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¿Por qué se considera Vértigo la mejor película de la historia? - Parte 1

INTRODUCCIÓN

Vértigo (De entre los muertos), título original de la película, es una adaptación de la novela corta de Pierre Boileau y Thomas Narcejac, Sueurs froides: d´entre les morts. Estrenada en el Festival de San Sebastián en 1958, esta película de Alfred Hitchcock es considerada desde 2012, la mejor película de todos los tiempos por la revista británica Sight and Sound.

Sin dejar atrás su estilo único y característico, el director más canónico y reconocido de todos los tiempos, tampoco abandona el cine negro, el thriller, el drama psicológico y la tragedia en esta película, y construye su trama a merced de las características que estos géneros requieren para que un trabajo pueda ser considerado parte de su estirpe.

Y a pesar de todos los halagos que estas primeras líneas ofrecen a la película, lo cierto es que el recibimiento en las salas de la época no fue en absoluto el esperado. Antes de adentrarnos en sus causas y consecuencias, puede que la razón del fracaso en taquilla no sea debido al mal gusto o al poco entendimiento de los espectadores. Sino más bien a la complejidad de la construcción de la trama, la simbología, y el análisis profundo que la película requiere para su total entendimiento.

En Vértigo, Hitchcock realiza un profundo trabajo lleno de simbologías y fetiches. Estamos hablando de los recursos como la espiral, quizás el más característico de la película, tanto a nivel de movimiento de cámara como en la construcción argumental de la misma; los recursos cinematográficos que buscan plasmar las emociones internas de sus protagonistas (zooms y travellings exageradamente pausados propios del suspense del director); la simbología de la música como late motiv y el color para la representación de las múltiples personalidades; y finalmente, el doble engaño y la dualidad como características primordiales para la elaboración de la película.

ARGUMENTO

Vértigo nos ofrece todo lo que podemos esperar de una película de clásica de cine negro. Un detective con sombrero y traje persiguiendo a una canónica femme fatale llena de misterio belleza, y también de dobles intenciones que, a menudo, llevan a la locura al pobre protagonista. Quizás Hitchcock va algo más allá en esta historia, atribuyéndole desde el inicio un antecedente traumático al no tan jovial James Stewart en su papel de Scottie: tras una misión fallida como policía, en la que persiguiendo un criminal sufre un accidente en unos altos tejados de la ciudad de San Francisco, el protagonista comienza a sufrir una crisis de acrofobia que desemboca en un profundo vértigo.

A partir de este simple detalle, Hitchcock marca toda la personalidad de Scottie, y también de la propia historia, pues las escaleras, los altos edificios y las espirales condicionan la misión del protagonista.

¿De que misión estamos hablando?

Bien, el objetivo del personaje es claro y se marca desde el inicio de la película. Tras haberse retirado de su puesto de policía debido al accidente y al consiguiente trauma, un viejo amigo, Gavin Elster, llama para encargarle una misión personal llena de misterio. Al parecer, la mujer de Gavin, Madeleine, padece algún tipo de posesión corpórea y mental por parte de una persona fallecida, con la que esta se identifica y actúa siguiendo su huella. A cambio de una suma de dinero, Gavin pide Scottie que persiga y vigila a su mujer, con el objetivo de saber cuáles son sus verdaderas intenciones y de dónde procede la aparente locura.

Es así como el director introduce el objetivo de Scottie, uno que a medida que avanza la película acaba convirtiéndose en una obsesión, llegando a enamorarse de la joven Madeleine. Este personaje interpretado por Kim Novak será el encargado de representar a la femme fatale, mujer portadora del caos, aquella que lleva a la locura al hombre más cuerdo de todos. Aunque quizá en esta ocasión, algo menos cuerdo de lo que estamos acostumbrados, adelantándonos que nada es como se espera.

Si hay un detalle que caracteriza el trabajo del director Alfred Hitchcock es la manipulación del punto de vista del espectador, en la que a menudo le otorga un papel fundamental en el desenlace de los misterios y conflictos de sus historias. Y Vértigo no iba a ser menos.

A nivel estructural, la película podría dividirse en dos partes claras, una primera en la que el punto de vista del espectador está absolutamente condicionado por el del protagonista. La historia es contada a través de los ojos de Scottie: observamos a Madeleine a través de su mirar, teniendo la sensación de que nosotros también la perseguimos y espiamos. Es así como, más que pensar en lo que puede sucederle a ella, queremos que la misión de Scottie triunfe por encima de todo.

A mi parecer, es en esta primera parte donde el ritmo de la historia está milimétricamente calculado para conseguir generar el suspense y la intriga que atrapa al espectador. A través de todos los encuentros en los que Scottie en su papel de detective persigue a Madeleine, el espectador se convierte también de alguna manera en un detective privado, intentando averiguar y atar cabos de lo que le sucede. Probablemente una de las secuencias en las que más claro queda la modificación del punto de vista es aquella en la que Scottie la persigue al museo. En esta escena, los planos generales y medios pasan a ser planos detalles en el ramo o el moño que Madeleine y la mujer del cuadro, Carlota Valdés, comparten.

¿Pero qué sucede una vez que las miradas escondidas cesan y Madeleine cae al bahía de San Francisco?

Aquí se produce un cambio y se introduce la segunda parte de la historia. Scottie y Madeleine comienzan a interactuar, y el cruce directo de palabras y miradas también conlleva el intercambio del color. Pero antes de introducirnos en la simbología de los colores en relación a cada uno de los personajes y sus conflictos, vamos a continuar analizando esta segunda parte.

El espectador deja de ser un detective más, y a pesar de que sigue posicionándose en el lado de Scottie, ahora su mayor deseo es que la historia de amor salga adelante. Hitchcock vuelve a jugar una vez más con el espectador y cuando todo parece que va a ir bien, el trauma del protagonista conduce a través de la espiral infinita de las escaleras que Scottie ve incapaz de subir, el desenlace trágico: el (falso) suicidio de Madeleine.

Los acontecimientos que siguen a este suceso son los obvios: Gavin no acusa a su amigo del fatal final de su esposa, y defiende su inocencia en un juicio ante las autoridades. Sin embargo, Scottie ingresa en un centro de sanación,con el objetivo de olvidarse de Madeleine y sanar su traumático episodio con las alturas. A su salida, la calma dura poco, y es que el protagonista parece confundir a una joven llamada Judy con la fallecida Madeleine. Es en este momento, cuando el carácter misterioso y poderoso del detective se desvanece por momentos y el héroe, ya carcomido por sus traumas y sin poder superar sus miedos, se obsesiona con la figura de la joven. La figura heroica se desdibuja y se deconstruye, llegando a estar poseído, lleno de alucinaciones, y sombras que lo convierten en el verdadero loco de la historia.

Doble juego del engaño y artificio

Pero Scottie no es más que la víctima de un engaño, como lo es el espectador, haciendo que ambas figuras vuelvan a sentirse identificadas como ya lo presenta en un inicio asemejando el punto de vista. En su angustiosa persecución por descubrir si la joven Judy es en realidad Madeleine, estaba acaba confesando la treta. Su supuesto amigo Gavin, a cambio de una cuantiosa suma de dinero, contrató a la joven Judi para hacerse pasar por su esposa debido a su gran apariencia. Con el objetivo de asesinar a su esposa y que el crimen no fuera descubierto, construyó todo un plan para atraer a Scotty hasta el campanario en el que Madeleine parece suicidarse, cuando en realidad, es el mismo quien la lanza torre abajo.

Es así como se llega al punto más alto del juego del artificio que caracteriza esta película. El doble juego del engaño es el recurso sobre el que Alfred Hitchcock construye toda la historia. Para ello la búsqueda de lo artificioso se introduce en cada mínimo detalle, haciendo uso de recursos que refuerzan también en sí mismo la idea de lo artificioso, del engaño, de la ficción: el uso recurrente de espejos a través de los cuales la realidad se duplica sin llegar a saber qué es lo verídico y qué lo ficticio (en la floristería, el apartamento o la habitación del hotel). Tal y como hemos mencionado, la escena de espionaje en la que Scottie observa como Madeleine también observa el cuadro, es a fin de cuentas un juego de espejos. Cada uno de los detalles se duplica, el ramo, el vestido o el moño, y nada es lo que parece.

El juego de espejos se vuelve a repetir una vez que el protagonista se abandona completamente a la locura: los escenarios se repiten y Scottie comienza a creer que ve a Madeleine en los mismos lugares en los que había estado con ella, el coche verde, el museo o el restaurante en el que la conoció por primera vez.

Es así como a nivel estructural, es toda esta primera parte la pura representación de una ficción, un artificio, una en la que Gavin hace creer a Scottie de que la falsa locura es verdadera. Y la segunda parte es el intento de reconstrucción de esa misma ficción.

Asimismo, el uso recurrente de pantallas de proyección en escenas en las que no es necesario también refuerza la idea del artificio. Este mecanismo conlleva el uso de una imagen no del todo nítida, la bruma y neblina fantasmal, el emborronamiento.

OPINIÓN PERSONAL

Todas mis expectativas a la hora de visionar esta película provenían de su vigencia a lo largo de los años, la estética tan característica que siempre ha definido a la película, y obviamente, la dirección por parte de uno de los mejores cineastas de la historia. Y debo decir que antes de hacer frente a escribir estas líneas, Vértigo ha sido el primer trabajo del director que me ha decepcionado.

Como se ha introducido al principio del artículo, considero que es una película que requiere de un análisis para su disfrute. No sé si el motivo de su fracaso en taquilla fue este mismo, pero me aventuro a decir que algo tuvo que ver. La complejidad de la simbología de los colores, así como la construcción de el artificio y el doble engaño a través de recursos cinematográficos y plásticos, la convierten en una película milimétricamente construida y de verdadero valor. Aunque sigo pensando que es complicado en un primer visionado llegar a entender el alcance de la misma.

Sin embargo, en cuanto a la trama diré que no me parece en absoluto una de las mejores historias del director. Hay ciertas características en la construcción de la historia que considero algo desordenadas o inconclusas. Si bien en el inicio de la historia, el personaje de Gavin adquiere un protagonismo enorme, pues es quien otorga el objetivo al personaje protagónico, su presencia se desdibuja a medida que avanza. Y a pesar de que es cierto que el objetivo de la “desaparición” de esta figura es la sorpresa del engaño final, a mis ojos, su falta genera la dilución de la trama.

¿Se puede hacer una lectura de perspectiva de género en una película clásica? ¿Sirve de algo? ¿Procede?

Probablemente la respuesta de muchos sería negativa, pues lo cierto es que ante una cuestión así, son pocas las películas clásicas que se salvan de tener un tratamiento sexista misógino y patriarcal frente a la figura de la mujer.

Según el test de Bechdel, que aparece por primera vez en 1985, dentro de una tira titulada Unas lesbianas de cuidado escrita por Alison Bechdel, hay un número escaso de películas que se salvarían de tener este tratamiento tan sólo aplicándoles tres simples preguntas. A través de una excusa simple, la autora introduce las tres preguntas para que sus protagonistas decidan qué película están dispuestas a ver, debiendo aparecer al menos dos personajes femeninos, mencionando sus nombres, y en la que tengan una conversación cuya temática central no esté relacionada con un hombre.

Esta forma de medir la brecha de género ha hecho que cientos y cientos de películas reconocidas en la historia del cine hayan podido ser analizadas un poco más en profundidad, analizando de dónde viene la desigualdad y el posicionamiento de la mujer en relación al hombre. Aunque lo cierto es que ni siquiera todas las películas realizadas posteriormente al test cumplen en absoluto sus tres principios. Y a pesar de que la valía de las películas clásicas no crece ni se devalúa en base en la construcción de la figura femenina, vamos a analizar cuál es el tratamiento de esta en Vértigo.

LAS MUJERES DE VÉRTIGO

Hay varias capas en el tratamiento de la figura de la mujer a lo largo de toda la película. En un principio, Madeleine cumpliría sin duda alguna el rol de la femme fatale. Poderosa, sensual, y bella, “trata” de arrastrar a la locura no solo a su marido sino también a Scottie. Su belleza parece conducir al desazón y aturdimiento a los dos hombres protagonistas, cuando en realidad, si analizamos la película a través de una perspectiva feminista, es claro el uso de la figura de la mujer como instrumento para el beneficio del hombre, y no al revés. A medida que la trama avanza, una vez Madeleine es asesinada, este rol no desaparece, y es Judy la que continúa con el papel malvado frente al pobre Scottie, que no puede dejar de rendirse ante su belleza.

Gavin Elster maquina que su mujer, con quien desea acabar, sufre de locura, y premedita con alevosía su asesinato, generando un acto de violencia machista. Pero el uso de la mujer no acaba con este suceso. A través de Judy, la figura de mujer es usada e intercambiada para conseguir el objetivo, haciendo uso del dinero para que Judy se haga pasar por Madeleine, en un claro abuso de poder de la posición económicamente desfavorable de “la doble”. Incluso la dominación y el abuso hacia la mujer aparece también a través de la mujer del cuadro, Carlota Valdés, a quien su marido le arrebató a su hijo pequeño, aislándola de la y libertad y se acabó suicidando. Las mujeres de Vértigo son controladas, intercambiadas, asesinada, forzadas y espiadas, en las que su campo de decisión está absolutamente limitado, por no decir anulado.

La representación de lo correcto y lo incorrecto, del bien y del mal, se encarna a través de las mujeres de la película, pero el juicio lo hacen los hombres. A pesar de que la verdadera enfermedad de locura la padece Scottie, es en la figura de Madeleine en la que se sitúa el desorden. así, su marido justifica su asesinato, quedando libre por haber simulado suicidio. La figura de la mujer también representa la estabilidad y el caos, siendo ellas las culpables de todas estas emociones y los hombres las víctimas. Scottie pasa del enamoramiento a la locura a través de las figuras de Madeleine y Judy, y acaba acosando a esta última en el torreón.

No olvidemos que en el desenlace final de la historia, invocado trágicamente por la fatalidad de la mujer y siendo representada por la monja que aparece en el último segundo, Judy también acaba muriendo. «Tú eres mi segunda oportunidad, Judy. Tú eres mi segunda oportunidad (...) Ahora te pareces a madeleine. Sube las escaleras. Sube las escaleras. Sube las escaleras». Con estas palabras, El acoso y la obligación que el protagonista ejerce sobre esta mujer, la empuja de manera indirecta a su fatal desenlace. y sin embargo Hitchcock decide situar la figura de la mujer a través de la monja como representación del bien y del mal eclesiástico de que el camino que yodia había tomado de no obedecer a Scottie es el incorrecto. El destino de la mujer que desobedece siempre es la muerte, y en este caso es inculpado por otra mujer, la representación del pecado.

Y sus palabras siguen así: «La verdadera mujer. No tú. Tú eres la copia, la falsificación. Eres una alumna aprovechada, una alumna muy aprovechada», haciendo referencia también en los últimos segundos del largometraje, al doble juego que al parecer ha llevado al protagonista a su completa locura. Pero la culpabilidad y el castigo recae sobre la mujer, sobre Judy, cuando en realidad es él quien vive en una fantasía ignorando la realidad. Estas últimas palabras provienen de un comportamiento no solo machista, sino también paternalista, cuando se hace referencia a la alumna.

Pero, ¿qué queda de la femme fatale una vez el complot es descubierto?

Las mujeres son víctimas del destino que los hombres eligen para ellas. Una vez Gavin urde el complot, decide a su antojo que la vida de Madeleine termine; hace uso de Judy el tiempo que le conviene, y cuando deja de necesitarla, es otro hombre quien empieza a poseerla. Vértigo no es una historia de amor, es una historia de posesión abuso y violencia machista. A fin de cuentas, es el encubrimiento de un asesinato por violencia de género.

¿Por qué entonces permanece en el imaginario colectivo esta imagen?

Pues más allá de la trama, la película ha pasado a los anales de la historia por los recursos cinematográficos que plasman el doble juego del artificio. Estoy segura de que todos recordamos antes las largas espirales, las infinitas escaleras del torreón e incluso la simbología del color que aquello que acaba de ser relatado. Es mucho más entretenido recordar el relato de amor y las características que rozan casi lo paranormal, que todo lo anterior. Sin querer restarle valor a esto mismo, considero que a día de hoy también se debe poner el foco en cómo Hitchcock consigue que la media del espectador olvide el fondo y la causa del conflicto central. Bien, esto sucede por el uso del punto de vista que el director introduce en la película, haciendo que el espectador sea parte de la historia, empatizando con el protagonista, y anulando de alguna manera su capacidad crítica ante los sucesos. Si recordamos lo que se ha mencionado hace unas líneas, esto tiene que ver con el uso de la cámara como recurso técnico para asemejar la mirada de Scottie con el foco, haciendo que, a su vez, el espectador sienta que la cámara también es su propia mirada.

Sería imposible analizar todas y cada una de las características y planos que Hitchcock propone en esta historia. Tal y como se ha podido leer a lo largo de este artículo, considero que los puntos más interesantes son aquellos que hacen referencia al tratamiento de la mujer al aplicarle una lectura actual, sin olvidar la época de su creación. Por ello, en la segunda parte de este artículo abordamos todos aquellos temas relativos a los arquetipos de la mujer que Hitchcock construye, así como el uso de la fotografía y la simbología del color.

Mientras tanto y por si alguien todavía no ha visionado la película, disponible en FIlmin, existen innumerables artículos, tanto en digital como en físico, que ahondan sobre las cuestiones más importantes de la construcción cinematográfica que Hitchcock propone en esta historia. En especial, me gustaría recomendar el breve documental analítico que Luis Aller hace dentro de la serie Històries del cinema, también disponible en Filmin, en el que este propone un breve análisis sobre las características más importantes de la película.

Nahia Sillero.

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