POR JERÓNIMO CASCO
12 de MARZO del 2024, 00.37 AM | UTC-GMT -3
Netflix necesita de manera urgente mejores asesores, y sobre todo, guionistas. Jamás en la historia de la humanidad se podrá reemplazar escritura vaga y genérica con millones de dólares invertidos en escenarios artificiales, no por lo menos en la mente de la gente que disfruta de verdaderas buenas historias. Tendré detractores, personas que me pueden llegar a decir “eso no es arte, es contenido”, “se que es entretenimiento y no molesta” y muchas cosas más, y es debatible. Pero el cine tiene un propósito mayor, al menos eso creo yo.
El último ejemplo que calza cual zapato a la Cenicienta es la reinterpretación del clásico formato narrativo medieval en donde la princesa queda atrapada y el príncipe sale a su rescate titulad ‘Damsel’ (Damisela), que arribo al catálogo de Netflix hace unos pocos días y ya es un “éxito” absoluto de la plataforma según los números, el algoritmo y vaya uno a saber que otro factor más. En Argentina es el título más visto, algo que seguramente se debe al enorme fandom que tiene la actriz protagonista.
¿Quién es? La cara principal de esta aventura fantástica es Millie Bobby-Brown, la Eleven de Stranger Things que tras recibir una infinita cantidad de popularidad por el papel parece tener un contrato de exclusividad (casi) eterno con los ejecutivos de la compañía. En esta ocasión aparte de ser la protagonista ejerce como productora ejecutiva, confiando en su propia imagen como nunca antes lo había hecho. ¿Jugada de marketing o un llamado a la generación X?
¿DE QUÉ VA ‘DAMSEL’?
Todo posible misterio es inmediatamente eliminado y cierto tono feminista forzadamente incluido se perciben en los primeros segundos de la nueva película del director Juan Carlos Fresnadillo, realizador que es importante remarcar que hace trece años que no estrenaba un largometraje, y que inicia con la pantalla negra y una voz en off de Elodie (Millie Bobby Brown), el personaje principal, advirtiéndonos sobre que estamos por ver. Sus palabras, ferozmente narradas y con un inglés británico decentemente pronunciado dicen:
“Existen muchas historias de gallardía en las que el heroico caballero salva a la damisela en peligro. Esta no es una de ellas."
Si, en los primeros diez segundos de ‘Damsel’ se revela el giro que tendrá posteriormente a los treinta y cinco minutos de desarrollo.
Si, esos treinta y cinco minutos podría haber sido sutilmente introducidos y luego ejecutar la vuelta de rosca con verdadero shock, pero no.
Si, luego el personaje más afectado por el giro podría haber tenido un impresionante arco narrativo, pero no.
En fin, la historia sigue a Elodie, una damisela que vive junto a su hermana Floria (una tiktoker de quince años vestida en clave medieval), su padre Lord Bayford (un Ray Winstone que sólo quería cobrar el cheque) y su madrastra Lady Bayford (Angela Bassett en su peor papel escrito), y que por cuestiones económicas debe casarse con el príncipe de Aurea, una remota isla en la que parece haber un siniestro secreto.
No existe un ápice de voluntad por querer recrear un mundo en todos sus detalles, por querer adentrarnos como espectadores en el world-building ni por desarrollar características básicas de los personajes que nos inviten a querer empatizar de cierta manera con ellos. A pesar de estar filmada enteramente en Portugal, la ambientación se siente artificial y poco de lo que se pretende imponer en términos visuales termina siendo genuino y refrescante.
“Todo aquí es perfecto, todo aquí es agradable”, repiten varios personajes de la familia Bayford al llegar al reino de Aurea. Esta desmesurada y agotadora sensación de “energía positiva” termina por aburrir, y establece de modo previsible que algo malo va a suceder, por lo tanto el shock jamás va a existir. No me creo ni por un segundo que en la época medieval el dialecto pueda ser tan parecido al del tiempo presente. ¿Porque lo hacen?
Para mi sorpresa la dirección del relato termina siendo algo más eficaz a partir del giro, que a pesar de no tener la suficiente cantidad de shock necesario, si cambia un poco el tono y mejora aspectos que al principio se veían demasiado débiles en la narrativa. Sería muy ingenuo de mi parte no revelar cuál es el giro, ya que está en el adelanto oficial de la cinta, en la sinopsis oficial que se puede encontrar en cualquier medio digital y hasta en el póster oficial está revelado.
Luego de escenas que incluyen pruebas de vestido para la ceremonia de Elodie, charlas sin sentido y poco sumatorias junto a un sinfín de clichés que sería innecesario enumerar se va generando la idea del “giro”: el gran secreto es que toda la ceremonia es una farsa. Millie Bobby Brown no disimula al poner en pantalla su versión de mujer badass con su mejor cara de Sarah Connor para darnos a entender que ella mentalmente se está preparando para lo que vendrá, pero claro, nosotros también lo sabemos, así que claramente no sirve de mucho.
La ceremonia es una farsa. Resulta ser un arreglo entre la familia real y una dragón para arreglar cuestiones del pasado. Si, así de fácil. ¿Cuál es el ritual? Sacrificar a tres mujeres arrojándolas a un abismo para que queden a merced de la dragón y así saciar su venganza por haber perdido a sus tres bebés dragón asesinados por una generación de la familia real hace siglos atrás. La inteligencia de Elodie es puesta a prueba, y si bien tiene momentos donde la actriz demuestra que lo de Eleven no fue (ni es) pura pantalla, si se puede ver que todo circula alrededor de un “producto” o como mal denominan la mayoría (y me adhiero), contenido sin sustancia.
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