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OSCARS 2024: La Consagración de Oppenheimer

¿Por qué ganó Oppenheimer?

¿Quién más ganó? O, mejor dicho, ¿quiénes ganaron?

Pues bien, la entrega de los premios Oscar se trata de uno de los eventos más importantes de la industria cinematográfica.

En realidad, es la más importante en términos de repercusión social.

Algunos estiman que se visualiza por aproximadamente 3 mil millones de seguidores en todo el mundo que lo ven por televisión y la convierten en un espectáculo único, solo comparable a un Mundial de Fútbol o las Olimpíadas.

Quienes conocen el universo del cine saben que existen otros festivales, concursos y premiaciones de inmenso prestigio y proyección. Por caso, pronto tendremos el Festival de Cannes, ya estuvo Berlín y quedan muchos aún por recorrer. Pero en términos de impacto, nada tan grande como los Oscar.

¿Y por qué es tan importante este premio? ¿Qué hace que todos los demás (Golden Globes, BAFTA, Critics’ Choice Awards, etc.) se queden un paso atrás de esta gala?

¿Por qué en el fondo todos desean un Oscar?

¿Qué tiene de especial? Pues habría que decir que se trata de una convención. De la misma manera que el mundo se vuelca a los fenómenos populares en la música o el deporte, el cine tiene sus propias reglas y fundamentos para la consagración.

Y no hay nada más potente que el valor de los símbolos. Y los Oscar están cargados con ese imán que atrae por la gloria pasada, por su propia historia y por como resuena en la mente de las personas, incluso quienes no conocen la industria desde adentro. Los Oscar son el premio grande y el que valida y revalida los pergaminos, instala nuevas estrellas, proyecta talentos y setea una agenda sobre el tipo de cine que se está viendo en el mundo.

RENACIENDO DE LAS CENIZAS

Y así como cada evento intenta superar al anterior (o al menos no estar por debajo) también es cierto que las circunstancia cambian y según la temporada, las películas pueden ser más o menos potentes a la hora de concursar. Luego de la tristeza que fue el show durante la pandemia mundial de COVID-19, de a poco la industria busca recuperarse.

Este año en particular la presión fue fuerte y para todos. Como el mismo host Jimmy Kimmel mencionó (sin tibieza alguna) los paros de los sindicatos de guionistas y actores (WGA y SAG-AFTRA) tornaron el 2023 en un año muy difícil con un paro que duro 154 días y paralizó rodajes y shows de TV hasta que llegaron -por fin- a un arreglo aceptable para las partes.

En el 2023, la cosa no era fácil.

¿CÓMO FUNCIONA LA ACADEMIA?

Para quienes no saben cómo funciona, la Academia de Hollywood (Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas) fue fundada en el año1927 en Los Ángeles, California por Louis B. Mayer. Sus miembros están habilitados a votar. Son más de 9000 y hay norteamericanos y extranjeros (entre ellos varios argentinos como Cecilia Roth, los directores de fotografía Félix Monti y Natasha Braier, las directoras Lucía Puenzo y Lucrecia Martel además de Juan José Campanella, Damián Szifron, Armando Bo, Nicolás Giacobone y Gustavo Santaolalla), todos ellos ganadores del Oscar durante los últimos años.

Cada uno vota en las 23 categorías existentes.

Es decir que “la Academia” a efectos prácticos de los votos, son en el fondo los electores. Esto implica un reconocimiento de los pares que a su vez está monitoreado por la misma institución dando a estos premios un aura de mística y poder más relevante que cualquier otro.

Es que el mundo se rinde a los pies del mega evento y participa activamente (votando, deseando, comentando) y esto nos muestra la importancia que tiene en nuestra sociedad la industria y el arte cinematográfico.

Es mucho más que solo las películas claro, son las estrellas, los estilos, los mensajes, las historias, la alfombra roja, los chismes y todo el glamour (estético, social y político) que implica esta presentación.

Los premios Oscar llevan ya 96 ediciones y pronto (en el 2028) tendremos el aniversario número 100.

¿Se imaginan lo que será eso?

LA CEREMONIA Y LOS RESULTADOS 2024

Claro que había para todos los gustos, desde filmes de contenido histórico hasta ficciones sobre una muñeca.

American Fiction, Anatomía de una caída, Barbie, Los que se quedan, Los asesinos de la luna, Maestro, Oppenheimer, Vidas pasadas, Pobres criaturas, La zona de interésmarcaron la agenda para una competencia fenomenal.

Estuvo bien. Muy bien de hecho. Prolija, mesurada, apenas un poquito ácida, pero amable y frugal. Su host Jimmy Kimmel tiene el justo punto intermedio entre la ubicación y el carisma. No posee (no es su estilo) un exceso de presencia y eso es sin duda lo que Hollywood estaba buscando. Luego de la presencia de anfitriones de más alto perfil o de algunos en extremos ácidos (y divertidos) como Ricky Gervais o la apuesta al humor sarcástico que terminó en un episodio de violencia en la recordada cachetada que le propinó Will Smith a Chris Rock y que terminó con su retirada del edificio en un clima general enrarecido.

Nadie en la Academia quería eso. Y por ello llamaron a un conductor mesurado. ¿Hay otros más imaginativos o encantadores? Por supuesto, pero claramente aquí el foco estuvo puesto en la presentación de las películas, en sus estrellas y en un respeto por los pares.

Las presentaciones a las categorías mejor actriz y actor tanto secundario como principal con 5 ex ganadores de Oscar dedicando unos párrafos muy personales a cada uno de los nominados, muestra el deseo de honrar y dignificar el momento.

De esta manera además de buscar un cierto impacto emocional, se garantiza una ecuanimidad en el trato de los nominados y una muestra de respeto hacia la trayectoria.

Los números musicales recordaron un poco a las antiguas presentaciones. Deslumbró (aunque no ganó) la interpretación de Ryan Gosling con su tema de Ken para Barbie en una interpretación a puro show, muy hollywoodense. Vestido de rosa en impecable traje (todo le queda bien) salió de la misma butaca para encarar el escenario en una presentación brillante que terminó con la presencia del mismísimo Slash tocando la guitarra en primer plano.

Gosling y su equipo hicieron un homenaje al icónico número montado por Marilyn Monroe en Los Caballeros las prefieren rubias (Howard Hawks,1953) en donde la diva interpreta el tema “Los diamantes son los mejores amigos de las chicas” usando la misma estética y hasta los mismos colores y diseños. Super Hollywood en un eterno homenaje a sí mismo.

Esto reavivó el viejo espíritu del show business tan norteamericano y tan vinculado a la ética y a la estética de Hollywood. Los invitados bailando y compartiendo felices el momento (se lo veía a Martin Scorsese ya mayor bailando y disfrutando como un niño) hicieron de esos minutos, lo mejor de la noche en cuanto a show se refiere.

Otro momento inolvidable fue la presencia del actor y ex luchador John Cena con un micro sketch en donde junto a Kimmel juegan a que debería salir a escena desnudo. Un detalle de irreverencia que sumó al buen humor general. Y por lo que se vio en cámara, el físico de Cena no pasó inadvertido.

Pero no fue lo único. Las interpretaciones de Billie Eilish y Finneas (que si ganó) mesurada e intimista, la de Becky G, Jon Batiste y Scott George and the Osage Singers, todas a la altura (aunque en un registro emocional más bajo como nadie queriendo apropiarse de la noche).

Incluso la presencia de Andrea Bocelli y su hijo Matteo cantando Con Te Partirò fue en extremo mesurada mientras pasaban a los que “se fueron de gira” durante el 2023.

Esta tradicional parte siempre se caracterizó por el respeto y el último aplauso a los fallecidos. Interesante porque eso se corresponde mucho a la forma que tiene los Estados Unidos de vincularse con su pasado.

Dado que es un espectáculo hecho en USA, en un punto no se distancia mucho de los homenajes a los caídos en combate que incluyen pasadas de aviones, desfile militar impecable y un ritual ceremonioso y de tono grave. Es que, para la industria, quienes colaboraron, trabajaron, construyeron y formaron la misma, son esencialmente parte de esta y como tales, forman las piedras con las que se construye (y se reinventa) año a año Hollywood.

A LOS PREMIOS

Vamos a hablar de las premiaciones. Independientemente de los gustos personales, es difícil decir qué estuvo mal. Habrá algunos que hubiesen preferido algún otro resultado en determinada categoría pero al fin y al cabo, alguno tenía que ganar y obviamente no siempre se coincidirá.

Este cronista sin embargo coincide en que ha sido apropiada. No tenemos espacio aquí para reseñar cada una de las películas, pero sin duda Oppenheimer es una rareza fílmica, una obra conceptual, un manifiesto de una forma de hacer cine, un canto a la sobriedad y una apuesta a lo más genuino y puro del relato cinematográfico. Incluso desmembrando el filme en partes, y tomando cada área como una entidad independiente, estas se destacan en forma notable.

Este campo holístico, genera una sinergia en donde cada parte confluye para aportar un aspecto que sin embargo hará que el total sea aún mayor que esta suma.

BARBIE YA GANÓ

Ya hemos hablado de Barbie en otra ocasión. La película es una genialidad y su directora Greta Gerwig ha logrado transmutar una idea que en principio podría parecer banal, en una apología de temas humanos como el rol de la mujer, el impacto de los estereotipos en la sociedad, el sentimiento de vulnerabilidad de los varones y la influencia de los intereses de las grande compañías (de juguetes en este caso) en el pensamiento de toda una sociedad.

¿Y por qué no gano más premios?

En primer lugar no podemos olvidar que Barbie es un éxito desmesurado, inmenso, de público, de crítica y en especial de taquilla. 1445 millones de dólares solo de taquilla, es decir por entradas vendidas (contra 953 de Oppenheimer) todo esto al día de la fecha.

Es decir que Barbie ya ganó. Y mucho.

Hay que ponerse en el lugar de lo que significa hacer cine. Quienes venimos de ese mundo sabemos que es tan difícil hacer una película (incluso en países centrales) que de alguna forma se premia aquello que viene en una aventura contra la corriente.

Oppenheimer es la historia de un hombre que diseño una bomba atómica. Será notable desde el punto de vista de la física y de la historia, pero seamos francos: ¿A quién le importaba la vida de este sujeto?

Comparado con la muñeca más famosa de la historia, la vida de un oscuro físico reclutado para construir un dispositivo asesino (que terminó en las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki) no resulta muy llamativo.

Y ahí está el primer punto: en la apuesta.

Christopher Nolan vio una oportunidad y la tomó. Podría haber salido mal. Y sin embargo apostó todo su prestigio a buscar la forma de unificar esos dos polos aparentemente opuestos, realidad y espectáculo, drama y entretenimiento, fiereza destructiva y regocijo artístico. Y lo logró.

Oppenheimer es exactamente eso. Todo es enorme pero nada busca destacar por encima del resto. Las actuaciones son épicas pero no desbordadas, la fotografía es perfecta pero no busca que uno se quede prendado de una imagen, el sonido aparece y se desvanece para reforzar el relato, el arte nos pone en el contexto exacto y la edición nos marca el ritmo para que nos mantengamos atentos en una historia que no es fácil, ni complaciente y mucho menos liviana.

Eso es una obra de arte y por eso ganó en tantas categorías.

Y por eso pasará a la historia de las grandes películas de la humanidad. Y finalmente es por ello que Christopher Nolan es hoy día un referente de alcance cósmico y universal, un heredero de la magia del pasado y navegante de los sueños del cine.

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