad que sea una monja la causante indirecta de su caída: la pureza que la religión demanda en las mujeres también aparece aquí en el papel de último verdugo».

Todo este juicio que se acaba de emitir en estas líneas parte de la male gaze, la construcción del ideal femenino, la representación de las mujeres y del mundo en las artes visuales​ desde una perspectiva masculina. No olvidemos que estas no son más que el reflejo de ciertas personalidades que provienen de una fantasía, una idea preconcebida, una forma de actuar pautada, a menudo, por la mirada masculina.

Si analizamos la película a rasgos generales, entenderemos que en Vértigo las mujeres son contadas y vistas a través de los ojos de los hombres, de los espejos que la reflejan, de su punto de vista, e incluso cuando este llega a romperse, como es en la segunda parte de la historia y la falsa perfección aflora, al hombre no le es suficiente y la tilda de copia. El protagonista es feliz mientras tiene un objetivo de desear a esa mujer que él ha imaginado en la cabeza, y una vez que la logra y la posee, trata de amoldarla a su ideal.

Es así como de manera indirecta Hitchcock plasma todos sus fetiches en relación a la figura de la mujer también en esta película, el suspense, las mujeres rubias, el espionaje entendido en toda su amplitud de la palabra, pero en especial el voyeurismo.

Fotografía y arte

Analicemos como se trabaja la fotografía y el arte para la representación de todas estas características ya mencionadas. Robert Burks, director de fotografía de la película y uno de los más recurrentes a lo largo de la historia del director, trabajando en un total de doce películas juntos, es el encargado de dirigir la fotografía de esta.

¿Cómo se refleja el artificio del doble juego y el engaño a través de la fotografía?

La elección de rodar en la ciudad en San Francisco no es baladí. Las carreteras y calles llenas de alturas y cuestas favorecían el rodaje de planos invertidos, contrapicados y diagonales que marcan la inestabilidad de la propia trama. Todo lo que al protagonista le asusta, las alturas, las espirales y las superficies inestables se representan, de alguna manera, espacialmente a través de esta ciudad. La magnitud de la bahía de San Francisco en el suceso del Golden Gate también nos habla de una caída y una altura que el protagonista no puede controlar. Y sin embargo, en varias entrevistas los cineastas confesaron que el grueso de la película está rodado en estudio por las comodidades que el un rodaje así podía proporcionar. Y bien, en un principio a todos nos puede resultar más cómodo y sencillo hacerlo de esta manera.

Pero, ¿qué sucede cuando hay escenas rodadas en exterior en las que se intercalan planos grabados con una pantalla de proyección por detrás, cuando aparentemente no sería necesario?

Estamos haciendo referencia a la escena del cementerio, por ejemplo, en la que James Stewart persigue a Kim Novak, sin que esta se de cuenta, y uno de los planos cortos aparece con una pantalla de proyección por detrás. ¿Por qué no se grabó en el mismo cementerio y tuvo que hacerse en estudio? Luis Aller en Històries del cinema cuenta que una de las razones de esto es recalcar lo artificioso e irreal de la propia película. Una manera a través de la cual Hitchcock trataría de recordar a los espectadores que lo que están viendo es una ficción, que hay un doble juego, que nada es lo que parece.

Exterior real
Rodaje sobre pantalla de proyección

Otro de los recursos que se utilizan para apoyar esta idea podrían ser el uso de los filtros de niebla que el director de fotografía decide introducir para la filmación de algunas escenas. Más allá de la del cementerio, podríamos hablar de la que sucede dentro del hotel, en la que la figura de Judy se convierte a la de Madeleine a través de el uso de esta niebla algo fantasmagórica y paranormal.

La idea del doble juego también se refleja a través del movimiento en doble espiral que la cámara realiza en varias ocasiones a lo largo de toda la película, en especial cuando se acerca a la figura James Stewart y se aleja, simulando un círculo completo que nunca llega a realizarse del todo. Esta forma de espiral transmite al espectador que todo es circular, que nada acaba de terminar nunca, que todo aquello que nos es contado en la primera parte va a volver a repetirse en esa segunda. Como sucede con las visitas a los mismos escenarios, Scottie subiendo al campanario en dos ocasiones, confundiendo a Madeleine en el coche verde, la visita al Golden Gate o la doble muerte de Kim Novak, primero en su papel de Madeleine y luego en el de Judy.

Simbología del color

Finalmente, vamos a analizar el uso del color como recurso cinematográfico para identificar a los personajes. Como ya analizamos en este artículo del paso del cine mudo al cine sonoro, el paso del cine en blanco y negro al cine de color trajo innumerables cambios y búsquedas de nuevos recursos y lenguajes en las películas de la época. Vértigo podría ser quizás uno de los mejores ejemplos de la utilización del color para la provocación de sensaciones, creación de atmósferas y percepciones más allá de lo realista.

Desde un inicio, en Vértigo el color nos está contando una historia paralela a la propia trama. Conduce los deseos y objetivos de los protagonistas y los personifica, haciendo que cada uno de ellos se identifique con un color dependiendo de cuál sea su objetivo vital en ese momento de la historia. Uno de los ejemplos más claros, aunque no de los más importantes, sería el de Midge, que relacionándose desde el inicio con el color amarillo, se vista de rojo en el momento en el que quiera traer la mirada y la atención de Scottie.

Amarillo de Midge
Rojo de Scottie

Verde de Madeleine/Judy

«Hitchcock siempre se definió un director verdadero, no verosímil, algo que no le interesaba nada. Las fantasías de sus filmes eran rodadas de manera que resultaran creíbles a los ojos del espectador, sin negar su carácter irreal: ideaba verdades falsas. Para ello, y principalmente a partir de La ventana indiscreta (1954), exploró el uso del color a la manera impresionista y otorgándole un fuerte simbolismo»

EL ROJO Y EL VERDE

Si bien en el pensamiento colectivo el rojo simboliza la pasión, en Vértigo estaría representando el peligro y la locura. Ya desde su elección como color prioritario en la portada y en la carátula de la película, el rojo nos habla de lo que le sucede al protagonista, de su locura, de la hipnosis que produce la espiral en la que se siente sumergido, de la acrofobia y cómo no, del vértigo también. Al identificarse con este personaje, de alguna manera también se acerca al ideal de la pasión y de lo masculino, características que trata de atraer Midge cuando viste con él.

Es el color rojo el primero que se presenta, identificándose con el personaje protagonista una vez más. Una vez el objetivo principal de este queda claro, tras la reunión con Gavin, El restaurante en el que conoce por primera vez a Madeleine está construido de un rojo terciopelo casi operístico, teatral, abrumador. Es en medio de ese escenario en el que Hitchcock nos presenta a la figura de la mujer, vestida de un precioso traje verde, a través del cual también nos introduce su color. El color verde nos habla de la ensoñación, de la fantasía, de lo onírico, de Madeleine. Para su representación, el departamento de vestuario y arte se encarga de complementar toda su figura a través de este color, y ejemplo de esto son el coche, el vestido, las luces en el hotel, etc. A medida que la historia avanza y la figura de Madeleine se va desdibujando, va apareciendo un tono más grisáceo, ese traje que Scottie anhela y con el que le pide a Judy que se vista. Cuando se descubre la treta y Judy comienza a ser cada vez más real, el color verde vuelve a brillar como al inicio del film.

El rojo es un color primario, Esto quiere decir que no puede conseguirse a través de la mezcla de otros. ¿Pero qué sucede con el color verde? Siendo la mezcla del azul y el amarillo, esto lo convierte en un color secundario, un color que no es puro, que se consigue a través de varias capas, tal y como lo son la propia Judy y Madeleine. Y analizando la ruleta de los colores, podemos ver que ambos, el rojo y el verde, son complementarios. ¿Pensaría Hitchcock en una simbología del color que delatase tanto la propia trama de la película? La única respuesta es que cada recurso se refleja cuidado hasta el último detalle.

Tras el incidente en la bahía del Golden Gate, cuando Madeleine/Judy descansa en el apartamento del protagonista, se produce uno de los cambios más interesantes a nivel colorístico. La simbología del color alcanza su máximo sentido al intercambiarse el vestuario. La joven se viste con la bata roja que este le deja, y Scottie comienza a vestir de verde desde este momento de la película.

Todo con lo que Scottie un día soñó, termina por desdibujarse al final de la película. A pesar de la duplicidad, de la vuelta a escenarios en los que su ensoñación con Madeleine parecía real, la tragedia es lo único que caracteriza el desenlace final. El reflejo del doble juego artificioso ese acaba de construir en los últimos minutos, en el momento en el que el protagonista sube al campanario por segunda vez, simbolizando su segunda oportunidad de conseguirlo, para salvar recuperar aquella figura que un día desapareció. Y es que toda la fantasía que Scotty trata de hacer realidad, juega siempre en su contra.

Y a pesar de que este se lo pide y se lo ruega («Me metí en el peligro y dejé que me cambiaras porque te quería y te necesitaba. Por favor, quiéreme, quiéreme ahora»), la historia no termina con un deseo cumplido. Así, Vértigo es la representación de la tragedia dentro del cine negro.

Nahia Sillero.

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